miércoles, 20 de julio de 2022

Francia descubre el sexo como arma política arrojadiza

· Políticos de extrema izquierda, extrema derecha, derecha, centro, exministros y ministras, heterosexuales, gais, bisexuales y transexuales están en el corazón de una nube tóxica de escándalos de acoso y violencia sexual

· Un escándalo sexual irrumpe en la campaña de Macron para las elecciones legislativas francesas
Francia está descubriendo los estragos del sexo convertido en arma política arrojadiza. Políticos de todas las tendencias ideológicas y de diversas orientaciones sexuales están protagonizando escándalos relacionados con acusaciones de acoso y violencia sexual.

En el centro, Éric Coquerel, de Francia Insumisa, ha sido acusado de acoso sexual. Al igual otros políticos como Gilles Le Gendre (izqda. arriba), Damien Abad (izqda. abajo), Bertrand Pauvert (derecha arriba) y Taha Bouhafs (derecha abajo) ABC

A la extrema izquierda, Éric Coquerel, presidente de la muy influyente Comisión de finanzas de la Asamblea Nacional (AN), como representante de La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda populista), ha sido acusado por varias militantes de su propio partido de gestos, acoso y agresiones sexuales.
Mientras la justicia sigue su curso e instruye un posible proceso, LFI se ha apresurado a convocar su propio Comité de Seguimiento contra las Violencias Sexuales (CSCVS) para «estudiar» las acusaciones de varias militantes «decepcionadas» por el «machismo agresivo» de Coquerel y de otras jerarquías del partido. El CSCVS es una suerte de justicia paralela. LFI ha creado su propio sistema judicial privado, y partidista, creado con el fin de actuar preventivamente, antes de que la Policía y la Justicia intervengan cumpliendo con su deber institucional.
El escándalo de Coquerel ha reabierto una crisis de fondo en el seno de LFI. Hace apenas dos meses, otro directivo importante del partido con muchas aspiraciones políticas, Taha Bouhafs, se vio forzado a dimitir apresuradamente tras un escandaloso calvario de acusaciones de acoso y agresiones sexuales.
Condenado calladamente por la jerarquía del partido de extrema izquierda populista, Taha Bouhafs, periodista militante y antigua gloria justiciera de LFI, replicó denunciando el comportamiento «sectario» de los mismos amigos y amigas que lo lanzaron al estrellato político. En el caso de los escándalos de la extrema izquierda populista se confunden el machismo más tradicional y el multiculturalismo de nuevo cuño.
A la extrema derecha, Bertrand Pauvert, exmiembro influyente de Agrupación Nacional (AN), profesor de Derecho en Mulhouse (Alto Rhin), ha sido condenado a un año de cárcel, con remisión de pena, y tres años de prohibición de enseñar, por delitos de violencia y acoso sexual contra numerosas estudiantes.
El silencio de Le Pen
Marine Le Pen ha preferido guardar un silencio sepulcral ante esa condena. Un portavoz oficioso de AN ha intentado despachar el amago de escándalo con esta declaración: «Pauvert había dejado de ser un consejero influyente de nuestro partido. Estaba más a la derecha que nosotros. Y prefirió afiliarse al grupúsculo de Éric Zemmour, que, como todo el mundo sabe, abandonó a su esposa e hijos para fugarse con su consejera política, a la que pidió que abortase, antes que aceptar un nuevo hijo de su nueva compañera sentimental».
En la historia de la extrema derecha francesa, los escándalos sentimentales y sexuales de la familia Le Pen (padre, madre, hijas y sobrinas), han tenido una importancia muy particular. La irrupción de Éric Zemmour, a la ultra derecha, ha dado a la rumorología sentimental una dimensión mucho más turbia.
A la derecha, Damien Abad, exdirigente de Los Republicanos (el partido de la derecha histórica), exministro de Solidaridad de Emmanuel Macron, se vio forzado abandonar el cargo, tras una larga retahíla de acusaciones y denuncias judiciales. Abad es víctima de una enfermedad rara, la artrogriposis, que limita el funcionamiento normal de las articulaciones de manos, brazos y piernas.
«Se trata de ataques innobles. Todo el mundo sabe que solo puedo tener relaciones sexuales con la ayuda física de mi compañera»
Damien Abad
Exdirigente de Los Republicanos, que padece la enfermedad rara de artrogriposis
Ante las primeras acusaciones, el exministro declaró: «Se trata de ataques innobles. Todo el mundo sabe que solo puedo tener relaciones sexuales con la ayuda física de mi compañera».
El caso Abad terminó transformándose en un problema inflamable para el Gobierno de Emmanuel Macron. Tras las recientes elecciones legislativas, Abad desapareció del equipo gubernamental. La justicia sigue su proceloso curso. Desde hace años, la dirección de Los Republicanos conocía las acusaciones contra Abad. Pero prefirió guardar silencio.
A la derecha, asimismo, André Santini, exministro de Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, personalidad legendaria por su humor, ha sido acusado por su ex jefe de gabinete ministerial y funcionarios de la Alcaldía de Issy-les-Moulineaux (al oeste de París), de «toqueteos», acoso y agresiones sexuales. La Justicia ha abierto una investigación preliminar.
Santini fue uno de los primeros políticos franceses que confesó su «homosexualidad feliz». Sin ningún problema. Santini era apreciado a la izquierda y la derecha por su «saber hacer» y «sentido del humor». Las acusaciones de su ex jefe de gabinete y varios funcionarios lo ponen en una situación «molesta», abandonado a su suerte judicial por sus antiguos políticos más próximos.


