La sexualidad también está
viva en sus cuerpos y mentes y expresarla a su manera, les puede ayudar de
vivir con alegría y buena salud su edad dorada. Y si se denomina así, habrá que
hacer honor a ello siendo también una época de esplendor sexual, por qué no.
Sus cuerpos puede que
no sean los mismos, ni estéticamente ni a nivel funcional, pero el 'carpe diem'
sigue resonando en sus cabezas
Es probable que los cuerpos
no sean los mismos, ni estéticamente ni a nivel funcional, sin embargo, la
experiencia puntúa y el carpe diem sigue resonando en sus cabezas, puede que más que nunca.
Solemos pensar que todos los
ancianos no
tienen erección y, por probabilidad, en muchos casos pudiera
ser así, sin embargo, ellos mejor que nadie, saben que se puede disfrutar de
muchas maneras, con mucho o poco, o lo mismo es porque no les
queda otra. Ellos saben que la sexualidad esta en nuestro cerebro antes que en
los genitales y si la cabeza está bien, hay que utilizarla para disfrutar. Y,
por si alguno no lo sabe aún, yo se lo descubriré encantada en esta ocasión.
La senectud es una edad
maravillosa para el amor, la erótica, el sexo y la vida. De hecho, la vejez en
el ser humano es mucho más larga hoy en día que hace unas décadas. Según se
estipula, en torno a los 65 años estaríamos hablando del inicio de este
periodo. Sin embargo, la calidad de vida, salud mental y física de algunos
ancianos a esa edad, se podría equiparar a los 50 años del siglo pasado,
en muchos casos. Nuevos amores, compañeros de baile, de residencia, de paseos,
de caricias y de experiencias sexuales.
Amores y 'ligoteos'
residenciales
Las residencias, aunque no
nos lo hayamos planteado, pueden asemejarse a campamentos juveniles donde se
conocen personas, juegan, ríen, se recibe cariño de otros compañeros y surgen
nuevas oportunidades. A veces, incluso se descubre o vivencia el amor y el deseo.
Blanca Álvarez Crespo, neuropsicóloga experta en envejecimiento y deterioro
cognitivo, asegura que la sexualidad a esas edades está bien despierta, tanto
en hombres como en mujeres.
Grandes seductores y
coqueteos se observan cada día en estos centros y saben ligar mejor que muchos
jóvenes. Por supuesto, la salud marca diferencias, una persona enferma guarda
sus energías para sanarse y encontrarse mejor, como ocurriría a cualquier edad
aunque, un encuentro cariñoso o pasional, siempre consentido por supuesto,
puede
regalarles salud y alegría. Algunas caderas rotas por jugar en
los baños, como si los años no importasen, han sorprendido a más de un
trabajador residencial.
En ocasiones, el tabú del
sexo en la vejez está tan extendido que tanto trabajadores como familiares, se
han llegado a plantear separar de habitación a parejas creadas en la residencia
por haberles pillado manteniendo relaciones sexuales. E incluso, asocian una vejez
sexualmente activa a síntomas de desinhibición de los pacientes.
Igualmente, muchos familiares se sienten incómodos hablando de estos temas y
ven adecuadas estas prácticas entre ellos por el simple hecho de ser ancianos.
Por supuesto, "cuando alguna de las partes no está en plenas facultades o
tiene un deterioro cognitivo significativo, se pone en duda la voluntariedad
del acto en sí, por lo que no se permite", apunta la experta.
Viejos verdes
Les juzgamos cuando vemos que
expresan sus deseos y les etiquetamos de manera despectiva cuando coquetean o
miran a mujeres u hombres más jóvenes, como si nosotros no lo hiciéramos, pero
son viejos y determinamos que ellos no pueden. Y lo hacemos sin saber que, en
su origen, el
adjetivo verde, refiriéndose a un
anciano venía de viridis, término latino que hacía
referencia al vigor. De manera que un viejo verde era una
persona que, pesar de haber llegado a la vejez, conservaba las cualidades de un
joven, lozano, enérgico y vital al que le gustaban los temas relacionados con
el sexo y no un ser sucio o vicioso, como lo utilizamos en la actualidad.
Virgilio, poeta del Imperio
Romano, en su obra la Eneida,
Libro VI, del siglo I a.C, comentaba:
"Caronte, barquero muy
desaseado, guarda estas aguas y riberas, está muy poblado de canas en la barba
y sin afeitar, resplandeciendo sus ojos como llamas. La capa astrosa le cuelga
de los hombros con un fiador. Él mismo gobierna la nave con el varal, y extiende
las velas, y pasa en la barca mohosa, ya viejo, las almas; pero la vejez de
este Dios es briosa y verde".
A partir del siglo XVIII fue
cuando se le dio un giro semántico y se pasó de la alabanza del viejo verde al
modo despectivo, desaprobando así determinadas conductas sexuales, siendo lujuriosas,
si eran practicadas por personas ya entradas en años.
Chicos y chicas de oro
Grandes personajes de la
denominada tercera edad, vigorosos y con ganas de disfrutar sexualmente, nos ha
regalado la pequeña pantalla. Recordará, a finales de los años ochenta, a
"Las chicas de oro" donde, la coqueta y alegre Blanche, flirteaba con hombres, se
interesaba por el sexo y aportaba un humor picante a la serie.
Un modelo de mujer deseante, activa sexualmente y apasionada, aunque por ello
se le atribuyese frivolidad a su personaje. Por su parte, la más veterana,
Sophia, recordando su maravillosa Sicilia y sin pelos en la lengua, regalaba
las mejores frases en relación a la naturaleza sexual de Blanche, refiriéndose
a ella como un
"colchón humano".
La gran pantalla, por su
parte, nos maravillaba con la película dirigida por Ron Howard y titulada
"Cocoon", en 1985. Donde un grupo de ancianos recobraba la energía de
la juventud al bañarse en una piscina habitada por un extraño huevo
extraterrestre. Bailaban, saltaban, besaban y se enamoraban, disfrutando y
redescubriendo los placeres de la vida. Viéndolo, esbozaba una gran sonrisa
toda la familia pues, ¿quién no querría ser longevo, sano y vigoroso?, ¿Quién
no desearía ese desenlace para nuestros mayores?
Pero la realidad es otra y
observar un par de ancianos besándose con pasión en la calle o imaginar a nuestros
mayores masturbándose o teniendo un orgasmo, nos genera rechazo
y pudor. Ya nos tocará estar en su piel y descubrir cómo se desea a esa edad,
si tenemos la suerte.
La senectud sería un buen
momento para el disfrute sexual de las personas, si tanto la salud como los
demás, se lo permitiésemos.
ANA SIERRA
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