Aunque han existido siempre, el crecimiento de las páginas pornográficas durante la pandemia alarma a padres y educadores. Pornhub, la más famosa, ha sido más buscada en Google que términos como ‘coronavirus’ o Trump
La pornografía ha acompañado a la humanidad desde hace milenios. No hay por qué escandalizarse. Hasta hace poco, estaba en manos de personajes que se exhibían con sus conquistas, como Hugh Hefner, el fundador de Playboy. Pero hoy se ha convertido en una industria muy poderosa, opaca, porque actúa prácticamente sin control, y dirigida por un grupo de expertos en algoritmos que manejan plataformas que generan ganancias multimillonarias.
La llegada de internet ha cambiado el mundo y la pornografía se ha convertido en un fenómeno de masas que está desbordando todo lo imaginable, con escándalos incluidos y graves consecuencias, sobre todo entre jóvenes y adolescentes, sin que los padres sepan cómo afrontar el problema. En las búsquedas de Google durante 2020, incluso en los meses más agudos de la pandemia, la palabra Pornhub –el portal pornográfico más famoso y visitado del mundo– apareció más veces que ‘coronavirus’ o ‘Trump’.
Las páginas Pornhub, RedTube y YouPorn están siempre entre los portales más vistos del mundo, con más de 140 millones de visitantes cada día. Pertenecen a la empresa canadiense MindGeek, que tiene domicilio social en Luxemburgo por motivos fiscales. Se ha convertido en un coloso de la pornografía gracias al desarrollo tecnológico para el que contó con ayudas de sociedades financieras. Alcanzó en 2018 una facturación superior a 460 millones de dólares, cantidad que se ha incrementado muy sustancialmente durante la pandemia.
Dependencia
Buena parte de los consumidores de Pornhub son niños y jóvenes. Analizando estudios científicos internacionales, se deduce que, a nivel mundial, el 30 por ciento de los menores entre 11 y 12 años ven pornografía en internet. En Italia, el 44 por ciento de los jóvenes entre 14 y 17 años. A menudo lo hacen en su dormitorio, aunque los padres estén presentes en la casa, pero sin hacerse a la idea de lo que ven sus hijos en los teléfonos móviles, utilizados diariamente. En concreto, nueve de cada diez adolescentes italianos de entre 10 y 17 años utilizan sus teléfonos móviles y se conectan a internet todos los días.
Muy parecidos son los datos en España, según una investigación de Save the Children publicada en septiembre de 2020: «Los y las adolescentes ven pornografía por primera vez a los 12 años y casi 7 de cada 10 (el 68,2 por ciento) la consumen de forma frecuente. Este consumo se produce en la intimidad (93,9 por ciento) y en el teléfono móvil y se centra en contenidos gratuitos ‘online’ (98,5 por ciento), basados de manera mayoritaria en la violencia y la desigualdad».
Las páginas Pornhub, RedTube y YouPorn están siempre entre los portales más vistos del mundo, con más de 140 millones de visitantes cada día. Pertenecen a la empresa canadiense MindGeek, que tiene domicilio social en Luxemburgo por motivos fiscales. Se ha convertido en un coloso de la pornografía gracias al desarrollo tecnológico para el que contó con ayudas de sociedades financieras. Alcanzó en 2018 una facturación superior a 460 millones de dólares, cantidad que se ha incrementado muy sustancialmente durante la pandemia.
Dependencia
Buena parte de los consumidores de Pornhub son niños y jóvenes. Analizando estudios científicos internacionales, se deduce que, a nivel mundial, el 30 por ciento de los menores entre 11 y 12 años ven pornografía en internet. En Italia, el 44 por ciento de los jóvenes entre 14 y 17 años. A menudo lo hacen en su dormitorio, aunque los padres estén presentes en la casa, pero sin hacerse a la idea de lo que ven sus hijos en los teléfonos móviles, utilizados diariamente. En concreto, nueve de cada diez adolescentes italianos de entre 10 y 17 años utilizan sus teléfonos móviles y se conectan a internet todos los días.
Muy parecidos son los datos en España, según una investigación de Save the Children publicada en septiembre de 2020: «Los y las adolescentes ven pornografía por primera vez a los 12 años y casi 7 de cada 10 (el 68,2 por ciento) la consumen de forma frecuente. Este consumo se produce en la intimidad (93,9 por ciento) y en el teléfono móvil y se centra en contenidos gratuitos ‘online’ (98,5 por ciento), basados de manera mayoritaria en la violencia y la desigualdad».
