La
exposición 'Detrás del Portón Rojo: Una visión de la erótica en el arte
costarricense estará abierta hasta abril del 2018. Fotografía José Cordero
“¿Porqué no poner órganos
sexuales en lugar de ojos, y ojos entre las piernas?”, interrogaba Pablo
Picasso, epítome del artista moderno. Para él, el acto de pintar y el acto
sexual constituían una sola y misma cosa, donde convergen el placer y la
violencia en una estruendosa afirmación de la existencia. La pasión erótica se
asimila entonces al gesto creativo, y por ende, al impulso vital.
La exposición Detrás del
Portón Rojo, presentada en el Museo de Arte Costarricense desde el 17 de
noviembre, analiza la articulación constante de la mirada y el deseo en la
práctica creativa de artistas costarricenses desde el siglo XIX, así como las
relaciones entre el artista y su modelo, entre el exhibicionista y el voyeur
(siendo este segundo también el propio visitante), entre la reivindicación
y el ocultamiento.
Se desprende que el gesto
erótico ha fascinado a innumerables generaciones de artistas y se ha declinado
en intenciones más o menos íntimas, más o menos políticas. De la travesura
creativa a la militancia social, las manifestaciones de lo erótico en el arte
costarricense plantean problemáticas fundamentales sobre el lugar y la
expresión del impulso sexual en nuestra historia reciente.
No solo su contenido, sino la
transversalidad de esta muestra, perturba los códigos usuales del Museo:
apuesta por correspondencias simbólicas subterráneas y cuestionamientos
inusitados, fecundos y de amplia consecuencia conceptual, en oposición a
categorías estilísticas o secuencias temáticas o cronológicas.
Picasso
Cuenta historias
extraordinarias sobre la representación, interpretación, censura y celebración
del cuerpo desde la mirada de los artistas.
El Museo de Arte
Costarricense, como espacio simbólico de tradición, constituye una plataforma
particularmente propicia para la re-significación del erotismo en el arte
costarricense. En la coyuntura de una revisión de discursos oficiales sobre la
educación afectiva y sexual, el gesto artístico contenido e interpretado en
este guión se transforma en poderosa insignia de nuevos tiempos y nuevas ideas.
Desde la voluntad de
permanencia implícita en el arte, y la desesperada negación de la muerte propia
del goce erótico, esta exposición nos abre una puerta a la inmortalidad.
“El arte es peligroso”,
dijo Pablo Picasso.
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