De un tiempo a esta parte, en
Turquía es cada vez más frecuente que algún profesor de religión islámica
provoque un escándalo por sus comentarios a los estudiantes, hasta un punto
considerado inaceptable incluso para las autoridades turcas. En esta ocasión ha
sido un docente de un colegio de primaria en Ankara, quien, en aras de la
moral, ha aconsejado a los niños que eviten desnudarse en el cuarto de baño,
asustándoles con la presunta presencia de ‘djins’ o genios, figuras mitológicas
malévolas de gran importancia en el mundo musulmán.
El incidente se ha producido
apenas un mes después de que las autoridades abriesen una investigación contra
otra profesora de religión de la provincia de Tokat, identificada con las
iniciales L. Y. I., que aseguró que las estudiantes sin velo merecían ser
violadas o maltratadas. «De todas formas no os cubrís la cabeza, así que es
lícito violaros o haceros cosas malas», les dijo la mujer a sus alumnas de 13
años.
Estos episodios no son hechos
aislados, sino que reflejan la atmósfera que se respira en el ámbito educativo
actual de Turquía. El gobierno de Recep Tayyip Erdogan no ha escatimado
esfuerzos para islamizar la educación, un proceso que se ha visto acelerado en
gran medida durante el último año. El gobierno ha doblado el número de horas
obligatorias de religión en la educación primaria, y recientemente permitió por
decreto que las niñas a partir de 10 años de edad puedan llevar velo en las
escuelas, al tiempo que se prohibían los piercings, el pelo teñido y los eslóganes
políticos en camisetas y carpetas. Además, el Alto Consejo Educativo ha
aprobado la obligatoriedad de celebrar la llamada «Semana del Sagrado
Nacimiento» para conmemorar el cumpleaños del Profeta Mahoma, y ha iniciado la
construcción de mezquitas en más de ochenta campus universitarios de todo el
país.
Preeminencia del Corán
Aún más notoria es la
promoción de las llamadas «escuelas Imam-Hatip», centros educativos religiosos
donde las materias coránicas tienen una importancia superior a la del resto de asignaturas.
El propio Erdogan se educó en una de ellas. Y mientras este tipo de
instituciones, creadas inicialmente para educar a los futuros imanes del país,
apenas daban cabida a unos 90.000 estudiantes en 2004, el año pasado eran ya
474.000 alumnos. «Estas escuelas fueron injustamente etiquetadas como enemigas
del estado», declaró hace unos meses Erdogan.«Hemos demostrado lo injusto que
era este tratamiento, y ahora uno de sus estudiantes es el presidente de este
país», se ufanó.
Según datos del Sindicato de
Trabajadores de Educación y Ciencia, el número de estos centros ha pasado de 453 a 1.355 en apenas una
década. Y uno de los aspectos que más malestar ha causado entre el sector
secular de la sociedad turca es que el pasado verano, de la mañana a la noche,
el gobierno decretó la conversión de cientos de escuelas normales en centros
«Imam-Hatip», y cuarenta mil alumnos fueron asignados de forma automática a
estos lugares, a menudo contra su voluntad. Debido a ello, el pasado febrero se
produjeron importantes movilizaciones contra la islamización de la educación,
que desembocaron en enfrentamientos entre manifestantes y policía en lugares
como Estambul y Ankara.
Daniel Iriarte / corresponsal en Turquía
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