La empresa MindGeek es dueña de Pornhub (arriba, un cartel publicitario), RedTube y YouPornABC
A pesar de la influencia que tiene Pornhub en los jóvenes y en su educación sexual, así como el peso económico de la empresa canadiense, casi todo es opaco en el famoso portal porno. Solo en diciembre del 2020, una investigación del diario británico ‘Financial Times’ descubrió la identidad del propietario de la sociedad MindGeek, Bernard Bergemar, hasta entonces un hombre secreto y misterioso. Medios estadounidenses también intentaron investigar, en general con poco éxito y pocas consecuencias prácticas, aunque el columnista y premio Pulitzer de ‘ The New York Times’, Nikolas Kristof, expusiera la existencia de vídeos horripilantes, con abusos sexuales a niñas menores de edad, en Pornhub.
Para intentar lavar su mala imagen, Pornhub ha acaparado la atención mundial gracias a una descarada campaña de publicidad, abriendo una sección con el título ‘Classic Nudes’ (desnudos clásicos) dedicada a «obras de arte pornográficas». Consiste en utilizar sin autorización obras maestras de seis grandes museos: el de Orsay y el Louvre de París, el Museo Metropolitano de Nueva York, la National Gallery de Londres, el Prado de Madrid (‘La maja desnuda’ de Goya) y la Galería de los Uffizi de Florencia (‘El nacimiento de Venus’ de Sandro Botticelli y ‘La Venus de Urbino’ de Tiziano).
Para intentar lavar su mala imagen, Pornhub ha acaparado la atención mundial gracias a una descarada campaña de publicidad, abriendo una sección con el título ‘Classic Nudes’ (desnudos clásicos) dedicada a «obras de arte pornográficas». Consiste en utilizar sin autorización obras maestras de seis grandes museos: el de Orsay y el Louvre de París, el Museo Metropolitano de Nueva York, la National Gallery de Londres, el Prado de Madrid (‘La maja desnuda’ de Goya) y la Galería de los Uffizi de Florencia (‘El nacimiento de Venus’ de Sandro Botticelli y ‘La Venus de Urbino’ de Tiziano).
En uno de los frescos de Pompeya, el dios Príapo sostiene su pene en una balanza ABC
‘Pornhub’ ha suscitado la ira de los dirigentes de los museos, porque ha utilizado sus obras sin pagar derechos ni autorización. Y ya estudian reclamar legalmente para que sean retiradas de la plataforma. Fuentes de los Uffizi han hecho saber que su director, Eike Schmidt, no quiere que su nombre, opiniones y el museo florentino sean asociados con páginas pornográficas. No porque Pornhub no pague derechos, ni por pacatería o escrúpulos morales con el arte erótico, que en sí no tiene nada de escandaloso. La posición de Schmidt y otros directores es un rechazo a la falta de control de una empresa, MindGeek, que domina la industria de la pornografía en Europa y América con malas artes económicas y éticas.
La pornografía ha tenido su función y ha estado presente a lo largo de los siglos. Basta recordar algunas pinturas encontradas en las excavaciones de la ciudad romana de Pompeya, destruida por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Algunos frescos, esculturas y objetos fueron considerados por sus descubridores como eminentemente eróticos y pornográficos. Ese arte escandalizó a la sociedad en la época del descubrimiento. Célebre es el fresco de Príapo, dios de la fertilidad en la mitología griega y romana. En el mural pompeyano está representado con un enorme pene, cubierto de yeso tras su hallazgo para no escandalizar. Debido a las lluvias, la escayola desapareció en 1998.
La pornografía ha tenido su función y ha estado presente a lo largo de los siglos. Basta recordar algunas pinturas encontradas en las excavaciones de la ciudad romana de Pompeya, destruida por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Algunos frescos, esculturas y objetos fueron considerados por sus descubridores como eminentemente eróticos y pornográficos. Ese arte escandalizó a la sociedad en la época del descubrimiento. Célebre es el fresco de Príapo, dios de la fertilidad en la mitología griega y romana. En el mural pompeyano está representado con un enorme pene, cubierto de yeso tras su hallazgo para no escandalizar. Debido a las lluvias, la escayola desapareció en 1998.