La exministra de Justicia, Rachida Dati ABC

Al centro derecha, Rachida Dati, exministra de Estado y Justicia de Nicolas Sarkozy, acusa a Gilles Le Gendre, expresidente del grupo parlamentario de Emmanuel Macron en la Asamblea Nacional (AN) de acoso y violencias sexuales contra varias colegas de distintos partidos.
Las acusaciones de Rachida Dati tienen algo de excepcional. No es nada frecuente que una exministra de Justicia, personalidad importante de la derecha tradicional, haga denuncias judiciales contra un personaje influyente del centro derecha, antiguo periodista reconvertido en parlamentario muy próximo a Emmanuel Macron.
Las acusaciones de Dati
La Justicia deberá instruir las acusaciones de Dati. De entrada, Le Gendre ha desaparecido de la vida pública. Desde hace años, hacía campaña, semanalmente, en los mercadillos de los distritos V y VI de París. Tras las acusaciones, ha preferido un eclipse público y político, para evitar la propagación de una ‘mancha’ previsiblemente infecciosa.
En el Gobierno, como secretaria de Estado para la Francofonía, la ginecóloga Chrysoula Zacharopoulou ha sido acusada por varias pacientes que han presentado denuncias judiciales, por considerarse violadas en el gabinete privado de la ministra. Se trata de un caso muy fuera de lo común, que ha desenterrado una doble inquietud, política y corporativa.
Gran especialista nacional en endometriosis, Zacharopoulou se considera víctima de la «incomprensión» y «difamación» de varias pacientes, y parece contar con el apoyo velado de Emmanuel Macron y su primera ministra, Édith Borne.
El antiguo vodevil de escándalos amorosos que caracterizaba a la política francesa se ha transformado en algo mucho más siniestro
Entre los profesionales de Ginecología, el caso de Zacharopoulou plantea un problema deontológico, ligado al consentimiento o no consentimiento de las pacientes que consultan a un ginecólogo o ginecóloga.
Nadie se atreve a lanzar acusaciones, en particular, aceptando que el comportamiento de los especialistas debe contar con la aceptación expresa y explícita de las clientas. Tres mujeres afirman que Zacharopoulou las «penetró» (manualmente) sin ningún tipo de consulta ni consentimiento; sin resultados aparentemente convincentes desde el punto de vista clínico.
Sin duda, el caso de Éric Coquerel, presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional (AN), y el de Chrysoula Zacharopoulou, secretaria de Estado para la Francofonía, son muy distintos, pero tienen un punto en común: el sexo, convertido en arma política arrojadiza, envenenada.
Destruir carreras
En el caso de Coquerel, varias mujeres jóvenes denuncian un caso «canónico» de machismo agresivo «tradicional». En el caso de Zacharopoulou, las acusaciones de violencia sexual están en una zona límite, fronteriza, que suscita muchas reservas entre los ginecólogos. En ambos casos, el arma política arrojadiza se utiliza con ánimo evidentemente asesino: se trata de destruir incipientes carreras políticas.
En el caso de André Santini y Damien Abad, la homosexualidad y una enfermedad, la artrogriposis, dan a sus casos un morbo particular: el arma política arrojadiza está voluntariamente emponzoñada con fantasmas de muy diversa naturaleza.
Los escándalos sexuales tienen un puesto de honor en las más altas cumbres de la política institucional francesa. Los amoríos de François Mitterrand, Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y François Hollande, fueron, durante muchos años, un vodevil permanente. Un interminable festival de comedias frívolas y picantes.
Un giro siniestro
Durante el primer mandato presidencial de Emmanuel Macron, el vodevil comenzó transformándose en un rosario de maledicencias contra el presidente. El segundo mandato presidencial macroniano comienza con una Francia donde se han hundido los partidos políticos tradicionales, coincidiendo con la irrupción de las extremas izquierdas y derechas populistas como nuevas fuerzas dominantes. En ese marco, el antiguo vodevil francés se ha transformado en algo mucho menos divertido y más siniestro: el sexo, heterosexual, bisexual, transexual, gay, convertido en arma política arrojadiza.
Juan Pedro Quiñonero
https://www.abc.es/internacional/francia-descubre-sexo-arma-politica-arrojadiza-20220720190411-nt.html

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