Una de las
imágenes promocionales del musical '50 sombras!' que se representa en el Teatro
Nuevo Apolo de Madrid
El caso es que la trama del
musical, que ya está en Madrid para quien lo quiera disfrutar, se basa más bien
en la historia de tres amigas que forman un club de lectura y deciden adentrase
en ‘50 sombras de Grey’, buscando encontrar a su propia ‘diosa interior’. Así,
a través de sus ojos podemos sentir no solo la excitación que les produce el
descubrimiento, sino, también, y sobre todo, lo absurdo de los personajes y de
la supuesta historia de amor. Me pareció genial que en vez de frustrarnos
tanto con los roles prototípicos, fuéramos capaces de ridiculizarlos con ironía, aunque quizás a veces exagerando de
más, para mi gusto personal. Pero bueno, si fuiste de las que conseguiste
humedecerte con la lectura, con el musical, lo que podrás es ‘mearte de la
risa’.Todo esto me ha llevado a pensar en que nos seguimos tomando el sexo demasiado en serio. En serio os lo digo. Casi parece una obligación tener orgasmos múltiples, y hacerlo todos los días (que he de confesar, que a mí la lasaña me encanta, pero si me la pones todos los días para comer… pues eso). No me extraña que al final el sexo se vuelva motivo de frustraciones, discusiones de pareja, y casi de enfrentamientos familiares. Y es que lo que nos pasa es que no sabemos tomarnos estas cosas con humor, cosa extraña en un país en el que de casi todo hacemos un chiste. Por ejemplo, si en pleno momento acontece un ‘pedo vaginal’, nos agobiamos. O si uno se desconcentra porque la música que suena de fondo le desconecta, nos enfadamos. No sabemos seguir excitados mientras nos entra un ataque de risa, y he de reconocer que, a veces, entre risas, también puede llegarse al orgasmo. Y sí, esto lo digo porque lo he comprobado. Menos mal que hay personas que saben cómo tomarse el sexo a risa, entre ellas, Lucía Martín, la autora de ‘El sexo de Lucía’ (Popum Books), una recopilación de los artículos de su blog en FronteraD, que si tienen que definirse por algo, es por ser ‘sexualmente incorrectos’.
"No sólo el sexo, todo es más divertido si se hace con humor". Bajo esa premisa, Lucía comenzó a escribir su blog, y las palabras simplemente nacieron de manera natural. "No me planteé escribir de sexo y hacerlo de esta forma, me salió así. Soy bastante ácida en general, tengo un humor muy negro, con bastante mala leche, porque es un reflejo de mi personalidad, y como me gusta mucho reírme, pues por eso salió el humor".Así Lucía, con ese toque irónico, nos narra sus experiencias (algunas reales) con sus hombres fetiches, "los grandes mitos han sido siempre los uniformes: policías, militares, pilotos de aviones, o bomberos. Luego está el otro, el del repartidor de Coca Cola, que viene a ser pues el estereotipo de chico ‘brutote’, de a pie de obra, pero que tiene cuerpazo. Y por supuesto, en nuestro sector, pues el periodista de guerra, el reportero gráfico, etcétera". Cuenta de los hombres con los que nunca ‘se lo haría’ y todas las experiencias desastrosas que sí se atrevió a probar, entre ellas el sexo de las redes sociales, que también resultó una calamidad. "Creo que estas redes han hecho que nos acostumbremos a la rapidez, a la inmediatez, al 'aquí te pillo aquí te mato', a que te pidan sexo oral sin conocerte, por teléfono... Yo creo que se nos va de las manos y no es que todo esto vaya en detrimento de que se formen parejas que, sinceramente, me da un poco igual, pero va en detrimento de la conquista, del juego, de los preliminares. El sexo es muy placentero, pero la antesala, también".De todo se aprende, y es que, según Lucía, "la diversión a veces se nos cae de la cama. Cualquiera que probase a practicar sexo riéndose de lo que pueda pasar en la cama (desde no voy depilada, a él no se le acaba de ‘empinar’) lo pasaría mejor". El problema, según la autora, radica en que "cuando uno llega a la cama va cargado de muchas cosas: la moral, la religión, la educación. Todo eso pesa en lo que pensamos que está bien o mal en cuanto a sexo. Por eso la gente no se atreve a experimentar, pero “si nos riéramos más en la cama, nos agobiaríamos menos. Nunca hay que perder la perspectiva del humor".
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Por: Silvia C. Carpallo |