Censura y aceptación
El choque cultural que representó el descubrimiento del arte pornográfico de Pompeya queda reflejado en la historia del singular Gabinete Secreto del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Cuando el rey Francisco I de las Dos Sicilias lo visitó en compañía de su esposa e hija en 1819, quedó avergonzado por las obras de contenido explícitamente sexual. El monarca ordenó la censura: ese material artístico debía conservarse en salas especiales. Por eso recibió ese nombre y se hizo solo accesible a «personas maduras y de conocida moral» o a investigadores. Giuseppe Garibaldi, héroe popular de la liberación de Italia, llegó a Nápoles en 1860 y ordenó su reapertura. Luego, al nacer el Reino de Italia (1861-1946), regresó la censura, endurecida en el fascismo. Para visitarlo, era necesario tener el permiso del Ministro de Educación de Roma. El arte prohibido se reabrió al público en el año 2000.
El Gabinete Secreto, que ocupa las salas 62 y 65 del Museo de Nápoles y es uno de los más importantes de Italia y de Europa, mantiene aún hoy «la prohibición de acceso a menores no acompañados por sus padres o persona de confianza», según confirma un portavoz a este diario. En esa sección se exhiben más de 250 obras , que son una gran representación de la sexualidad en la Antigüedad, en cuya concepción jugaban un papel aspectos míticos, religiosos y culturales, mezclados a veces con la magia, el sentido comercial e incluso representaciones con rasgos de caricatura.
La historia del Gabinete Secreto es tan interesante como las obras que exhibe, porque también habla de la censura y de la evolución que ha tenido el sentido del pudor. En la Antigüedad se representaba el sexo de forma natural. Después, nuestros contemporáneos vieron en las mismas escenas obscenidad, depravación y pecado. Cabe traer a colación el arte erótico-pornográfico de Pompeya y la historia del Gabinete Secreto. Aunque la pornografía ha acompañado a la humanidad, lo que está ocurriendo hoy no tiene nada que ver con el pasado. Internet representa una revolución. Se ha convertido en un fenómeno de masas, con páginas cuyos contenidos se han vuelto cada vez más agresivos y violentos, con el grave riesgo de que son accesibles a cualquier persona en todo momento, en cualquier lugar y prácticamente sin ningún control, causando en muchas ocasiones irritación, indignación y escándalo.
La indignación de Schmidt y otros directores de museos contra la empresa MindGeek se extiende también a muchos sectores de la sociedad, sobre todo familias y educadores. Ese imperio del porno actúa en la sombra y sin apenas control. La mayor parte de su contenido es alojado en sus tres grandes portales por el público. Todos los días se cargan unos 15 terabytes de vídeos, lo que equivale aproximadamente a la mitad del contenido disponible para ver en Netflix.
Los jóvenes que ven porno desarrollan actitudes agresivas y sexistas. También más dificultades para las relaciones íntimas
Sin consentimiento
El choque cultural que representó el descubrimiento del arte pornográfico de Pompeya queda reflejado en la historia del singular Gabinete Secreto del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Cuando el rey Francisco I de las Dos Sicilias lo visitó en compañía de su esposa e hija en 1819, quedó avergonzado por las obras de contenido explícitamente sexual. El monarca ordenó la censura: ese material artístico debía conservarse en salas especiales. Por eso recibió ese nombre y se hizo solo accesible a «personas maduras y de conocida moral» o a investigadores. Giuseppe Garibaldi, héroe popular de la liberación de Italia, llegó a Nápoles en 1860 y ordenó su reapertura. Luego, al nacer el Reino de Italia (1861-1946), regresó la censura, endurecida en el fascismo. Para visitarlo, era necesario tener el permiso del Ministro de Educación de Roma. El arte prohibido se reabrió al público en el año 2000.
El Gabinete Secreto, que ocupa las salas 62 y 65 del Museo de Nápoles y es uno de los más importantes de Italia y de Europa, mantiene aún hoy «la prohibición de acceso a menores no acompañados por sus padres o persona de confianza», según confirma un portavoz a este diario. En esa sección se exhiben más de 250 obras , que son una gran representación de la sexualidad en la Antigüedad, en cuya concepción jugaban un papel aspectos míticos, religiosos y culturales, mezclados a veces con la magia, el sentido comercial e incluso representaciones con rasgos de caricatura.
La historia del Gabinete Secreto es tan interesante como las obras que exhibe, porque también habla de la censura y de la evolución que ha tenido el sentido del pudor. En la Antigüedad se representaba el sexo de forma natural. Después, nuestros contemporáneos vieron en las mismas escenas obscenidad, depravación y pecado. Cabe traer a colación el arte erótico-pornográfico de Pompeya y la historia del Gabinete Secreto. Aunque la pornografía ha acompañado a la humanidad, lo que está ocurriendo hoy no tiene nada que ver con el pasado. Internet representa una revolución. Se ha convertido en un fenómeno de masas, con páginas cuyos contenidos se han vuelto cada vez más agresivos y violentos, con el grave riesgo de que son accesibles a cualquier persona en todo momento, en cualquier lugar y prácticamente sin ningún control, causando en muchas ocasiones irritación, indignación y escándalo.
