Olivia Wilde en un fotograma de 'Third person'. Foto: Cordon
Press
La industria del juguete
erótico es un negocio floreciente que ha hecho que las mentes más brillantes
abandonen otros campos para pasarse a diseñar el orgasmo perfecto. Aparatos
creados para el placer que, tal vez un día, lleguen a desarrollar empatía o se
anticipen a nuestros deseos. De momento no sabemos si las máquinas serán
capaces de superar al mejor de los amantes, pero lo que muchas hemos
comprobado, sin necesidad de que la ciencia avance más en su conocimiento, es
que ya hay muchos humanos que en la cama se comportan como máquinas, y no
precisamente de última generación. Mientras los robots sexuales se perfeccionan
y preparan para su desembarco, los juguetes eróticos son cada día más
complacientes, se ajustan a todos los tamaños, aprenden nuevos movimientos y
hasta pueden traer descendencia. Sí, como lo oyen.
En pareja y con manos
libres
Todos tenemos bastante claro
el uso de los juguetes sexuales en solitario, pero la cosa se complica cuando
se utilizan en pareja. Generalmente, sirven para estimular el clítoris durante
la penetración, ya que la mayor parte de las mujeres no llegan al orgasmo si no
se le dora un poco la píldora a su órgano del placer. El problema, hasta ahora,
era que la máquina necesitaba de alguien que la manejara y dirigiera al lugar
preciso, y eso restaba atención para el resto de la faena. Si ya durante el
sexo hay que ocuparse de uno mismo y del otro, repartir nuestro empeño con un
tercero con movilidad reducida, el vibrador, impide la desconexión y el
descontrol, que son los caminos que nos llevan al placer supremo.
Esta misma idea era la que
tenían en mente dos mujeres, Alexandra Fine y Janet Lieberman, cuando
decidieron crear un aparato que se pudiera usar, no antes o después del coito,
como era costumbre, sino durante, pero que además fuera autónomo. Así dieron
con Eva, de Dame, un vibrador de
clítoris con forma de robot con brazos. Las extremidades hacen
que este aparato pueda sujetarse a los labios mayores de la vagina y hacer su
trabajo mientras la mujer hace el suyo. Durante la penetración, Eva estimula
también los genitales masculinos, con lo que se matan dos pájaros de un tiro.
Como la felicidad completa nunca existe, algunas veces y si los movimientos son
muy contundentes, este vibrador puede caerse, pero eso es algo en lo que sus
creadoras están trabajando.
Con la forma y
funciones que uno desea
“Una misma forma no satisface
a todos”. Con esta máxima como leit motiv, la compañía inglesa Mystery
Vibe, ha desarrollado el primer juguete erótico del mundo cuya forma se adapta
a cada usuario, y lo ha bautizado como Crescendo. Un vibrador flexible que adquiere la forma que se le quiera dar
pero que, además, se puede programar para que haga las funciones que se desean,
mediante una app que se descarga en el móvil.
Crescendo tiene una larga
investigación a sus espaldas dentro del campo de la nanotecnología, que le
permite tener seis vibradores que pueden combinarse entre si para hacer saltar
las chispas. Se puede programar el número, intensidad, forma y duración de la
vibración; la temperatura y se pueden descargar nuevos tipos de vibraciones,
accediendo a la página Web de la marca. En un futuro no muy lejano, sus
creadores anuncian que los movimientos de Crescendo se podrán sincronizar
con la música o con otros aparatos que haya en la habitación
para crear una atmósfera y experiencia global. El problema entonces será
aprender a manejarlo. Las mentes de esta industria deberían tener en cuenta que
si el juguete se vuelve muy difícil de usar, deja entonces de ser algo
entretenido para convertirse en una tarea más. O solo es apto para los
informáticos, y según la leyenda urbana, éstos no parecen estar muy interesados
en el sexo. ¿O sí?
Crescendo, el vibrador de las
mil posiciones que se adapta a la música que escuchas. Foto: Misteryvibe
¿Y si en vez de
vibración empezamos a hablar de rotación o pulsación?
Los primeros vibradores
producían un ruido infernal, bajo el pretendido lema de “discreto y silencioso”.
Luego fueron eliminando el barullo e incorporando movimientos menos monótonos.
Los expertos en juguetería apuntan a que la vibración pronto será un recuerdo
vintage en el mundo de las maquinas sexuales. Fun Factory la marca alemana, fue
una de las primeras en apostar por la pulsación. Un movimiento
que simula, en muy pequeña escala todavía, las arremetidas de un actor porno.
Con el tiempo se espera también que el propio juguete se coloque a la entrada
de la vagina y él mismo vaya abriéndose paso. A la espera de tan feliz
acontecimiento, el último retoño de la marca germana, interesada en cambiar el
ritmo y movimiento de nuestra vida sexual, se llama Bi Stronic Fusion, que
podría optar al título del amante perfecto. Bi combina la pulsación en su cuerpo
principal, con la vibración en el estimulador de clítoris, con un total de 64
formas distintas de disfrutar de estos dos tipos de movimientos, de forma
separada o conjunta. Pero eso no es todo, el brazo que se ocupa de nuestro
botoncito del placer cuenta, además de un apéndice redondeado para el clítoris,
con unas pequeñas alas para estimular los labios vaginales. Y por si esto no
bastara, está anatómicamente diseñado para estimular el punto G. Un posible
inconveniente es que tras probar la nueva máquina made in Germany, la verdadera
naturaleza masculina se nos antoje de todo, menos tentadora.
