Iván Prado recorre el mundo denunciando mediante la burla las vallas de la Humanidad
"Mientras existan, no tenemos dignidad como sociedad evolucionadas"
Iván Prado es un hombre rico.
Rico de los de verdad, de los que no les falta nada de lo que necesitan. No
tiene muchos ceros en su cuenta bancaria, pero asegura tenerlos en el espíritu:
"El
dinero es una cosa triste y material que llevas en el bolsillo;
la risa
de la gente es
una cosa luminosa y alegre que te guardas en el corazón".
Es un hombre rico, gallego,
de 40 años y sobre todo, un payaso. "Yo trabajo para trabajar; le
dedico mucho tiempo a conseguir dinero para luego poder ir a aquellas partes
del mundo donde la Humanidad
se juega su futuro. Pallaso en rebeldía siempre, porque la risa es la mejor
medicina contra el miedo; y un pueblo sin miedo es un pueblo
libre", asegura él en una entrevista para EL MUNDO.
Miembros de Pallasos en rebeldía, desnudos ante el muro levantado por Israel frente a Ramala
'Pallasos en rebeldía' lo componen muchas personas de muy diversos países (Italia, Argentina, España, Colombia, México...). Normalmente son gente del mundo del clown, la magia y la música que está en contra de este sistema global de miseria que algunos llaman capitalismo, pero que en realidad es un sistema global del Miedo", explica sobre los componentes de esta ONG a la que se unió en 2003.
Miembros de Pallasos en rebeldía, desnudos ante el muro levantado por Israel frente a Ramala
'Pallasos en rebeldía' lo componen muchas personas de muy diversos países (Italia, Argentina, España, Colombia, México...). Normalmente son gente del mundo del clown, la magia y la música que está en contra de este sistema global de miseria que algunos llaman capitalismo, pero que en realidad es un sistema global del Miedo", explica sobre los componentes de esta ONG a la que se unió en 2003.
"Piensa que somos hijos
del circo, ese sitio en donde lo imposible se vuelve posible y lo posible
bello. Esa utopía, reunida bajo una carpa, hace convivir muchas culturas,
muchas formas de pensar y muchos olores en la cocina. Vivimos de transitar por
todos los países y territorios, por eso no concebimos un país
que tenga un muro. Por lo tanto, para poder ser payaso y hacer reír sin más en
cualquier parte del mundo necesitamos derribarlos", reclama.
"Mientras haya una sola persona en la cárcel del Miedo, ningún ser humano
será libre.
La risa no concibe muros infranqueables", expone en un
documental sobre su labor en Palestina.
"Es en esos lugares
donde de verdad conectas con la Humanidad, cuando miras a los ojos del
público y ves algo nuevo. Las madres vienen llorando a agradecerte porque sus
hijos se han reído durante una hora, pero hacía un año que no se reían",
recuerda el payaso.
Los muros de Cisjordania,
Sahara, Melilla, Estados Unidos, México, Bogotá, Brasil... no faltan frentes
para estos payasos. "Mientras existan estas vallas, no tenemos dignidad como
sociedades evolucionadas", asegura el gallego.
Su acción más reciente, la
que realizaron en la valla de Melilla, se convirtió en viral por el desnudo
que llevaron a cabo frente a lo que ellos consideran "un atentado contra
el libre tránsito de los seres humanos". "Yo que soy gallego, he
vivido gracias a que mis antepasados emigraron. Además, como hijo y nieto de
una guerra que la democracia perdió en nuestro país no puedo concebir que
cuando la gente huya de la guerra la metamos en campos de concentración como
nos sucedió a nosotros en Francia. Los alrededor de 1.600 sirios frente a los
que actué en el CETI de Melilla están escapando de eso mismo. Sólo gritan '¡Libertad,
libertad!', un cántico con el que todos deberíamos hermanarnos".
Donde también claman por ese
mismo sueño es en Palestina, donde los niños lo gritaban durante una función de
los 'Pallasos en rebeldía' en su colegio. "Nos han bombardeado en Gaza,
nos detuvieron en Tel Aviv, nos amenazaron con matarnos en un
checkpoint de Jerusalén... Imagínate la escena: un militar súper armado y
uniformado amenazando a un tipo con una nariz roja y que sólo quiere animar a
unos niños. A su manera es gracioso", recuerda Iván.
"Hemos hecho dos
Festiclowns en territorio palestino, el último en octubre de 2014. Fue especialmente
duro ya que eran tan recientes los bombardeos que por primera vez
tuvimos dificultades. Los niños estaban en shock. Llevaban meses
viviendo y viendo mierda y ver algo bonito era algo que no entraba en su
concepción vital. Pero son gente maravillosa; son personas que a pesar de que
estén cayendo
las bombas a 500 metros
son capaces de seguir aplaudiendo sólo para que no te vayas del escenario.
Necesitan la risa", cuenta Iván.
"En 2009 trabajamos con
mujeres violadas, hombres que habían sufrido constantemente la violencia de la
ocupación, niños
que habían tenido que recoger los cadáveres de sus amigos del
campo de fútbol... pero esos mismos chicos, cuando hemos vuelto, se han
reintegrado. Han pasado de tirar piedras a los tanques a ser artistas
circenses", presume el payaso.
"Nosotros estamos aquí para recordar al ser humano lo
estúpido que es. Somos una figura creada por el pueblo para
reírnos de los poderosos, porque existe un sexto sentido, el del humor, que es el mejor antídoto
contra la opresión y las dictaduras. Los recortes y la austeridad sólo hacen
que haya gente tirándose por los balcones", expone.
ALBERTO MUÑOZ
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