Hugo Ignacio Tejero, profesor de Educación Democrática
y Ciencias Jurídicas y orientador sexual ya jubilado, confiesa que su hijo se
llevó las manos a la cabeza y puso cara de asombro cuando le anunció que iba a
participar como ponente en una jornada para abordar el tema de las relaciones
afectivas y sexualidad de las personas mayores. «Pero, papá, ¿y tú qué vas a
contar?», le espetó.
Hugo Ignacio Tejero
La reacción de su hijo es «una muestra clara de que la
sociedad en general considera que, por nuestra edad, no nos interesa el sexo,
lo que no es cierto», puntualizó Tejero durante la sexta edición de
«Conversaciones de mayores», organizada por ABC y Obra Social
La Caixa.
Queda patente que en nuestros días, en los que se da
carta blanca para hablar públicamente de las diferentes opciones sexuales, el
sexo en la tercera edad sigue bajo un manto oculto y se considera un tema tabú.
Pero, lo cierto, es que la sexualidad y la afectividad
en edades avanzadas están ahí, latentes. Son dos aspectos inherentes al ser
humano. Constituyen una dimensión vital que está presente en todas las etapas
de la vida, por lo menos desde la adolescencia. Es más, es un derecho
reconocido por organismos internacionales como la Organización Mundial de la
Salud (OMS).
«Creer que los mayores no pueden tener relaciones
sexuales y que les dejan de interesar, es rotundamente falso»
Una de las razones que explicarían este silencio al
respecto es, según apuntó Feliciano Villar, profesor titular del Departamento
de Cognición, Desarrollo y Psicología de la Educación de la Universidad de
Barcelona y doctor en por la citada universidad, en la que dirige, además, el máster Interuniversitario de
Psicogerontología, es que la sexualidad pertenece a la esfera de la intimidad,
«a lo que se suman los perjuicios y creencias culturales de que las personas
mayores se rigen en un modelo de declive. Esta suposición ha dominado durante
muchos años la percepción de la sociedad y ha contaminado el trabajo académico
de los profesionales en la materia».
Feliciano Villar
Sin embargo, asegura que hoy se sabe que este modelo
es incorrecto porque el declive por la edad únicamente se da en algunos
aspectos y, por ello, «creer que los mayores no pueden tener relaciones
sexuales y que les dejan de interesar, es rotundamente falso. La sexualidad se
transforma con la edad y no se pueden mantener unas relaciones sexuales como a
los 20 años, pero sí adecuarlas de forma positiva para poder disfrutar del
momento».
Desterrar la expresión «Viejo verde»
El problema, tal y como añadió María Olarte,
catedrática de Física y Química, que ha ejercido como orientadora escolar y
psicóloga clínica, es que «nos meten a todos los mayores en el mismo saco.
Deberíamos luchar para que no nos traten a todos de forma homogénea porque
dificulta mucho el trato que nos dan. A nuestra edad sí hay interés por el
sexo, lo que ocurre es que si, por ejemplo, un hombre lo manifiesta se le tacha
de «viejo verde» y eso no pude ser así. Debe haber un cambio de mentalidad en
nuestra sociedad para poder hablar con naturalidad de estos asuntos».
«La sociedad considera la
sexualidad como un deporte en el que conseguir una marca, el orgasmo»
Otra de las razones que se apuntaron durante la
jornada es que la sexualidad está muy ligada a cuerpos esbeltos y jóvenes, por
lo que se transmite la percepción de que cuando la persona envejece deja de ser
atractiva y deseable. «A esto se añade que la sociedad considera la sexualidad
como un deporte en el que conseguir una marca récord», añade Feliciano Villar.
Llegar al clímax a la vez
En los hombres el objetivo está en lograr una erección
duradera y llegar al orgasmo final; en la mujer, conseguir varios orgasmos. Y,
si es posible, se presenta la exigencia de lograr el clímax los dos al mismo
tiempo. «Con este tipo de pensamiento, lo que hacemos es ponernos dificultades
a nosotros mismos, porque según se avanza en edad, aunque el deseo persista, el
organismo y la forma de expresar la sexualidad cambia y querer dar continuidad
a este modelo juvenil conlleva muchas frustraciones al no alcanzar la meta.
Pero, lo peor, es que supone perderse muchas cosas bonitas. Si se mantiene la
mirada en la meta no se disfruta de las caricias, de las miradas, las palabras,
la afectividad, el roce, el contacto, la respiración acelerada... Lo importante
es el camino, no la meta», insiste.
