Julio Granado, encargado de la discoteca Richard New
Look de Benidorm, coloca varios emojis tristes en una de sus últimas
publicaciones de Facebook. Es un vídeo en el que afirma no entender por qué más
de una, y de uno, se ha tomado a mal su oferta de empleo. Pide camareras
guapas, con buen físico, simpáticas y solteras. Lo de solteras es
imprescindible, porque no quiere rollos ni novios enfermos y celosos que las
esperen a la salida, y mucho menos que las controlen en la barra. Al final del
anuncio pareció recordar un requisito más: hay que ser alta, y si no lo son,
tendrán que trabajar en tacones o con plataformas.
El anuncio, publicado la noche del domingo 4 de junio,
empezó a recibir críticas de forma casi inmediata, tantas que el propio Granado
(apodado El Feroz) lo eliminó de las redes sociales. Este lunes 5 de junio
decidió que tenía que dar alguna explicación y, sobre todo, defenderse de las
mujeres, "que se han vuelto locas". En tres minutos y 13 segundos emite su discurso, en él
repite varias veces que nunca le ha faltado al respeto a una mujer, ni siquiera
con el anuncio en cuestión, lo cual de por sí supone una incoherencia. Pero él,
que parece cincelado por la factoría Mujeres y hombres y viceversa, pide
que recapacitemos (las mujeres, en general).
Si alguien se para diez minutos a recapacitar sobre
este anuncio y sobre la argumentación posterior de ese futuro jefe,
probablemente no sepa por dónde meter mano a tan prolífica sarta de comentarios
machistas. En unas cuantas palabras y un vídeo corto caben todos y cada uno de
los clichés sobre la mujer, sobre el mundo de "la noche", y sobre la
mezcla de ambos. Es la constatación de que todavía hay quien no es capaz de
reconocer el machismo, ni aunque le esté cayendo encima; prueba de ello es no
solo el vídeo, sino la cantidad de comentarios que "entienden" y
jalean las explicaciones.
Los requisitos físicos, tan comunes en esos trabajos
que Granado llama "la noche", son solo una de las muchas piedras que
las mujeres tienen que esquivar en ese mundo nocturno, y que en este caso se
podría ampliar a las azafatas de marcas de bebidas alcohólicas, a las
encargadas de repartir flyers, y si apuran, como en este caso, a las
responsables del ropero. La realidad es que para ser camarera hay otras
características mucho más imprescindibles, como medir bien las copas, tener
memoria y ser rápida. Pero ese mundo, también rebosante de hombres, decidió en
algún momento que hay que estar buena, y nada más.
Añadidas el resto de advertencias, la situación solo
puede volverse más oscura. Él, que ya ha visto muchas veces cómo llega alguien
a "tirarle los trastos" a la camarera, y cómo aquello acaba en pelea
con el novio en cuestión, y cómo ella termina llorando y yéndose, no comprende
por qué puede sorprenderle a nadie que no quiera empleadas solteras.
Esa sucesión de
hechos, que parece tan obvia como predecible para Granado, es la constatación,
bastante triste, de varias obviedades que muchos, en sus arrebatos virtuales,
han denominado "chungas". Y sí, algunas de ellas son bastante
chungas. La mujer adorno, expuesta como si fuese carne fresca en una vitrina,
que ponga copas rápido, sonría ante los "piropos" y no dé problemas;
los novios celosos, esos que acaban a tortazo limpio porque creen que su novia
es de su propiedad; los clientes que, naturalmente, irán a "tirarle los
trastos" a la camarera y a ligar, algo que coloquialmente se llama
"baboso". Y la guinda, la aceptación de todo ello y el intento por
justificarlo como lógico. "Si tienes un novio loco, celoso y enfermo ya
sabes que no vas a poder trabajar en la noche", arguye Granado, que
también apunta que hay chicas con novios "normales".
Ya al final del vídeo, para terminar de rematar el
zurcido argumental, explica que su discoteca tiene algunas barras altas, de ahí
la necesidad de llevar tacones, "para dar una imagen mejor",
razonamiento aderezado con un movimiento de manos que marca justo la altura del
pecho. Pero en ningún caso él ha querido ofender, y pide perdón en el vídeo más
de una vez a aquellas mujeres que se hayan podido sentir ofendidas.
Solo hay una cosa en la que tiene razón Granado: nadie
quiere un novio así para su vida, pero no porque fastidien el negocio, sino
porque nos fastidian la vida.
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