Para muchos españoles, el
nombre de Erika
Lust sonará familiar, aunque quizá no sepan muy bien dónde
ubicarla. Nacida en Suecia y afincada en Barcelona, esta mujer de 38 años se ha
convertido en una de las grandes referencias mundiales del porno para mujeres o
porno
feminista, como cada cual prefiera denominarlo. Desde que
realizase su primer cortometraje, The Good Girl, en 2004, la
licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad de Lund ha cambiado gran parte
del cine erótico gracias no sólo a sus proyectos audiovisuales, sino también a
sus libros, de Porno para mujeres (Melusina, 2008) a la novela La
canción de Nora (Espasa) o a sus manifiestos, como el que dedicó al buen
porno.
Su último proyecto tiene como
objetivo poner en práctica todo aquello que, inspirada por las teorías de la
pensadora feminista Linda Williams, autora de Hard Core: Power, Pleasure
and the Frenzy of the Visible (University of California Press, 1989), ha
defendido teóricamente. Con XConfessions, Lust se ha propuesto cumplir todas las
fantasías femeninas y crear un cine porno a su medida.
Financiado y producido de forma colaborativa, la plataforma estrena cada mes
dos cortometrajes pornográficos dirigidos por Lust que, al final de año, son
recopilados para su edición en DVD.
En este proyecto, cada mujer puede
elegir la fantasía sexual que quiere ver trasladada a la pantalla
A diferencia de la
pornografía tradicional, estos cortos no materializan el deseo de sus
directores o autores o aquello que consideran que debe interesar al público,
sino que recogen confesiones sexuales realizadas por mujeres y las refleja
en la gran pantalla. En definitiva, el objetivo de estos cortometrajes, por lo
general de unos pocos minutos de duración, es crear porno para
mujeres realizado por mujeres. No se encuentra tan lejano de la clase de
productos que la humiliatrix Ceara Lynch ofrece a sus clientes, y
que se basa en ofrecer películas hechas por petición del consumidor. En este
caso, porno para mujeres; en aquel, mujeres humillando a hombres. El porno del
futuro será a la carta.
Erika Lust comenzó a dirigir películas al mudarse a
Barcelona, a comienzos de la pasada década (CC/Rocío Lunaire)
Las confesiones que queremos ver en la pantalla
Lust aparece frecuentemente
en el panorama internacional, como demuestra la reciente entrevista que le fue
realizada en Alternet, en la que recordaba que “el hecho de que haga
porno feminista no quiere decir que me guste el satén y los pétalos; a las
mujeres les gusta el sexo tan sucio como a los hombres”. Dicho artículo
explicaba también cuáles son los deseos más habituales recogidos en
XConfessions. Ante todo “infidelidad, sexo en grupo
y ‘tercera persona’, en el que un miembro de la pareja invita a
otros a disfrutar de su media naranja”. La directora reconoce que la
publicación de un corto sobre sexo en grupo y bisexualidad, Pansexual,
hizo llegar un montón de peticiones semejantes. No son las únicas temáticas.
También hay lo que la autora considera porno Mad Men (o sexo con el jefe),
fetiche de pies o juegos de ama y esclavo.
Una de las películas pioneras
de XConfessions es I Fucking Love IKEA,
en la que un hombre se ve obligado a montar un mueble de la célebre compañía
sueca ante la mirada de la mujer, en una inversión del rol activo del hombre y pasivo de la
mujer, una premisa habitual en el cine de su autora. En
ocasiones, esta no se siente identificada con las peticiones de sus seguidoras,
para lo cual confía en el resto de su equipo para llevar a buen puerto la
propuesta. En otras, ella misma encuentra confesiones “únicas y verdaderas” que
la excitan e inspiran a partes iguales.
“Todas las películas filmadas
para XConfessions están concebidas con la perspectiva femenina en mente”,
explica en una entrevista con Feministing. “Eso significa que nuestros
valores, nuestros deseos y nuestros vicios crean fantasías a partir de un
amplio caudal de imaginaciones reales y escenarios realistas con personajes con los que puedes
identificarte y excitados de verdad”. Lust ha descrito el
porno convencional como “industria mainstream, aburrida, chauvinista y
ginecológica”. ¿Ginecológica? Como la cineasta explica, se trata de la obsesión
masculina por “los genitales golpeándose mutuamente”.
Manifiesto para un buen porno
En el año 2008, Vanitatis ya
explicaba cuál era el credo cinematográfico de Lust. “En el nuevo cine para
adultas quiero ver a mujeres decidiendo cómo se nos representa: quiero ver a
mujer siendo mujeres, mujeres como tú y como yo, mujeres con sentimientos,
educación, profesiones, madres casadas, divorciadas, solteras, amantes, jóvenes, adultas, delgadas,
con curvas, siempre disfrutando de su sexualidad y de las situaciones sexuales
que se presentan en las películas”, explicaba en dicha ocasión, a propósito de
la publicación de Porno para mujeres, que ya ha sido traducido a ocho
idiomas.
No quiero que sean Rocco, Nacho, Marc Dorcel, Private y Penthouse los
que le expliquen el mundo a mi hija a través de sus películas
“El porno es un simple género
cinematográfico, como el western. Cine hecho con el objetivo de
excitar. El único problema es que se trata de un género hecho por y para
hombres”, proseguía. No hay más que echar un vistazo a su Manifiesto
por el Buen Porno para entender en qué consisten las reglas sobre el cine
erótico que la fundadora de Lust Films y madre de dos hijos
anima a reescribir. “La expresión de la sexualidad femenina es poderosa, y
quizá eso inquiete a algunos hombres”, explica en su texto fundacional. “Quizá
prefieren pensar que las únicas mujeres sexualmente atractivas son rameras,
prostitutas y guarrillas, y que el resto son criaturas inocentes”.
“A pocos hombres les gusta
pensar en la sexualidad de sus madres, hermanas e hijas”. El primer problema es
que la mayor parte de varones no tienen en cuenta la subjetividad del deseo
masculino, señala el manifiesto. El segundo, que la mayor parte de la
industria, por mucho que los rostros más visibles sean femeninos, está
controlada por hombres. Por lo tanto, Lust anima a buscar una alternativa y a no
esperar que el cambio venga de dentro, puesto que eso nunca ocurrirá. Aunque no
lo hagamos por nosotros, recuerda, lo debemos hacer por nuestras hijas:
“Recientemente he sido madre, y cuando mi hija sea adolescente y vea sus
primeras películas para adultos, quiero que reciba mensajes positivos sobre la
sexualidad, con valores y discursos feministas. No quiero que sean Rocco, Nacho, Marc Dorcel, Private
y Penthouse los que le expliquen el mundo a través de sus películas”.
Héctor G.
Barnés
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