Necesidad de mayor estimulación
Los estudios no llevan a engaños y es cierto que la
edad hace que la sexualidad cambie, evolucione. En el caso de los hombres, los
problemas de disfunción eréctil, la impotencia, es más frecuente, y se alarga
el tiempo necesario desde que se siente un orgasmo hasta que puede sentir el
siguiente. En las mujeres se hace necesaria una mayor estimulación y excitación
para lograr el nivel de lubricación vaginal adecuado para que el coito no sea doloroso.
Son cambios reales, pero no se deben vivir como barreras, como algo
irreversible. «Por suerte, hay herramientas para superarlos como medicamentos
bajo prescripción médica para paliar estas dificultades y poder disfrutar de la
relación de pareja, que no necesariamente debe pasar por el coito», apunta Hugo
Ignacio Tejero.
El principal obstáculo que se encuentran muchas
parejas mayores es que no plantean a su médico estas dificultades porque no se
atreven a desvelar su intimidad por vergüenza, a lo que se añade que muchos
facultativos no ven a estos pacientes como seres sexuales activos. «Cuando un
doctor prescribe un medicamento a un joven le advierte de que hay efectos
secundarios que pueden mermar su capacidad sexual, pero a un mayor no –señala Villar–.
Ni siquiera se plantea el asunto. No debe ser así. Falta comunicación entre los
profesionales de la salud y los pacientes de esta edad. Deberían facilitarles
este tipo de consultas y tener este aspecto en consideración, ya sea a través
de charlas, talleres, campañas informativas...».
Ayuda profesional
Hugo Ignacio Tejero insiste en que «los mayores
podemos vivir otra forma de sexualidad y que, en ocasiones, requiere de la
ayuda profesional de sexólogos que pueden marcarnos un camino diferente a seguir
para asumir con más calidad de vida el deseo porque el sexo con la edad no
siempre va a peor, hay aspectos en los que mejora».
Así también lo considera María Olarte, quien apuntó
que la sexualidad puede mejorar cuando uno es mayor «sobre todo en las mujeres
porque con la edad nos hacemos más tolerantes, más maduras, para facilitar las
relaciones y damos más margen a la pareja para que el acto llegue a buen
término, cuando quizá con anterioridad el problema hubiera estallado. Hay más
paciencia y comprensión».
Entre las claves que se mencionaron en la jornada para
disfrutar de una sexualidad de calidad, destacaron las siguientes:
–Liberarse de prejuicios y estereotipos que
condenan a los mayores a la falta de deseo, o que asocian la sexualidad en la
vejez a algo sucio o condenable.
–No asumir los
posibles problemas que puedan aparecer como barreras irreversibles. Muchos
se pueden solucionar o compensar al consultar al especialista.
–Dejar de
vincular la sexualidad a un solo comportamiento: el coito con penetración
que acaba en orgasmo. La sexualidad es algo mucho más amplia e incluye
expresiones muy diversas que, en su mayoría, no se ven afectadas por la edad.
Supone un momento de intercambio emocional y comunicación incomparable. En este
sentido, la experiencia acumulada por los mayores puede hacer que el disfrute y
placer de la sexualidad, lejos de disminuir, en algunos casos aumenta.
Mitos en torno a la sexualidad y la vejez
—Las personas mayores no están interesadas por la
sexualidad ni tienen deseos sexuales. Falso; la dimensión sexual de la persona
sigue siendo importante hasta el final de la vida. El interés por el sexo no
desaparece ni ha de ser contemplado como algo sucio o inmoral.
—Los mayores no disponen capacidades físicas para
poder mantener relaciones sexuales. Falso: muchas personas mayores continúan teniendo
una vida activa incluso más allá de los 80 años.
—Los mayores pueden hacerse daño o sufrir problemas
cardiacos si mantienen relaciones sexuales. Falso: lejos de ser perjudicial, el
mantenimiento de relaciones sexuales en la vejez contribuye a la salud y
calidad de vida.
—El placer asociado a las relaciones sexuales es mucho
menos intenso, o incluso desaparece, con la edad. Falso: no hay pruebas de que
las sensaciones subjetivas placenteras asociadas a la sexualidad y el orgasmo
cambien con la edad. Por supuesto, este placer no desaparece.
—El interés sexual que muestran las personas con
demencia es un síntoma de su enfermedad. Falso, la demencia no anula el interés
y el funcionamiento sexual, aunque en ocasiones la expresión sexual de las
personas con demencia se puede expresar de modos inadecuados que han de ser
reconducidos.
—Las personas mayores que viven en residencias no
tienen necesidades ni deseos sexuales. Falso: muchas personas que viven en
residencias continúan teniendo deseos sexuales, si bien su expresión se ve
dificultada por la falta de privacidad y ciertas actitudes de familiares,
profesionales y compañeros.
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