Con estas palabras y rodeado
de sus lacayos, Lucifer nos recibe en el Hotel Ritz de Madrid. La habitación,
como no podía ser de otro modo, es la 666. ¿El motivo? La próxima inauguración
de El
circo de los horrores: cabaret maldito.
Ángel Navarrete
Nos recibe en una suite envidiablemente
acompañado de algunos de sus monstruosos lacayos: un diablo travestido llamado La Perversa, «una
escurridiza y maravillosa serpiente que hará las delicias de los diferentes»;
Fausto El tanguero, «un terrible demonio que seducirá a los pobres
mortales con una demostración de su pasional danza»; y Demencia La
succionadora, maestra del sexo, especializada en devolver la pasión a las
mujeres insatisfechas por los hombres.
«Enanos, travestidos, gais,
lesbianas, heteros, hombres negros, verdes, rojos, azules... todos son
bienvenidos en mi casa. El infierno es un lugar
libre, sin reglas, sin normas, sin tabúes y la gente de la Tierra quiere saborear algo
de esos siete pecados capitales que todos tenemos tatuados. Yo voy a hurgar en
cada uno hasta averiguar cuál es», cuenta Suso Silva ya desmaquillado, el
hombre detrás del demonio y de este innovador espectáculo que mezcla teatro,
danza, comedia, cabaret y circo. Su renovadora máxima: «El circo ha muerto, vamos
a desenterrarlo».
Tres de los personajes del nuevo espectáculo del 'Circo de
los horrores', en la habitación 666 del Hotel Ritz de Madrid. Ángel Navarrete
«Es una declaración de
intenciones y nació con El circo de los horrores. Lo voy a asesinar,
llevo haciéndolo 10 años para enterrarlo y que, como un ave fénix, resurja de
sus cenizas maravilloso, espléndido», explica el artista, que comenzó su
carrera artística en el Circo de los Muchachos y en 2003 conquistó el Premio
Nacional de Circo. «Aunque yo tenga mucho que agradecer a la vieja escuela de
circo, en
realidad lo que necesito es actualizarlo, lavarle la cara y quitar esas caspas
de circo más cutrillo», añade.
Por eso, si hoy el circo se
asocia habitualmente a espectáculos infantiles o familiares, de humor blanco y
pocas sorpresas -al menos en lo que a la narración se refiere-, Silva, de 52
años, decidió hurgar en el pasado y mirar al otro extremo. «No soy un freak
del terror, pero sí soy un enamorado de las películas de los años 20: esos
maravillosos platós de televisión donde en 100 metros cuadrados
transcurría toda la película entre la bruma, con personajes muy artesanales,
todo hecho con las manos, sin apenas efectos digitales», explica. «Doctor
Caligari, La momia, evidentemente Nosferatu... a mí me
han atrapado. Son películas que me producen mucho desasosiego, que es lo que yo
quiero producir en el espectador. No quiero a la gente relajada», añade.
Sin límites
Así explica que sus
desinhibidos circos de los horrores (ya van tres) hayan conquistado a tres
millones y medio de jóvenes espectadores. «Nuestro target es de 15 a 40 años. Esta gente lo
que busca son nuevas tendencias, un circo mucho más contemporáneo, que la parte de
cabaret sea salvaje, que se hable como en la calle, que no
tengamos demasiados pelos en la lengua», explica el artista, que añade con una
sonrisa: «Te puedo asegurar que no me han puesto ningún límite todavía, lo cual
me asusta bastante porque no sé hasta dónde va a llegar».
Y aún no hemos hablado del
circo. Patinaje acrobático, contorsionismo en el suelo (y en el agua),
malabares con fuego, equilibrismo y el espectacular péndulo de la muerte se
darán cita en este cabaret, «todos números creados, montados, adaptados,
vestidos, musicados exactamente para este show».
Pensando ya en el cuarto
espectáculo Silva se despide abrazando el particular nomadismo de su profesión.
«Somos 70 personas en gira, 35 en el escenario. Sigue habiendo una parte que
nos encanta del circo: actuar en una carpa y la vida sobre ruedas. Ese formato
lo seguimos manteniendo, es verdad que mucho más actualizado, en caravanas muy
modernas», y sentencia: «No es solo un trabajo, es una forma de vida. Mi
horizonte es una carpa negra».
FÁTIMA ELIDRISSI Madrid @Fati_Elidrissi
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