domingo, 19 de abril de 2020

El pene que cambió la historia de España

Vaya, otra vez un pene cambiando la historia de España. Pero esta vez es en sentido literal. El rey Fernando VII tenía un miembro tan grandote que no podía mantener relaciones como hubiera deseado, lo que ocasionó que le fuera tremendamente difícil tener descendencia. 
No hay frase más absurda que la de "el tamaño no importa". Mentira. Claro que el tamaño importa. No es lo mismo un coche de dos plazas que de cinco. No es lo mismo un montadito que un bocata. Y no es lo mismo un pene grande que un pene pequeño. Y si no, que se lo digan al rey Fernando VII. 
Por si eras de los que estudiaba sin saber ni lo que estaba leyendo para aprendérselo de memoria y soltarlo en el examen, te vamos a poner en contexto. Fernando VII fue rey de España durante el primer tercio del siglo XIX. Su reinado es complejo de c*jones y difícil de explicar en un párrafo de un artículo de Yasss, así que si quieres saber más, pues te lees la Wikipedia. Simplemente te diremos que era hijo de Carlos IV, el que se comió la Revolución Francesa y nieto de Carlos III, al que suelen llamar "el mejor alcalde de Madrid" porque le dio un buen lavado de cara a la capital del reino. 
También era el padre de Isabel II.
Isabel II, la que fue reina de España. Y quizás ahora mismo te estés haciendo esta pregunta: ¿pero cómo que hubo una legítima heredera que reinó heredando la corona de su padre si en España no pueden reinar las mujeres que ahora tenemos a Felipe VI en el trono porque la corona es para hombres y a Elena y a Cristina se las saltaron a pesar de haber nacido antes?
Por el pene de Fernando VII, el protagonista de esta historia. 
Los Borbones, la familia que sigue reinando en la actualidad y a la que también perteneció Fernando VII, siempre ha sido conocida por sus enfermedades, deformidades y problemitas varios. El rey que nos incumbe hoy tenía una deformidad llamada macrosomía genital, o unos genitales que se han desarrollado muy por encima de lo que consideraríamos normal. O sea lo de Nacho Vidal al lado de este hombre era un pulgar de nada. 
Según Próspero de Merimée, escritor e historiador francés de la época, el pene del rey era "fino como una barra de lacre en su base y tan gordo como el puño en su extremidad". Un puño, amigos. Un puño. El drama es real, y nunca mejor dicho. Quizás ahora también te estés preguntando por qué no se le notaba el paquetillo a Fernando VII en sus famosos retratos, como el de Francisco de Goya que abre esta noticia: pues porque en aquel momento el canon clásico exigía que los hombres, en el arte, fueran representados con penes pequeños (como el de David de Miguel Ángel). 
Fernando VII se casó primero con su prima, luego con su sobrina, luego con la hija de una prima, y por último con otra sobrina. Que quede todo en casa. Ya dijimos antes que los Borbones, como eran muy de mezclarse para no perder coronas y poderes, luego tenían mogollón de problemas biológicos. Hasta el cuarto matrimonio no logró tener descendencia, debido a abortos naturales o fallecimientos de sus mujeres. 
Conviene también recordar que fue precisamente en el siglo XIX cuando el feminismo floreció y empezó a conquistar derechos para la mujer, para que su única labor social no fuera, como les pasó a las pobres esposas de Fernando VII, parir para dar descendencia (masculina, a poder ser) a la familia. 
Pero a lo que vamos. Que ya estamos a punto de llegar al papel histórico del pene de Fernando VII. El rey no tenía descendencia y eso era un problema de Estado. Algunos médicos le dijeron al monarca que a lo mejor el problema era suyo. Muy valiente por su parte decirle eso al rey. Pero suponemos que el rey también era consciente de su problemilla y quiso colaborar para solucionarlo. 
Estos eruditos (los pocos que quedaban en España, porque Fernando VII, además de un pene grande, también tenía fama de rey muy regulero, porque había echado de España a todo afrancesado que se cruzase en su camino, y los afrancesados eran partidarios de la Ilustración, es decir, de saber cosas) dieron rienda suelta a su creatividad e idearon una especie de cojín-donuts para que el monarca metiera su pene por el medio. Así, la parte gruesa de su miembro quedaría fuera de la vagina de la mujer y no la dañaría.  
Este cojín no es el original, es una reproducción, pero para que os hagáis una idea. Este proto-anillo mullidito para el hombre facilitó las relaciones sexuales de Fernando VII que consiguió, por fin, penetrar a su cuarta mujer. Tuvieron dos hijas, Isabel (futura Isabel II, reina de España) y Luisa Fernanda. 
Aunque en España las mujeres no podían reinar por ley, Fernando VII también se pasó por el anillo-cojín la legislación vigente y dijo que por su mismísimo que reinaba su hija, que la familia Borbón no iba a perder la corona solo porque él había nacido con un miembro descomunal. 
Y así fue. El rey antes tenía mucho más poder que ahora, y más aún si hablamos de Fernando VII que gobernó casi como un dictador, así que se sacó de la manga la Pragmática Sanción de 1830 que restablecía la sucesión tradicional de las Siete Partidas de Alfonso X de Castilla, según el cual las mujeres podían reinar si no tenían hermanos varones.
Así que, queridos amigos y amantes de la historia, no os equivocáis si decís que un pene cambió la historia de España. El descomunal pene de Fernando VII se las vio y se las deseó para cumplir con su trabajo y cuando por fin logró que el semen del rey llegase a buen puerto le salió la descendencia femenina, por lo que el rey tuvo que cambiar las leyes para que su hija pudiera ser reina, y no su hermano. Que por cierto, ese hermano, Carlos María Isidro de Borbón se picó mogollón y así nacieron los carlistas, que aún hoy siguen en activo reclamando la otra línea monárquica que se truncó porque a Fernando VII se le puso en la entrepierna. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario