Una hembra de culebra rayada, de mayor tamaño, es perseguida
por varios machos durante la temporada de apareamiento en Norteamérica - Christopher R. FriesenSINC
Tras ocho meses de hibernación
en madrigueras subterráneas, las culebras rayadas o serpientes jarreteras (Thamnophis
sirtalis) de Norteamérica emergen en masa en primavera formando grandes
aglomeraciones para reproducirse durante dos o cuatro semanas.
En ese período se suceden las
orgías en las que miles de machos buscan desesperadamente aparearse con una hembra.
La competencia es tan intensa que durante esas semanas los machos no comen,
aprovechan todo su tiempo para procrear y se pelean por las hembras, que no
dedican más de tres días a la reproducción.
Científicos de la Universidad de Sidney
en Australia han analizado cómo afecta este intenso período a una población de
serpientes de Manitoba en Canadá y han llegado a la conclusión de que los
machos son incapaces de mantener una buena condición corporal. Envejecen más rápido que
las hembras. Para demostrarlo, midieron la longitud de los
telómeros, un biomarcador del envejecimiento.
El estudio, publicado en la
revista Royal Society Journal Proceedings B, señala que los machos gastan toda
su energía en el apareamiento, en lugar de protegerse contra el daño genético y
celular asociado al envejecimiento. Por el contrario, las hembras priorizan la
condición corporal y son más capaces de reparar el daño celular, lo que
conlleva vidas más largas y mayores oportunidades en el futuro para
reproducirse.
«Aunque creemos que todas las
hembras se reproducen cada año, solo permanecen en los lugares de apareamiento
durante un corto período de uno a tres días, mucho menos que los machos que permanecen
por lo menos una semana y hasta 21 días, lo que les hace envejecer más rápido y
morir antes que ellas», asegura Christopher R. Friesen, investigador en la Universidad de Sidney.
A esto se añade el hecho de
que, dependiendo de sus reservas de grasa y energía, «las hembras pueden
almacenar el esperma durante 15 meses o más tiempo antes de utilizarlo para
fecundar sus huevos», explica el investigador.
Además de dar prioridad a la
autopreservación antes que al sexo, las culebras tampoco pierden energía al
cuidar a sus crías después del nacimiento.
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