Ángel F. V., el hombre que en Enero del 2012 acabó con la vida del gijonés Evaristo Álvarez Pastor pegándole dos tiros en una cuadra de Quintueles (Villaviciosa), tenia sus facultades mentales y volitivas completamente alteradas en el momento del crimen como consecuencia de la “humillación a la que le sometía la victima”, un buen amigo que, semanas antes del suceso, le había quitado a la mujer con la que compartía un hijo de apenas meses. Tras el crimen el reo se entregó a la policía.
El jurado popular justifico, con estos argumentos, su decisión de que Ángel. F. V. sea condenado por el delito de homicidio atenuado por su confesión y por la alteración psíquica que sufría, y no por de asesinato – tal como pedían los abogados de la acusación al entender que el crimen se había cometido con alevosía-.
Con el veredicto del tribunal se dio por cerrado un caso que arranco el día de Año Nuevo del 2012 y contra la sentencia sobre la cual algunos grupos feministas protestan.
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