Estuvieron Carmona y Pablo
Casado en «Un tiempo nuevo» y «La
Sexta noche». El infierno son los sábados, habría concluido
Sartre. Llevóme el aturdimiento a refugiarme en Discovery MAX, donde reponen
«Naked and afraid» (desnudos y asustados), que aquí se llama como podría haber
titulado su primera campaña Albert Rivera: «Aventura en pelotas». Una mezcla de
«Adán y Eva», «Desafío Extremo» y «MacGyver». A su lado, «Supervivientes» es
una ruidosa Buchinger. «¿Quieres una hormiga?» «No, soy vegano», aclara un
concursante con reservas en la cintura para toda Invernalia.
«Aventura en pelotas»
Lo insólito no es la
supervivencia en cueros, sino la ausencia de premio. Aunque sea para luego
pixelarlo -triste misión la del censurador de sexos-, la desnudez es el último
truco de la telerrealidad para distinguirse y perpetuarse. Lo hace cortando por
lo vano y vendiendo igualdad, cuando es el desnudo la primera de las
desigualdades. Pero ahí están los programadores, como niños con desnudos
nuevos, pese a no haber mayor enemigo del deseo que un despojarse repetido. Acabará por ser lo
polémico el cuello alto y no desafiarán las presentadoras con
despechugarse si gana su equipo de fútbol, sino con lo contrario. Apostarse
quedar en cueros tenía mérito antes de que nos despelotáramos por un puñado de
seguidores, los amigos invisibles del adulto.
Cuenta Juan Ramón Jiménez que
Unamuno invitó a Benavente, que lo había llamado cursi, a desvestirse con él en
la Puerta del
Sol para que el público decidiera quién era más cursi. Comparado con el furor
adamista de realities y series, el insurgente seno de Sabrina adquiere el
candor de un Imaginarium, aunque sigamos hablando más de los pechos de Cersei
que del final de «Juego de Tronos». «Sin Identidad» es eso que pasa entre yacer
y encamarse; en «Vis a Vis» prima el destape logístico y, en «El príncipe», el torso
de Álex González debe de poseer camerino propio. «Cuando me
ofrecen una película, yo exijo desnudarme en el guión», bromeaba María Asquerino.
Terminará por no ser una guasa. Leo que lo último son los bares a los que
entrar desnudos. La vida era más emocionante cuando se bebía para estar en
condiciones de descubrirse.
beatriz manjón
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