Según un estudio divulgado con intención publicitaria por la compañía Durex, fabricante de preservativos, en los EE. UU, sus ciudadanos practican el coito 138 veces al año con una duración promedio de 28, 1 minutos. En España, siempre según los elásticos informantes, la frecuencia, en tan tradicional actividad, sólo alcanza las 82 veces al año con una duración por acto de 14,7 minutos. Dejando de lado a los asiáticos, que lo único que tienen horizontal es la mirada, sólo los rusos intervienen menos tiempo que nosotros en la reproducción de la especie y/o el sano entretenimiento. Los franceses hacen el amor -aquí si vale el galicismo- más veces que los americanos, 141, pero con una dedicación escasa, 16,1 minutos. En total, los gringos le dedican al asunto 65 horas anuales y nosotros sólo 16: menos de la cuarta parte.
El asunto, lejos de ser frívolo, es para una verdadera alarma social. Echa por tierra la tradición del macho ibérico, cimiento cultural patrio y, además niega los encantos de la española que besara de verdad, pero con prisas. Es un caso para la inmediata intervención de los ministerios de Industria, Interior, Sanidad, Asuntos Sociales y Hacienda. El caso requiere más energía, sin deshogo no hay orden, sin sexo no hay salud, sin esparcimiento no hay paz social y, con la carga fiscal que padecemos, 82 veces, 14,7 minutos y 16 horas anuales aún me parece demasiado.
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