La indignación de Schmidt y otros directores de museos contra la empresa MindGeek se extiende también a muchos sectores de la sociedad, sobre todo familias y educadores. Ese imperio del porno actúa en la sombra y sin apenas control. La mayor parte de su contenido es alojado en sus tres grandes portales por el público. Todos los días se cargan unos 15 terabytes de vídeos, lo que equivale aproximadamente a la mitad del contenido disponible para ver en Netflix.
Los jóvenes que ven porno desarrollan actitudes agresivas y sexistas. También más dificultades para las relaciones íntimas
Sin consentimiento
Mientras que YouTube cuenta con 10.000 personas que trabajan para moderar y controlar el contenido de su plataforma, Pornhub apenas tiene «un par de docenas», según reconoció un trabajador a la activista Kate Isaacs, fundadora de ‘Not Your Porn’, una iniciativa para hacer campaña contra el abuso sexual infantil y el uso de los portales pornográficos de imágenes sexuales no consentidas. Isaacs explicó en un artículo del periódico ‘The Guardian’ el origen de su campaña: «Comencé #NotYourPorn después de que piratearan a una amiga su cuenta de iCloud».
«Los vídeos de ella y su expareja habían sido robados de su teléfono y luego subidos a Pornhub. Mi amiga cayó en depresión al saber que había sido reducida a un término de búsqueda en internet, con su cuerpo empaquetado como pornografía y vendido con fines de lucro. Desde entonces –añade Isaacs–, he estado en contacto con 50 mujeres que se convirtieron en ‘estrellas del porno’ sin su permiso, algunas de las cuales eran menores de 18 años, cuando se publicaron vídeos de ellas sin su consentimiento». Massimo Bonera, gran experto italiano del mundo de la pornografía, confirma cómo el portal es incapaz de controlar su contenido: «En Pornhub, se suben entre 500 y 700 vídeos todos los días, pero no tiene la fuerza para revisarlos uno por uno, secuencia por secuencia, como debería hacerse».
Mientras los propietarios de los grandes colosos de internet se han hecho famosos y están sometidos a un fuerte examen político –el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, acude regularmente a testificar ante el Congreso estadounidense, mientras que las políticas de contenido de YouTube son un tema de debate público generalizado–, los portales pornográficos salen indemnes y se quedan al margen de todo tipo de presión política y regulatoria, algo a lo que sí se deben enfrentar las grandes empresas tecnológicas. La inacción de los poderes públicos contra las empresas del porno tiene una explicación, según Isaacs: «Ningún político quiere hablar sobre la industria del porno porque entonces tienen que reconocer que es parte de la vida cotidiana. Así que nadie está haciendo que una corporación multinacional como MindGeek rinda cuentas».
Los vídeos están prohibidos a menores de 18 años, pero es muy fácil acceder a los portales de contenidos porno, porque en la práctica no se ponen barreras, y si hay alguna se salta sin dificultad. Las consecuencias de este descontrol las pagan las personas más frágiles, que son niños, adolescentes y jóvenes. Así lo ponen de manifiesto todas investigaciones que se han realizado en diversos países. En Italia, más de la mitad de los adolescentes que han visto pornografía en internet dicen que la han buscado voluntariamente (59 por ciento). El porcentaje es inferior en chicas (25 por ciento).
Los jóvenes que con regularidad ven pornografía son propensos a actitudes sexistas y más agresivas. El 70 por ciento de los chicos perciben a las mujeres como objetos sexuales, porcentaje que desciende al 30 por ciento cuando no están expuestos al porno. Al ser preguntados si la pornografía en internet les había dado alguna idea sobre los tipos de sexo que deseaban probar, el 44 por ciento de los adolescentes varones y el 29 por ciento de las chicas respondieron que sí.
Las últimas investigaciones muestran que con la pandemia ha aumentado el consumo de internet en adultos y adolescentes, lo que ha provocado un incremento de la visión de pornografía y de la incertidumbre sexual de adolescentes y jóvenes. Según la investigación de la Fundación Foresta, en el año 2005 solo el 8,8 por ciento de los entrevistados declaraban trastornos de la función sexual (falta de deseo, disfunción eréctil). Los jóvenes con problemas llegan hoy al 26 por ciento, con una fuerte incidencia de los relacionados con la reducción del deseo (10,4 por ciento).