Si la vibración y la
pulsación no conducen al éxtasis, no hay que desanimarse. Todavía podemos
recurrir a la rotación, que está más acorde con los movimientos del planeta. La
marca Lelo, pensando en las más exigentes, ha sacado Ina Wave, un juguete que
vibra en la zona del clítoris y masajea el punto G con un movimiento de
rotación, algo por lo que la marca sueca está apostando últimamente. Las que
aún no hayan descubierto esa misteriosa letra pueden tener la oportunidad de
experimentar el alfabeto completo. Aunque en cuestión de vibradores cada mujer
es un mundo y las hay que, tras tanta tecnología, lo que más les pone es un
dildo de acero, frío, duro e inerte.
Un vibrador que se activa con la lectura de textos
eróticos
Decir que un relato erótico
puede hacernos “vibrar” dejará muy pronto de ser una metáfora para convertirse
en realidad, gracias a un nuevo juguete, apodado Little Bird, de nacionalidad
francesa y que saldrá al mercado en marzo. El aparato, con una clara vocación
intelectual, se maneja desde el móvil y se conecta a una app gratuita de
lectura vía Bluetooth, que se puede bajar al teléfono o a una
tableta. Una vez sincronizados ambos dispositivos, se puede empezar a disfrutar
de la literatura. Cuando el relato empieza a ponerse interesante, basta con dar
un pequeño golpecito a la pantalla para que el vibrador empiece a funcionar. El
ritmo de cada texto está conectado con las 10 diferentes velocidades de vibración
del aparato, que cuenta con una autonomía de una hora y media.
No sabemos todavía si el
invento se venderá en las sex shops, en las librerías o en ambos
establecimientos. Lo que está claro es que si a alguna le quedaba todavía algún
prejuicio por ir en busca del orgasmo mecánico, este invento le permite
disfrazar su aversión con la, siempre reconfortante, excusa de la cultura. Como
apunta en el vídeo de lanzamiento Chistel Le Coq, fundadora de la empresa que
ha dado vida a este artilugio, B. Sensory, y que consiguió materializar el
proyecto gracias a un crowdfunding, “como gran fanática de la literatura
erótica, tuve el deseo de unir el poder de las palabras con el potencial de los
servicios de conexión para crear una nueva forma de leer y divertirse, sola o
en pareja”.
De momento, en lo que a la
biblioteca se refiere, ya están los principales títulos de las más importantes
editoriales francesas de novela erótica y pronto se subirán obras en inglés,
aunque no se habla aún de libros en castellano. Pero existe ya una convocatoria
para que los escritores del género envíen su material, lo que crea ya una nueva
especialización o salida para los que se dedican al arte de juntar palabras. ¿A
qué te dedicas?, “pues mira, yo escribo para un vibrador”.
El primer juguete
erótico que puede dejarte embarazada
Si a un dildo le hacemos un
pequeño agujero y le metemos dentro un tubo con un sencillo sistema de
propulsión manual tendremos un aparato que eyacula diferentes sustancias. Si
una de esas sustancias es semen, el juguete tendrá la capacidad de dejar
embarazada a su usuaria. Con esta simple pero compleja idea, Stepahie Berman,
una experta en salud reproductiva de Boston, creó el Semenette,
pudo dejar embarazada a su mujer y, en 2014, vio nacer a su primera hija, Isabella.
Los métodos tradicionales de inseminación artificial no convencían a esta
pareja de lesbianas, ya que según Berman confesaba a la revista Refinery29, “las únicas opciones eran acudir a
una clínica o utilizar un tubo de inseminación. Empezamos usando esos métodos,
pero nos dimos cuenta que era algo horrible. No hay nada romántico, sexy o
divertido en el hecho de tratar de dejar embarazada a tu mujer con un tubo de
inseminación”.
El método está especialmente
pensado para parejas homosexuales u hombres con disfunción eréctil; pero además
de para inseminar, muchos lo utilizan como simple divertimento, llenando el
tubo de diferentes líquidos para recrear la sensación de eyaculación.
Lubricante es el más utilizado, especialmente la marca Spunk Lube, con un color
y textura similar al fluido masculino; pero ya circulan por Internet recetas
para hacer “semen casero” con yogurt y otros ingredientes, para los más
atrevidos o inconscientes, que no se preocupan demasiado en lo que se meten al
cuerpo.
Según Marta Moschetta,
ginecóloga y especialista en técnicas de reproducción asistida del centro de
fertilidad y genética, Procrea Tec, en Madrid, “aunque a nivel mecánico
Semenette pueda funcionar, el peligro de utilizarlo para quedarse embarazada es
que no se lleva a cabo un estudio del donante de semen, de su historial y
estado de salud, algo que es primordial en una clínica de fertilidad. En
Internet se vende semen y también está la opción de pagar a un chico para que
nos venda sus espermatozoides, pero es algo muy arriesgado. Además, en Europa
la ley exige que el donante sea anónimo, aunque en EEUU, que es donde más se
está utilizando este aparato, la regulación es distinta y no pide el
anonimato”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario