Se trata de una cuestión
difícil de responder. Si entendemos “lo normal” en términos estadísticos,
parece que lo habitual es hacer el amor al menos una vez a la semana. Según el
último estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas sobre el asunto, de
2008, el 71,7% de los hombres y el 65,3% de las mujeres asegura mantener
relaciones sexuales al menos una vez cada siete días, el 25% de los
encuestados asegura mantener relaciones tres o cuatro días a la semana y el
3,7% presume de hacerlo a diario.
Si está
empezando a lamentarse porque es incapaz de hacer el amor todas las semanas, no
se preocupe. La gente siempre miente en este tipo de encuestas y, claro está,
la frecuencia con la que mantiene relaciones es muchísimo menor. En cualquier
caso, la asiduidad con la que practicamos sexo sólo es importante si nuestra
pareja considera que no es la adecuada. Como explica en Psychology Today Robert Weiss,
uno de los más reputados psicoterapeutas estadounidenses, especialista en
relaciones de pareja, el exceso o la falta de sexo sólo es un problema real a
nivel psicológico cuando provoca entorpece nuestra relación de pareja o
desencadena otras trabas como estrés, ansiedad o falta de autoestima.
© Proporcionado por El ConfidencialLo importante es que tú consideres que es suficiente
El polémico DSM-5–el manual
de diagnóstico que suele conocerse como “la biblia de la psiquiatría”–
nombra dos desordenes distintos (uno para hombres y otro para mujeres) para
referirse a la falta de deseo sexual: el Trastorno de excitación sexual
femenino y el Trastorno masculino de deseo sexual hipoactivo.
Como explica Weiss, el
criterio de diagnóstico es extremadamente similar en ambos, por lo que cabria
preguntarse qué sentido tiene separarlos. Esencialmente, el DSM-5 invita a los
psiquiatras a diagnosticar uno de estos trastornos cuando se cumplen tres requisitos:
1. Pérdida de interés por el
sexo durante más de seis meses.
2. El desinterés sexual causa un malestar significativo
en el individuo: estrés, ansiedad, depresión, miedo…
3. La falta de interés por el sexo no es atribuible a un
factor externo, como el abuso de sustancias, los efectos
secundarios de la medicación, una condición médica, o un grave trauma en la
relación (como ocurre con la violencia doméstica, por ejemplo).
El DSM-5 no se detiene a
especificar con qué frecuencia se deben mantener relaciones individuales. Y no
lo hace porque, como apunta Weiss, ésta es una preferencia individual: “Una
persona puede hacer el amor dos o tres veces por semana y sentir que no es
suficiente y otra hacerlo de Pascuas a Ramos y sentir que es más que
suficiente. Y ninguna de las dos debe ser patologizada por esa diferencia”.
Lo normal no existe
Al igual que la gente se
califica como heterosexual, homosexual o bisexual, hay personas que califican a
sí mismas como demisexuales o asexuales: aseguran que no suelen sentir
atracción por nadie y no piensan que eso sea un problema. Esto puede parecer
extraño, pero como asegura Weiss, no hay nada de malo en no tener
interés por el sexo, siempre que la persona viva feliz con ello.
“Siempre y cuando su
actividad sexual (o la falta de ella) no esté causando estrés, ansiedad,
disminución de la autoestima, haga daño a otros, viole la ley, cause
problemas en la relación (si estás en una) o tenga consecuencias en tu vida, no
necesitas preocuparte”, explica Weiss.
Por el contrario, si crees
que haces el amor demasiado o demasiado poco, y eso te causa problemas, lo
mejor es que pidas ayuda. Como explica el psicólogo, en ocasiones la falta de
deseo sexual está relacionada directamente con problemas médicos o desordenes
mentales que tienen tratamiento. En otras, sólo se deriva de un problema en tu
relación, que deberías solucionar hablando con tu pareja o, si no es
suficiente, pidiendo ayuda a un terapeuta.
A veces, para solucionar la
falta de sexo sólo hace falta querer tener más sexo, y dejar de poner excusas.
Como explico a El Confidencial el sexólogo Roberto Sanz, “damos
prioridad a poner una lavadora antes que a echar un polvo”, y pensamos que las
relaciones sexuales no pueden planificarse, algo que es rotundamente falso. El
sexo se puede programar, como cualquier otra actividad, y merece la pena que
hagamos un hueco en nuestra apretada agenda para practicarlo.
Miguel Ayuso
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