ABC. Representación de Lilith (1892), por John Collier
«Y de la costilla que Dios
tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces a Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de
mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada», relata
el libro del Génesis sobre la
creación bíblica de la primera mujer en la faz de la tierra, Eva. No en vano,
una extendida interpretación rabínica considera que la referencia, en un
versículo anterior, a que «Dios creó varón y hembra los creó» significa que
hubo otra mujer antes, la cual terminó abandonando el Paraíso. Según esta tradición judía, Lilith es esa mujer que precedió a Eva, y que, una vez lejos de
Adán, se convirtió en un demonio que rapta a los niños en sus cunas por la
noche y una encarnación de la belleza maligna así como la madre del adulterio.
Más allá de esta tradición
hebrea, el origen del mito de Lilith
parece contar con raíces sumerias o acadias. En concreto había en
Mesopotamia, según el arqueólogo británico Reginald Campbell Thompson, un grupo de demonios femeninos
derivado de la criatura Lilitú (Lilu, Lilitu y Ardat Lili) con unas
características que responden a esta figura mitológica: eran mitad humanas y
mitad divinas, usaban la seducción y el erotismo como armas; y la noche era su
hábitat natural. Todos estos súcubos, en cualquier caso, tenían las cualidades
de lo que luego se ha representado como los vampiros, aunque cubiertos de pelo,
y derivaban de la palabra «viento» o «espíritu». Esta tradición habría pasado
más tarde a la cultura judía a través de los semíticos residentes en Babilonia.
Los judíos adaptaron así al hebreo el
nombre de esta criatura maligna hasta vincularlo posiblemente a la
palabra «laila» (traducido como noche).
Lilitú perdió varias cualidades con su versión hebrea, como
es su carácter divino, pero adquirió una personalidad más compleja. Su
presencia es frecuente en el folclore y los textos del Judaísmo, entre ellos el
Génesis, según defienden algunas interpretaciones rabínicas. Así, frente a las
dudas que ha generado el fragmento del
Génesis «y creó Dios al hombre (Adán) a su imagen, a imagen de Dios los
creó; varón y hembra los creó», han surgido interpretaciones de diferentes
rabinos a lo largo de la historia que plantean que, o bien Adán fue creado inicialmente como un
andrógino —que poseía un cuerpo femenino y uno masculino unidos por la
espalda —, o, como recoge repetidas veces en su obra el mitólogo inglés Robert Graves, hubo otra mujer antes
que Eva, la rebelde y lujuriosa Lilith, que finalmente abandonó el paraíso.
«Yo también fui hecha con polvo»
Según el Yalqut Reubeni —una colección del
siglo XVII de midrashim (interpretaciones de textos antiguos) por el rabino Rubén Hoschke Kohen—, «Dios formó a
Lilith del mismo modo que había formado a Adán, aunque utilizó inmundicia y
sedimento en lugar de polvo puro». La inmundicia habría convertido a esta
criatura en un demonio del que, a su vez, nacieron otras criaturas malignas que
«todavía atormentan a la humanidad». Estos demonios hembras se dedicaban a
atacar a las madres durante los partos con el fin de robar al recién nacido
para luego matarlo, como retrata un sello cilíndrico expuesto en el Museo de Oxford.
En este sentido, existe otra
interpretación que presenta a Lilith como una criatura igual a Adán, hecha de
polvo puro, que se rebela contra los designios divinos y muestra un marcado
carácter. En el Alfabeto de Ben Sira
(escrito entre el siglo VIII y el XI), se narra cómo Lilith se resistió a yacer por debajo de Adán: «¿Por qué he de
yacer debajo de ti? Yo también fui hecha con polvo y por tanto, soy tu igual»,
afirmó Lilith, que, al ser forzada por Adán a obedecerle, pronunció el nombre
de Dios en vano y decidió abandonar el Edén
con dirección al Mar Rojo.
ABC. La Reina
de la Noche
(1892), tablilla de terracota sumeria
Esta versión de Lilith se ha
emplazado como una representación de las mujeres canaaneas y su visión de las
relaciones sexuales en un periodo, hacia el 586 A.c., en el que se
fusionaron parcialmente los panteones propios de los canaanitas con los
hebreos. De esta manera, la
demonización de Lilith es una crítica a las prácticas de las mujeres canaaneas
dadas a mantener relaciones sexuales pre-matrimoniales y a una sexualidad más
abierta que la mostrada por las hebreas. Lilith es el demonio rebelde, el mal
ejemplo que precedió a Eva, más
obediente a lo que Adán esperaba de una mujer. No en vano, algunas de
las cualidades de esta versión de Lilith parecen haberse inspirado en el
principal culto femenino de los canaanitas —el pueblo que según el Antiguo Testamento conquistaron los
judíos tras el éxodo por el desierto –, Asheráh,
diosa de los partos y la fertilidad. —
Tras abandonar el paraíso,
Lilith se asentó en la costa del Mar Rojo. Esta región se caracterizaba, según
esta tradición mitológica, por la presencia de innumerables demonios, con los
cuales engendró nuevas criaturas, «a razón de más de cien por día». Ante este
hecho, Dios envió a un grupo de ángeles
para exigirla que volviera con Adán: «Regresa con Adán de inmediato o te
ahogaremos». A lo que ella respondió que ya no podía regresar porque «Dios me
ha ordenado que me haga cargo de todos los recién nacidos, de los niños hasta
el octavo día de vida (el de la circuncisión) y de las niñas hasta el vigésimo
día». Finalmente, Dios permitió vivir a Lilith, pero la castigó haciendo que
cientos de sus hijos demoniacos perecieran cada día. Desde entonces, la hermosa criatura se propuso matar a todos
los hijos de Adán y a todas las madres durante el nacimiento y los días
siguientes al parto.
Lamia, cuerpo de dragón y esencia de Lilith
La leyenda Lilith es
posiblemente también el origen del popular mito griego de la reina Lamia, que,
tras matar a sus propios hijos por culpa de un engaño de Hera, sintió envidia
de las otras madres y se dedicó a devorar a sus hijos. Transformada en una
bestia, tenía el cuerpo de una serpiente y los pechos y la cabeza de una mujer.
Este relato dio lugar a que, en la Antigüedad, las madres griegas y romanas
acostumbraran a amenazar a sus hijos traviesos con este personaje. La creencia
grecorromana a su vez se transmitió a leyendas medievales, repartidas por toda
la geografía europea, donde estos seres son representados con rostro de mujer y
el cuerpo de dragón. También se alimentaban de niños.
Wikipedia. Lamia y el soldado de John William Waterhouse
Así y todo, la presencia del nombre de Lilith en la Biblia se limita a
una única mención. Aparece en Isaías34:14:
«Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también
allí reposará Lilith y en él encontrará descanso», lo cual fue traducido en la
Vulgata como Lamia,
su versión medieval. No obstante, resulta imposible saber con certeza si para
el autor del texto era un nombre propio —la célebre criatura del folklore
judío— o simplemente se trata de una bestia salvaje o de una rapaz nocturna.
César Cervera / Madrid
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