En medio de la actualidad se
cuela de rondón una noticia más propia de una parodia – al menos desde el punto
de vista occidental – que de la realidad. Y es que en Irán dos poetas críticos,
además de ir a la cárcel por sus escritos, han sido condenados a recibir 99
latigazos por mantener una «relación sexual ilegítima a un paso del adulterio».
Esto no es raro en los países árabes más ultraconservadores si se trata de sexo
fuera del matrimonio. Por no hablar de los homosexuales que, según las
autoridades, en Irán no existen y, si existen, se les encarcela, se les brea a
latigazos o incluso se les ahorca. Lo extravagante en este caso es que esa
«relación sexual ilegítima a un paso del adulterio» penada con casi un centenar
de latigazos para esta pareja de escritores, fue dar la mano a una persona de
otro sexo. No son los primeros. El propio ministro de Exteriores de Irán tuvo
problemas en su país por saludar al presidente Obama dándole la mano en la ONU, y eso que era un hombre.
Peor lo tuvo una dibujante satírica que, no solo vio aumentada su pena en
prisión, sino que fue sometida a una prueba de virginidad y de embarazo y la
acusaron de relaciones sexuales ilegítimas por dar la mano a su abogado cuando
la visitó en la cárcel.
Pese a la esperanza de
apertura que supuso la llegada al frente de la república islámica del
presidente Hassan Rouhani elegido hace dos años y, en teoría, más moderado que
su predecesor, Mahmud Ahmadineyad, no parece que las cosas en Irán hayan
cambiado sustancialmente. Las mujeres siguen discriminadas frente a los
hombres, no se toleran las disidencias y la sociedad sigue amordazada por unas
férreas y, desde nuestro punto de vista, absurdas, normas morales. Hay quien
dice que el Irán actual es parecido a nuestra España en los años sesenta del
siglo pasado con Franco coleteando. Lo curioso es que algunas de las
fotografías del Irán de los años 60 y 70 hubieran suscitado las críticas de los
españoles de la época, con esas minifaldas y esa familiaridad entre chicos y
chicas. Medio siglo después, las diferencias entre occidente y los países
islámicos se han hecho abismales y no somos capaces de entendernos, sobre todo
cuando te dicen que algo tan cotidiano como dar la mano o abrazar o besar a
alguien te puede llevar a la cárcel. Ya veremos cómo andamos todos dentro de
otros 50 años pero, con el aumento del radicalismo en las últimas décadas, no
hay mucho espacio para el optimismo.
Isabel Vicente
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