martes, 23 de junio de 2015

La desnudez, el último truco de la telerrealidad

«Aventura en pelotas» mezcla «Adán y Eva», «Desafío Extremo» y «MacGyver»
Estuvieron Carmona y Pablo Casado en «Un tiempo nuevo» y «La Sexta noche». El infierno son los sábados, habría concluido Sartre. Llevóme el aturdimiento a refugiarme en Discovery MAX, donde reponen «Naked and afraid» (desnudos y asustados), que aquí se llama como podría haber titulado su primera campaña Albert Rivera: «Aventura en pelotas». Una mezcla de «Adán y Eva», «Desafío Extremo» y «MacGyver». A su lado, «Supervivientes» es una ruidosa Buchinger. «¿Quieres una hormiga?» «No, soy vegano», aclara un concursante con reservas en la cintura para toda Invernalia.

«Aventura en pelotas»
Lo insólito no es la supervivencia en cueros, sino la ausencia de premio. Aunque sea para luego pixelarlo -triste misión la del censurador de sexos-, la desnudez es el último truco de la telerrealidad para distinguirse y perpetuarse. Lo hace cortando por lo vano y vendiendo igualdad, cuando es el desnudo la primera de las desigualdades. Pero ahí están los programadores, como niños con desnudos nuevos, pese a no haber mayor enemigo del deseo que un despojarse repetido. Acabará por ser lo polémico el cuello alto y no desafiarán las presentadoras con despechugarse si gana su equipo de fútbol, sino con lo contrario. Apostarse quedar en cueros tenía mérito antes de que nos despelotáramos por un puñado de seguidores, los amigos invisibles del adulto.
Cuenta Juan Ramón Jiménez que Unamuno invitó a Benavente, que lo había llamado cursi, a desvestirse con él en la Puerta del Sol para que el público decidiera quién era más cursi. Comparado con el furor adamista de realities y series, el insurgente seno de Sabrina adquiere el candor de un Imaginarium, aunque sigamos hablando más de los pechos de Cersei que del final de «Juego de Tronos». «Sin Identidad» es eso que pasa entre yacer y encamarse; en «Vis a Vis» prima el destape logístico y, en «El príncipe», el torso de Álex González debe de poseer camerino propio. «Cuando me ofrecen una película, yo exijo desnudarme en el guión», bromeaba María Asquerino. Terminará por no ser una guasa. Leo que lo último son los bares a los que entrar desnudos. La vida era más emocionante cuando se bebía para estar en condiciones de descubrirse.
beatriz manjón

No hay comentarios:

Publicar un comentario