En Madrid es donde empieza todo. Es una ciudad que atrapa, repleta de contrastes: barrios, tiendas, gente, cines, bares, discotecas… En medio de ese mapa inabarcable que dibuja Madrid hay una isla, un oasis o un conjunto de calles que todavía hace a esta ciudad mucho más única. La milla del ladrillo de oro, la que linda al norte con Concha Espina, al sur con María de Molina, al oeste con el paseo de la Castellana y de La Habana y al este con Príncipe de Vergara. Este kilómetro cuadrado de superficie, justo antes de llegar a Plaza de Castilla es la histórica colonia de El Viso. Una zona residencial repleta de chalés y palacetes, donde se puede llegar a pagar por el metro cuadrado 15.000 euros. Es el lujo hecho realidad, ahí tienen innumerables en propiedad personajes de la farándula y los negocios como Alejandro Agag y Ana Botella, Teresa de Baviera o Kiril de Bulgaria.
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En El Viso están los centros
educativos más elitistas de Madrid, restaurantes de altura como Zalacín,
supermercados… A grandes rasgos es un barrio normal, solo que a 20 minutos andando
del centro de la ciudad, o a 9 paradas de Sol, hay una zona repleta de chalés
con piscina, donde el nivel de vida es mucho más alto y donde una Coca-Cola de
220 centilitros puede llegar a costar casi 4 euros. Y es que, en Madrid,
conforme uno se va desplazando hacia el norte de la ciudad, más caro es todo.
Lo mismo ocurre con los prostíbulos En la propia zona de El
Viso, se encuentra el Sombras. «Un palacete que está tan escondido que va gente
de mucho dinero», cuenta un asiduo al local. Y añade: «Cuando llegas allí te
recibe una madame casi en bata que te
sienta en una silla». Una vez acomodado, como mera mercancía que se
enseña y se guarda si el cliente no la quiere, «comienza un paseíllo en el que salen varias chicas».
Después de ojear el menú «tú eliges a cual quieres». Los que han acudido al
único burdel del barrio más exclusivo de Madrid aseguran que es un sitio «muy
cutre, con cuartuchos» y una decoración que ni Hugh Hefner en sus días más
excéntricos habría querido para su mansión de Chicago.
Mientras en la calle Montera
una prostituta ofrece 20 euros por sus servicios –o en un club de alterne del
centro de Madrid son 70 euros–, en este tugurio las mujeres de vida alegre
cobran 180 euros por media hora y 300 por sesenta minutos de servicio. «Ellas
pagan un porcentaje bastante elevado al local y trabajan como autónomas, si han
ganado lo suficiente una semana, pueden no ir la semana siguiente», cuenta un
experto en el negocio.
En el Sombras «las meretrices
son muy educadas y muy guapas», igual que a un kilómetro a la redonda, donde
hay otros prostíbulos como el Five, un chalé de tres plantas cercano a El Viso.
En la planta baja hay un bar donde las
chicas intentan captar a los clientes para subir a una habitación. «Hay
conversación previa y música, el ambiente es más distendido. Te puedes tomar
una copa y alternar con ellas, en la barra es donde siempre te intentan
enganchar», cuenta un cliente. En esta casa –a la que se accede por un callejón
–, en 2007 una prostituta pedía 150 euros por un servicio de media hora, ocho
años después el trabajo no se ha encarecido: «Son 180 la media hora y entre 250
y 300 euros una hora».
Del mismo modo que las madame
exigen 60 euros a las chicas por cada servicio que realizan en su local, los
taxistas reciben la misma comisión por llevar a un cliente. El único requisito
para que los conductores cobren es que su cliente se haya gastado más de 180
euros. De ahí, 60 euros son para el chofer y otros 60 para el establecimiento.
Por media hora las meretrices (algunas de ellas madres de familia) ganarán,
como mínimo 60 euros y como máximo 120. Al encontrarse en zonas donde acude
gente acomodada, las tarifas no extrañan a nadie. «Hay gente que no tiene
tapujos en gastar y se puede llegar a dejar en una noche 20.000 o 30.000
euros», cuentan. En estos locales los huéspedes pueden pedir botellas de champagne, dulces caros, fruta
y todo tipo de servicios a sus chicas, que sobre todo «son
colombianas, dominicanas o rumanas. Españolas habrá un cinco por ciento, como
mucho».
A un kilómetro y medio
alrededor de El Viso también están el Geishas y el Barbarella, donde «te
enseñan a las chicas y si no te gustan te vas. No hay ningún compromiso».
También hay casas de citas como «Vive Madrid» o «Gola», que son “discotecas
gigantes llenas de chicas a 100 euros la hora”. Dos prostíbulos «del tamaño de
la discoteca Kapital», donde los que acuden se suelen gastar «entre 400 o 500
euros».
Mientras las sábanas, el raso, el satén, la lencería,
las tarifas o la nacionalidad de las jóvenes pueden variar según la zona de
Madrid, lo que no cambia es el precio de las copas en estos locales, que son
«carísimas, entre 15 o 20 euros».
angie calero @AngieCalero / madrid
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