Parafraseando a Clint
Eastwood en 'El bueno, el feo y el malo', el mundo se divide en dos categorías:
los que hacen la cama y los que no. Una elección personal, a priori
insignificante, pero que nos puede llegar a afectar tanto física como
psicológicamente.
Dormir sobre una superficie
con arrugas, que surgen cuando nuestro lugar de descanso no está lo
suficientemente adecentado, genera puntos de presión en diferentes partes de la espalda que pueden
desembocar en contracturas. "Cervicalgia, tortícolis...
incluso puedes llegar a levantarte mareado o sentir que no has dormido lo
suficiente", detalla José Santos, secretario general del Colegio
Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid.
Hacer la cama no lleva más de
tres minutos y, según los expertos, es un modo de completar con éxito la
primera tarea del día. Un ejercicio de meditación consciente que sirve para
preparar los retos que vendrán a lo largo de la jornada.
"Realizar pequeños comportamientos
automáticos sirve para reforzar la autoestima. Organiza tu
mente. No puedes controlar tu ámbito laboral, pero el casero sí", valora
Sergio García, psicólogo especialista en clínica.
Ésta es la razón por la que
los padres ordenan a sus hijos que empiecen a hacer la cama desde pequeños.
"De esta manera ganan autonomía. Es la primera responsabilidad que
otorgamos a los menores", dice el psicólogo.
Conceder tanta importancia a
esta acción no es novedoso, aunque históricamente siempre fue una labor ejercida
por mujeres. Hasta
principios del siglo XIX, los únicos varones que hacían la cama eran los que
habían estado en la cárcel o en el ejército ya que el resto
trabajaba de sol a sol.
Una situación que no se ha
mantenido en el tiempo. Lo que sigue presente en la cabeza de todo el mundo es
que un mal descanso genera un mal rendimiento en el día a día. También que el
nivel atencional sea más bajo o que se exageren situaciones a las que
normalmente no se les daría importancia.
Un ejemplo. Volver a casa y
encontrar la cama sin hacer puede suponer, según el psicólogo, todo un drama
para algunas personas. "Además, dormir con ella desordenada puede fomentar que te despiertes
en mitad de la noche o que se produzcan pesadillas",
matiza García. Un punto de vista compartido por el coordinador del Grupo de
Sueño de la Sociedad
Española de Neurología, el doctor Hernando Pérez.
Este especialista ve
esencial, para dormir bien, que el entorno sea lo más confortable posible. Y
esto se consigue descansando en oscuridad, sin ruidos, con la temperatura
adecuada y, cómo no, con una cama ordenada sin arrugas. "De no ser así, se
puede padecer insomnio, sobre todo aquellos pacientes predispuestos a ello o
que se obsesionen con no reposar", explica Pérez. Y añade que si este
problema se extiende en el tiempo, sólo puede ir a peor. "La privación
crónica de sueño puede, desde afectar al estado anímico, hasta causar enfermedades
como la obesidad, la hipertensión o la diabetes".
Estas recomendaciones para
dormir sobre un lecho estirado refutan el estudio de la Universidad de
Kingston (situada en Londres). Éste aseguraba que colocar las sábanas es
perjudicial para la salud ya que alarga la vida de los ácaros que anidan en
ellas. Aunque para los expertos la solución es sencilla: sacudir y ventilar las
mantas antes de volver a hacer la cama.
Perfiles psicológicos
Hacen la cama.
Personas con grandes dotes de
organización, activas y con un proyecto de vida. Rinden notablemente en su
ámbito laboral. Aunque los extremos nunca son buenos. Hay casos donde el
perfeccionismo o los trastornos obsesivos compulsivos, que incitan al individuo
a no dejar de hacer la cama ni un solo día, pueden llegar a ser negativos. Pero
no es lo habitual.
No hacen la cama.
Ciudadanos reactivos y
desorganizados. Por lo general, no pueden llegar a tener un rendimiento óptimo
en su vida laboral y personal. Según el psicólogo Sergio García, la cama es un
indicativo que refleja la manera de pensar de cada sujeto. Este tipo de
personas son pasivas. Tienden a dejar que la vida les lleve y a que todo se lo
den hecho.
Mejore su vida en pareja
Cubrir las sábanas y el colchón minimiza el área sobre el
que el polvo se acumula.
Hacer la cama rápidamente ayuda a empezar el día con una
sensación de logro.
Dormir en una cama estirada supone un cuidado hacia ti. La
organización matinal te recompensa con un bienestar por la noche.
Ver la cama hecha evita, en muchas ocasiones, la
tentación de volver a acostarte.
Reduce los niveles de estrés y aporta paz al entrar a la
habitación. También mejora la vida en pareja, ya que el orden en convivencia es
fundamental.
Daniel Somolinos
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