Estos datos confirman estudios clínicos que revelan las dificultades y ansiedad de los varones para excitarse en la intimidad con su pareja, precisamente porque los estímulos no se corresponden con las imágenes que han interiorizado con el uso precoz y prolongado de la pornografía. Una cosa es el mensaje digital del porno y otra muy distinta es el contacto con la realidad.
La investigación de la Fundación Foresta evidencia también que la pornografía emerge con fuerza como un nuevo hábito en las adolescentes: más del 30 por ciento dijo que habitualmente se conecta a sitios pornográficos, en comparación con solo el 15 por ciento en 2018-2019, registrándose un aumento paralelo del autoerotismo.
El médico y profesor universitario Carlo Foresta, fundador de la asociación que lleva su nombre, comenta así los resultados de la investigación: «La pandemia ha cancelado una parte importante de la vida social de los jóvenes, que se han inclinado hacia internet, al único instrumento de sociabilidad que tenían a su disposición. En consecuencia, han aumentado los riesgos derivados de compartir la propia intimidad en internet, como demuestra el muy alto porcentaje de actos de ciberacoso o acoso virtual, lo que puede acarrear daños psicológicos muy graves».
Educación sexual
La situación en España es muy parecida a Italia. Un estudio de Save the Children, que ha contado con la participación de 1.753 chicos y chicas de entre 13 y 17 años, señala que «más de la mitad de los y las adolescentes que ven contenidos pornográficos se inspiran en ellos para sus propias experiencias; para el 30 por ciento, estos vídeos son su única fuente de información sobre sexualidad».
En Italia y en España se habla desde hace años de recibir educación sexual en la escuela. Algunas asociaciones, como la oenegé italiana Pro Vita & Famiglia, piden que se deje en paz a los niños y se respete la voluntad de los padres.
Lo mismo hacen otras similares en España. Hoy por hoy, sin embargo, se impone una realidad: ante la ausencia de una educación sexual sana y apropiada para un alto porcentaje de adolescentes, la pornografía ‘online’ se convierte en su referencia.
El problema está adquiriendo tal gravedad que el debate está ya en muchos países. Las autoridades alemanas pretenden bloquear uno de los grandes portales pornográficos, ‘XHamster’, por no haber introducido controles adecuados para verificar la edad de los usuarios y evitar el acceso a menores de 18 años. Es probable que antes de su cierre se desate una dura batalla legal.
Ante la falta de control de los portales pornográficos, Isaacs se pregunta en Twitter: «¿Cuánto tiempo más vamos a tolerar la comercialización de contenido no consensuado antes de que este gobierno tome una posición? ¿Y tendrá que sucederle a usted antes de que le importe?
Ángel Gómez Fuentes
https://www.abc.es/sociedad/abci-ciberporno-mindgeek-enf-202108021930_reportaje.html
«Los vídeos de ella y su expareja habían sido robados de su teléfono y luego subidos a Pornhub. Mi amiga cayó en depresión al saber que había sido reducida a un término de búsqueda en internet, con su cuerpo empaquetado como pornografía y vendido con fines de lucro. Desde entonces –añade Isaacs–, he estado en contacto con 50 mujeres que se convirtieron en ‘estrellas del porno’ sin su permiso, algunas de las cuales eran menores de 18 años, cuando se publicaron vídeos de ellas sin su consentimiento». Massimo Bonera, gran experto italiano del mundo de la pornografía, confirma cómo el portal es incapaz de controlar su contenido: «En Pornhub, se suben entre 500 y 700 vídeos todos los días, pero no tiene la fuerza para revisarlos uno por uno, secuencia por secuencia, como debería hacerse».
Mientras los propietarios de los grandes colosos de internet se han hecho famosos y están sometidos a un fuerte examen político –el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, acude regularmente a testificar ante el Congreso estadounidense, mientras que las políticas de contenido de YouTube son un tema de debate público generalizado–, los portales pornográficos salen indemnes y se quedan al margen de todo tipo de presión política y regulatoria, algo a lo que sí se deben enfrentar las grandes empresas tecnológicas. La inacción de los poderes públicos contra las empresas del porno tiene una explicación, según Isaacs: «Ningún político quiere hablar sobre la industria del porno porque entonces tienen que reconocer que es parte de la vida cotidiana. Así que nadie está haciendo que una corporación multinacional como MindGeek rinda cuentas».
