La gente que asciende la
montaña Gunung Kemukus, en la isla de Java (Indonesia), no lo hace por un
genuino interés por el senderismo. Este podría ser un lugar normal y corriente
que locales y turistas aprovechasen para recorrer en sus ratos libres. Un lugar
de aspecto idílico para alejarse del ajetreo de la ciudad y respirar aire puro.
De no ser, claro, porque allí acuden miles de personas a mantener relaciones sexuales con
desconocidos.
No se trata de calentones
repentinos ni de ir allí a ligar. Es más bien un ritual para atraer la buena suerte.
Una vez cada 35 días durante siete ocasiones consecutivas. Ese es el número
mágico para conseguir el éxito en los negocios y la felicidad en tu vida
privada. El número de veces que has de cometer adulterio (no, no vale tu
pareja) para que funcione.
Pintura erótica
balinesa
La tradición no es casual. La
gente no empezó a llevarse allí a sus amantes para que sus parejas no los
descubriesen, sino que tiene origen en una antigua leyenda del siglo XVI. De
acuerdo con esta historia, un príncipe huyó con su madrastra, de la que se
había enamorado, y ambos se escondieron en Gunung Kemukus. La cosa no acabó
ahí: un día la pareja fue sorprendida durante el sexo y posteriormente
asesinada. Los cuerpos fueron enterrados en la cima de la montaña, y la gente honra esta
relación incestuosa haciendo algo parecido.
Pero para no llevar a
equívocos, no es solamente llegar y darle al tema. El ritual es mucho más
complejo. Primero, ha de rezarse una oración y realizar una
ofrenda floral ante la tumba del joven príncipe y su madrastra. Después,
bañarse en alguno de los arroyos sagrados de la montaña. El último paso es
encontrar a un extraño dispuesto a practicar sexo.
Quienes siguen este rito lo
hacen convencidos de que "serán bendecidos por la buena fortuna",
asevera Keontjoro Soeparno, psicólogo social de la Universidad Gadjah
Mada en declaraciones a la
BBC. También advierte de que para que funcione, el ciclo ha de ser
completado siete veces con la misma persona. Si no, tendrá que
volver a empezar con otro desconocido. Una lástima.
Muchos de los visitantes de
esta montaña acuden allí como último recurso para sacar a flote sus pequeños
negocios. Lo hacen a espaldas de sus familias y piensan que, después de
completar el rito, las ventajas mejorarán y ganarán mucho dinero.
Quienes sí han hecho fortuna
son aquellos que vieron la tajada que podían sacar de aquel ritual del siglo
XVI. A partir de los años ochenta comenzaron a abrirse bares, puestos de comida y
karaokes. El Gobierno comenzó a cobrar impuestos y los
lugareños hicieron lo mismo por la entrada de coches. Incluso se desarrolló la
prostitución. Las autoridades, de hecho, abrieron en 2014 una clínica
especializada en enfermedades de transmisión sexual que también informa sobre
anticonceptivos. De todo para que el rito se adapte al siglo XXI.
Álvaro Velorio @Alvaro_Celorio
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