Espectáculo
The Hole Zero - THE HOLE ZERO
Se ha ido ensanchando en la
ciudad una oferta
erótica, que va a bordo del menú cultural del momento, sobre
todo en las tablas del teatro. Está, sí, el erotismo,
como tema, mayor o menor, en propuestas numerosas de la cartelera, que van
desde «Clandestino.
Adult Cabaret», en el Gran Teatro Bankia Príncipe Pío, hasta
Clímax, en el teatro Alfil, una obra de Alejandro Melero, que ya cumple
varias temporadas de gloria. Dijo alguien que el erotismo es el momento
peligroso del sexo, y algo de esto hay en la cartelera
madrileña, o sea, muchos momentos deliciosamente peligrosos, que pasan por los
«Relatos
eróticos» de Victoria Siedlecki, y llegan hasta «Ohlala,
Sexy-Crazy-Artistic», un homenaje a la voluptuosidad que se viene oficiando en la GranVía.
La Gran Vía ha sido la gran arteria canalla de la capital, pero
una arteria canalla que miraba un rato a París, y otro rato a Nueva York. Hasta
que ha dejado de ser esto, a cambio de lograrse como laberinto de las tiendas
de móviles o de calzoncillos de futbolista. No sabemos muy bien si hemos ganado
en el cambio, pero el cambio ahí está. En lo concéntrico de Gran Vía hubo,
hasta no hace mucho, algunos locales de striptease, y ahí iban
las señoritas a cumplir el arte de desnudarse, como deshojando poco a poco,
ante la afición, su juventud noctámbula, osada y de oficio.
«Ohlala,
Sexy-Crazy-Artistic»- SMEDIA
Se agotaron estos garitos de
terciopelo. Todo esto ha desaparecido, pero ahora en la Gran Vía está el show de «Ohlala,
Sexy-Crazy-Artistic», donde no hay estriptís, pero casi mejor,
porque hay un crescendo de tentación de muchos cuerpos monumentales, en un
espectáculo casi estupefaciente donde se anuda el circo último y cabaret
clásico. Podríamos decir que, en estos días, Madrid lleva vida de cabaret,
porque a lo ya dicho aquí se suma la apuesta de «The Hole Zero»,
un espectáculo de alto éxito, cuyo andamiaje (el andamiaje argumental, y a
ratos el andamiaje de escena, propiamente dicho) consiste en una nochevieja en
el mítico Estudio 54, aquella discoteca del gran mundo donde el gentío se daba
todos los alegrones de la libertad.
Estudio 54 resultó, en su
día, el domicilio no laboral de los famosos mayores, zona Jagger, o Liza Minelli, la cava del desmadre internacional,
el sótano de oro de los que trasnochaban fieles al lema de Henry Miller: “No se
vive la vida. Se devora”. Ese espíritu tiene el gran show que ahora se levanta
en Madrid, que además aporta la pieza teatral “El cásting”, donde también hay
recreo de temperatura erótica, o «Miss Tupper Sex», un
monólogo alocado y memorable de la actriz Pilar Ordóñez. Para prorrogar y
completar este subidón de erotismo urbano, viene enseguida una obra de mucha
eslora, «Briefs». Será en el teatro Calderón, y pondrá color a la celebración
del World Pride 2017.
Ángel Antonio Herrera
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