Varias Web ofrecen mapas
sobre los puntos calientes del 'dogging'
«Hola, somos una pareja nueva
en esto. Nos gustaría hacerlo mientras otra pareja nos mira o se lo monta a
nuestro lado». Javi y Mar escribieron este post el miércoles por la
mañana. Y por la noche tuvieron una cita entre los asientos de su coche
con varios hombres alrededor observando.
Una pareja practica en un aparcamiento de El Pardo el
'dogging', una práctica sexual al aire libre entre parejas o desconocidos.
Este encuentro tuvo lugar en
un parking de El Pardo junto al río Manzanares. Lo llaman el techado y
al caer la noche es el lugar más frecuentado en la capital para practicar el
dogging. En España también se conoce como cancaneo y consiste en practicar
el sexo en zonas apartadas, en el coche o al aire libre. El morbo: la mayoría
de los participantes no se conocen y quedan por Internet. Ya sea para mirar mientras
otros lo hacen o para participar activamente.
Su práctica empezó en los
años 70 en Reino Unido y su nombre viene por las personas que sacaban a pasear
a su perro y acababan teniendo relaciones sexuales con algún transeúnte
desconocido en los parques de Londres. A dos horas y media en
avión de allí, en Madrid, esta combinación entre exhibicionismo y voyeurismo cada
vez tiene más seguidores. Lo saben bien los creadores de la página Web Dogging
Spain, que cuenta con 300.000 usuarios registrados en toda España que mantienen
relaciones sexuales en parques, bosques y aparcamientos de todo el país.
«Hemos tenido usuarios en el
foro que incluso se han casado y tienen hijos. No sólo es cuestión de sexo, a
veces también surge el amor», dice Susana, que abrió esta Web en 2004 con la
idea de introducir el dogging en España. «El boom que más notamos fue
en 2008 gracias a un episodio de la serie El Comisario donde investigaban el
asesinato de una chica que practicaba dogging. Desde entonces el
crecimiento ha sido constante», explica la mujer, que empezó a llevar la Web con dos personas y ahora
debido al aumento de usuarios ya son 13 en el equipo.
Josean Gutiérrez también se
aprovechó del crecimiento de esta práctica sexual. Este diseñador gráfico creó
en 2009 mispicaderos.com, una página en la que puedes encontrar en un mapa de la Península hasta 11.231
lugares -1.061 de ellos en Madrid- donde tener relaciones
íntimas. «Todo el mundo conoce picaderos en su ciudad. Yo sólo creé esta
herramienta para que la gente pudiera compartir esos lugares y encontrar otros
de una manera fácil. Los usuarios ponen comentarios describiendo el sitio y
luego se crean sus diferentes grupos online para quedar allí», explica
Josuan.
«¡Encuentra
el lugar perfecto y disfruta!». Es la frase que encabeza el buscador de la
página. Nosotros comprobamos si
es cierto. El periodista y una compañera se inscriben en el foro haciéndose
pasar por una pareja y contactan con una chica que se llama Cristina. Dice que
les espera por la noche en los techados del Pardo.
- ¿Cómo te reconoceremos?
- Hace mal tiempo y no creo
que haya mucha gente. De todos modos yo estaré desnuda de cintura para abajo.
Llegamos a las 17.30 h. para
ver cómo es el lugar por el día. Aparcamos en el parking al aire
libre, que está lleno de coches. Al lado hay un cartel que explica que estás en
el corredor ambiental del río Manzanares y te invita a darte un paseo y
disfrutar de la fauna que rodea el lugar. Seguramente por eso vemos a familias
con niños jugando al lado del río, jubilados echando la partida en unas mesas
de madera y varias parejas paseando.
A medida que va anocheciendo
el aparcamiento se va quedando vacío. Poco a poco vemos llegar a hombres solos.
Aparcan y se quedan dentro del coche observando. También llega alguna mujer
sola y un par de parejas. No vemos a Cristina hasta las 21.00 h. Pese a
los nueve grados que hace, la mujer, de unos 50 años, cumple lo
que nos dijo por el chat y está desnuda de cintura para abajo. La vemos meterse
en un Renault Clio blanco, donde le espera un hombre. Se encienden las luces
interiores del coche, una señal que indica que los voyeurs que
merodean por la zona pueden acercarse a mirar.
«Nosotros solemos estar
alrededor de los coches y si vemos que las parejas nos invitan a participar,
estupendo. Si no, pues estamos un rato y nos vamos a casa», dice uno de los
hombres que merodea, bien abrigado. Su alias dentro del coche es Paco. Fuera de
él es un desempleado casado y con hijos. «Es mi forma de desconectar de mi aburrida vida y de
participar en una experiencia donde se mezclan el riesgo y la excitación».
LUCAS DE CAL Madrid
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