Dos jóvenes empresarios de
Berlín, Philip Seifer y Waldemar Zeiler, tienen un especial sentido del humor
que les ayudó a crear y conseguir que triunfase Einhorn, una compañía que vende
condones por Internet, pero que ha terminado convirtiéndoles en los actores
principales de un juicio inédito en Alemania.
Los jóvenes empresarios de Berlín, Philip Seifer, centro, y
Waldemar Zeiler, derecha, en su fabrica de condones Einhorn. / Liz von Wagenhoff
Para aumentar las ventas,
ambos hicieron imprimir en los paquetes de siete condones de su marca, junto al
dibujo de un pequeño unicornio, una frase que causó sensación, pero que indignó
a su competencia: “Un paquete de siete sirve para tener 21 orgasmos”. Cuando
Oliver Gothe, pionero en la fabricación y venta de preservativos en Alemania y
propietario de la firma de Colonia Fair Squared, conoció la propaganda de su
rival decidió acudir a los tribunales.
“Nosotros no tenemos tanto
humor como los ejecutivos de Einhorn. Los condones son un producto médico y las
recomendaciones para su uso deben ser inequívocas y no graciosas”, aseguró
Gothe en el juicio en la
Audiencia de Düsseldorf. El 27 de octubre, la juez Johanna
Brückner-Hofmann, tras escuchar a las partes, le dio la razón: “La propaganda
induce al engaño y por eso la hemos prohibido”.
Seifer y Zeiler recurrieron
la sentencia al tiempo que ponían en marcha una campaña humorística en Berlín
contra “la limitación de los orgasmos”. Para diversión de centenares de
curiosos, convocaron una manifestación ante la emblemática Puerta de
Brandeburgo. “Un condón, por lo general, se usa solo por una persona, pero
todos los involucrados deben tener un orgasmo”, dijo entonces Seifer. “Está claro
que el hombre solo usa una vez el preservativo, pero la mujer también obtiene
placer, en ocasiones hasta dos veces. Por eso hemos escrito 21 orgasmos para
siete condones”, añadió. A tres por unidad.
El humor no convenció a la
juez, quien la semana pasada volvió a prohibir, de forma definitiva, el uso de
ese lema en los envoltorios de Einhorn. “Los condones son un producto médico
que sirve para impedir un embarazo no deseado y protege del peligro de contagio
de enfermedades venéreas. Por eso es muy importante evitar malentendidos”,
señaló la magistrada en su nuevo fallo. “Nadie tiene nada en contra del humor y
la diversión, pero mucha gente podría malinterpretarlo”, añadió.
Los abogados de Einhorn
habían argumentado en el juicio que el eslogan debía ser interpretado como una
frase satírica dirigida a un mercado juvenil que sabe apreciar las bromas. Fue
en vano.
Ambos industriales han
admitido su derrota con resignación, pero resaltando que el juicio y la
sentencia les ha supuesto “una excelente campaña publicitaria porque todos los
medios alemanes han escrito y hablado mucho sobre el uso de los condones”,
indica Zeiler a EL PAÍS. “Hasta la sentencia de la semana pasada, su empleo era
poco sexi y su compra no estaba bien vista. Nuestra misión ahora es convertirlo
en algo divertido”.
Gothe está contento con la
resolución judicial por otras razones: “Los preservativos son un producto
médico muy importante y no se pueden hacer bromas con su uso. La juez nos dio
la razón al señalar que el eslogan de Einhorn podría tener consecuencias
peligrosas, sobre todo para los jóvenes”.
Nadie ha ido a parar a la
cárcel y tanto Einhorn como Fair Squared se muestran seguras de que sus ventas
seguirán aumentando gracias al contencioso judicial. “El mercado en Alemania es
muy grande”, ha dicho Gothe. “Lo más importante del juicio es que ahora todo el
mundo sabe que un condón solo puede ser utilizado una sola vez”, añade.
Enrique Müller Berlín
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