"Donde se apaga la luz,
se despiertan los sentidos". Es el leitmotiv del restaurante Dans le noir?
("¿En la oscuridad?", en francés), que acaba de abrir sus puertas en
Madrid tras triunfar desde hace más de una década en ciudades como París, Niza,
Nantes, San Petersburgo, Londres o Barcelona. En plena era de Instagram, cuando
comer con los ojos está a la orden del día y cada vez más comensales se guían
por las imágenes que se comparten en redes sociales para elegir lugar y platos,
este local
propone una experiencia totalmente a ciegas.
Manuel Núñez, chef de
Dans le noir? FOTOS: E. M.
Aunque muchos restaurantes ya
han probado antes a apagar las luces para eliminar el sentido de la vista y
potenciar el resto, la idea de esta cadena que crece por el boca a boca es favorecer el encuentro
entre videntes e invidentes, al posibilitar el intercambio de
roles. Más de un millón de visitantes de todo el mundo ya han vivido una
iniciativa tan gastronómica como humana, que ahora llega al número cinco de la
céntrica Plaza Biombo, a pocos metros de la Plaza Mayor y el
Palacio Real.
El objetivo social es que al
menos un 50% de los empleados tengan alguna discapacidad. La jefa de cocina,
por ejemplo, tiene una disfunción en sus manos que no le imposibilita trabajar.
"Los clientes son atendidos y guiados por camareros ciegos o con
deficiencias visuales gracias a un acuerdo que tenemos firmado con la ONCE. Ellos en ese
momento son nuestros ojos y le ponen muchas ganas. No queremos dar pena a
nadie, ellos no trabajan aquí por su discapacidad sino por la capacidad",
explica la propietaria Maite Sutto.
La única premisa es dejarse
llevar, si bien algunas personas abandonan antes de empezar la degustaciónporque se agobian, reconoce la propia Sutto: "No se ve absolutamente nada,
porque no hay velas ni dejamos que entre la luz del día en la sala". Los
teléfonos móviles están prohibidos para no perturbar el juego. "Esto
favorece la conversación porque no hay distracción posible y las mesas son
compartidas".
'Leitmotiv' del
restaurante. E. M.
Cuando nadie ve
Sin embargo, el diálogo que
se establece sin otros elementos de distracción también puede ser un
inconveniente, relatan los camareros David y Micky, un tanto nerviosos después
de ofrecer primer servicio. "Al perder el sentido de la vista la gente tiende a
hablar muy alto, por eso hay que advertirles de que bajen la
voz para no molestar", cuenta el primero. "Seguramente el ruido sea
idéntico al de cualquier restaurante donde además la música está alta, pero si
hay luz no se evidencia tanto", se defiende Sutto.
El menú es sorpresa, por eso Maite y su equipo preguntan antes acerca de
alergias o intolerancias. Otra cosa son los gustos: "Tenemos miedo de lo
que no conocemos, pero es una experiencia sensorial pensada para salir de
nuestro ambiente natural y ponerse en el lugar del otro. Lo único que pedimos es
que si se sienten incómodos y quieren salir de la sala avisen en lugar de
moverse del sitio, para no perderse en la oscuridad".
"Curioso", "no
se ve nada" o "diferente" son algunos de los comentarios de los
pioneros, que salen con los ojos medio cerrados del comedor, como si se
acabaran de levantar y desorientados. "Para mí supone un gran reto salir
de mi cocina gallega actualizada para apostar por dos o tres sabores muy
compactos, donde la estética no cuenta sino que lo bonito es la
imaginación", confiesa el chef Manuel Núñez, a cargo de un proyecto que le
motiva especialmente porque participa en la integración.
El menú completo, un primero,
un segundo y un postre, tiene un precio de 42,90 euros. Hay uno
más corto de 37,90 euros y un tercero de degustación más amplio de 64,90 euros.
El cocinero ha intentado que se sienta una Galicia viajera en el paladar.
"Se buscan más los matices y entran en juego las texturas y los sabores.
Ocurre que las especias se confunden, incluso, la carne con el pescado. Hemos observado
que nueve de cada 10 tampoco distinguen un tinto del rosado". Por eso
muchos se sorprenden al finalizar y comprobar lo que han comido. "Claro
que mucho mejor es sentirlo a que te lo cuenten".
CRISTINA GALAFATE
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