Berghain tiene una planta dedicada
solo a cuartos oscuros. (iStock)
Aunque tú y yo
lo intentemos mil veces, nunca podremos entrar en Berghain, el club más exclusivo del mundo.
Ubicado en una antigua central eléctrica de Berlín (Alemania), este local es
famoso tanto por su exclusividad como por los maratones de sexo
y drogas de sus fiestas, las cuales se extienden desde la noche del viernes
a la tarde del lunes.
Hay incluso "cuartos oscuros" en
la planta baja, donde los asistentes mantienen relaciones
sexuales muy explícitas. Todo ello acompañado de una sesión continúa de música
tecno a cargo de los Dj más famosos del globo. En la planta de arriba
encontramos a bailarines desnudos de ambos sexos que cuelgan del
techo de la discoteca.
Sabemos todo lo que ocurre
dentro por las declaraciones de quienes han conseguido entrar. Algo que,
visto lo visto, es absolutamente complicado. De hecho, existe una larga lista
de famosos a los que se ha denegado el acceso, como a la cantante británica Florence Welch y
al actor estadounidense Jake Gyllenhaal. Ahora 'The Sun' recoge las confesiones de algunos de
los afortunados que han disfrutado de esta bacanal privada, en la que se ha
visto a famosos como Lady Gaga y a Claire Danes.
Berghain
Nadie sabe qué hay que hacer para entrar
El club, que abrió sus
puertas en 2004, tiene una capacidad para 1.500 personas. Siempre se
llena. Todos los asistentes a las fiestas de Berghain han sido
aceptados por los puertas del local. El criterio es arbitrario. "Si
el individuo nos da buena impresión le dejamos entrar. Hemos dejado pasar
a tipos con máscaras, faldas y a rubias tipo Pamela Anderson", asegura un
encargado de seguridad al citado medio.
Uno de los jóvenes que ha
pasado más de una noche en este club, Tom Gallagher (25), da fe de
la libertad en el código de vestimenta que existe. "Una vez estaba allí a
las 6 de la mañana y se me denegó el acceso, y de pronto veo que dejan entrar a
un tipo que solo llevaba un turbante y zapatos de tacón.
Los porteros no dudaron ni un segundo, y le abrieron las puertas de par en
par", cuenta el chico, que consiguió entrar al segundo intento.
En su primer intento, Tom
vestía con vaqueros y botas de color negro y con una sencilla camisa
de botones. Reconoce que cuando le dijeron "lo siento, no puede
pasar" le dio una vergüenza terrible, a pesar de haber visto a un grupo de
"chicas muy guapas" que corrieron la misma suerte que él.
No obstante, y a pesar de
todo, el joven no se rindió y lo intentó una segunda vez. En esta ocasión le
pidió consejo a un buen amigo: "Tienes que tener rollo y no parecer un turista
que solo busca follar, de esos que llevan camisas
abotonadas".
Al día siguiente, y después
de conocer decenas de testimonios de 'rechazados' como él, Tom se fue de compras a
Zara. Se compró una gorra, zapatos y una camiseta, todo de
color negro. Días después, volvió a hacer la larga cola (de unas 2 horas)
del Berghain. Su actitud determinante y confiada, y su nueva ropa de moda,
le valieron para entrar.
La privacidad, la clave del éxito
La exclusividad de Berghain es uno de los rasgos
que definen a este club. Ninguno de los asistentes desea que lo relacionen con
el local, algo difícil ya que la privacidad es impuesta por el equipo de
seguridad de la discoteca. Para empezar, las fotografías están
terminantemente prohibidas: antes de entrar, tapan las cámaras
de los móviles con pegatinas. Tras entrar, Tom entendió por qué tanto
recelo: "Al minuto, me encuentro en los cuartos oscuros, donde
decenas de cuerpos desnudos se rozan en la oscuridad".
Las largas colas del
Berghain. (CC/The Sun)
Otra de las cosas que no
tienen cabida en este círculo berlinés son los espejos y superficies reflectantes.
¿La razón? Después de maratones de 36 horas de alcohol, drogas y sexo la gente
pierde algunas de sus facultades. "Algunos de los asistentes han llegado a
pasar incluso 60 horas seguidas allí dentro, y no sé cómo aguantan. La música
estaba tan fuerte que sentía que mis oídos iban a sangrar", cuenta Tom.
Len Faki,
Dj residente en Berghain, solo tiene buenas palabras para la empresa en la
que trabaja: "Lo que más valoro es la libertad y la diversidad que ofrece
este club. Es un espacio abierto que da a todos la oportunidad de ser ellos
mismos, de expresarse sin ser juzgados". Unas características que también
valora Alan Smith, músico de 33 años y habitual del local:
"Lo que me gusta es que hay un verdadero sentimiento de libertad
y emancipación sexual. Yo ahí soy libre. Esas personas no están esperando la
aprobación de nadie. Solo quieren follar lo que les dé la gana y pasar un buen rato".
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