Los vídeos están prohibidos a menores de 18 años, pero es muy fácil acceder a los portales de contenidos porno, porque en la práctica no se ponen barreras, y si hay alguna se salta sin dificultad. Las consecuencias de este descontrol las pagan las personas más frágiles, que son niños, adolescentes y jóvenes. Así lo ponen de manifiesto todas investigaciones que se han realizado en diversos países. En Italia, más de la mitad de los adolescentes que han visto pornografía en internet dicen que la han buscado voluntariamente (59 por ciento). El porcentaje es inferior en chicas (25 por ciento).
Los jóvenes que con regularidad ven pornografía son propensos a actitudes sexistas y más agresivas. El 70 por ciento de los chicos perciben a las mujeres como objetos sexuales, porcentaje que desciende al 30 por ciento cuando no están expuestos al porno. Al ser preguntados si la pornografía en internet les había dado alguna idea sobre los tipos de sexo que deseaban probar, el 44 por ciento de los adolescentes varones y el 29 por ciento de las chicas respondieron que sí.
Las últimas investigaciones muestran que con la pandemia ha aumentado el consumo de internet en adultos y adolescentes, lo que ha provocado un incremento de la visión de pornografía y de la incertidumbre sexual de adolescentes y jóvenes. Según la investigación de la Fundación Foresta, en el año 2005 solo el 8,8 por ciento de los entrevistados declaraban trastornos de la función sexual (falta de deseo, disfunción eréctil). Los jóvenes con problemas llegan hoy al 26 por ciento, con una fuerte incidencia de los relacionados con la reducción del deseo (10,4 por ciento).
Estos datos confirman estudios clínicos que revelan las dificultades y ansiedad de los varones para excitarse en la intimidad con su pareja, precisamente porque los estímulos no se corresponden con las imágenes que han interiorizado con el uso precoz y prolongado de la pornografía. Una cosa es el mensaje digital del porno y otra muy distinta es el contacto con la realidad.
La investigación de la Fundación Foresta evidencia también que la pornografía emerge con fuerza como un nuevo hábito en las adolescentes: más del 30 por ciento dijo que habitualmente se conecta a sitios pornográficos, en comparación con solo el 15 por ciento en 2018-2019, registrándose un aumento paralelo del autoerotismo.
El médico y profesor universitario Carlo Foresta, fundador de la asociación que lleva su nombre, comenta así los resultados de la investigación: «La pandemia ha cancelado una parte importante de la vida social de los jóvenes, que se han inclinado hacia internet, al único instrumento de sociabilidad que tenían a su disposición. En consecuencia, han aumentado los riesgos derivados de compartir la propia intimidad en internet, como demuestra el muy alto porcentaje de actos de ciberacoso o acoso virtual, lo que puede acarrear daños psicológicos muy graves».
Educación sexual
La situación en España es muy parecida a Italia. Un estudio de Save the Children, que ha contado con la participación de 1.753 chicos y chicas de entre 13 y 17 años, señala que «más de la mitad de los y las adolescentes que ven contenidos pornográficos se inspiran en ellos para sus propias experiencias; para el 30 por ciento, estos vídeos son su única fuente de información sobre sexualidad».
En Italia y en España se habla desde hace años de recibir educación sexual en la escuela. Algunas asociaciones, como la oenegé italiana Pro Vita & Famiglia, piden que se deje en paz a los niños y se respete la voluntad de los padres.
Lo mismo hacen otras similares en España. Hoy por hoy, sin embargo, se impone una realidad: ante la ausencia de una educación sexual sana y apropiada para un alto porcentaje de adolescentes, la pornografía ‘online’ se convierte en su referencia.
El problema está adquiriendo tal gravedad que el debate está ya en muchos países. Las autoridades alemanas pretenden bloquear uno de los grandes portales pornográficos, ‘XHamster’, por no haber introducido controles adecuados para verificar la edad de los usuarios y evitar el acceso a menores de 18 años. Es probable que antes de su cierre se desate una dura batalla legal.
Ante la falta de control de los portales pornográficos, Isaacs se pregunta en Twitter: «¿Cuánto tiempo más vamos a tolerar la comercialización de contenido no consensuado antes de que este gobierno tome una posición? ¿Y tendrá que sucederle a usted antes de que le importe?
Ángel Gómez Fuentes
https://www.abc.es/sociedad/abci-ciberporno-mindgeek-enf-202108021930_reportaje.html
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