La carne roja es muy proteica y, muchos pensarán,
ideal para el sexo por su aportación energética, además concluye la Cuaresma, tradición
cristiana que se caracteriza por el ayuno y la abstinencia de carne en la
alimentación. Sin embargo, para algunos siempre es Cuaresma y besar a alguien
que come animales sea como lamer
un cenicero usado.
Luís Parejo
Es obvio que comer de forma adecuada afecta a una
relación sexual efectiva. No es lo mismo ir directo al tema después de haberse
apretado una fabada que tras una ligera cena con ostras, para despertar el
apetito. El carnal, claro.
Pero no todo gira alrededor de la digestión y las
ganas... Porque, a veces, dependiendo de lo que comas tendrás sexo o no. Y con
los vegasexuales, si comes animales, no follas.
Y punto. Para la gente que se identifica con esta
corriente sexual, si consumes productos de origen animal, las probabilidades de
que un acercamiento cordial vaya a más son iguales a cero.
La primera en acuñar este término fue la profesora de la Universidad de
Canterbury (Australia) Annie Potts, que ya que identificó una tendencia entre
los vegetarianos a evitar el contacto sexual con los omnívoros en 2006. Ese año
su departamento realizó una encuesta de comportamiento entre el colectivo
contra el maltrato animal neozelandés. La mayoría de los participantes aseguraron
su incomodidad o rechazo a tener acercamientos pasionales con personas que
consumieran productos de origen animal.
«No puedo pensar en besar labios que dejan que entren
en su boca animales muertos», aseguraba una de las encuestadas, mujer vegana de
49 años. «Somos lo que comemos y, por eso, me cuesta con los fluidos
corporales, especialmente en cuanto al sexo», explicaba otra vegana de 34 años.
«No me gustaría intimar con alguien cuyo cuerpo está hecho a partir de los
cuerpos de otros que han muerto para su sustento», incidía otra mujer
entrevistada, que dio con lo fundamental: «Los cuerpos no-vegetarianos huelen
diferente... Aunque lo encontrara realmente atractivo, no me acercaría. Es mi
personal forma de sexualidad ética».
Ahí reside la clave: se trata de una elección basada
en una determinada forma de entender el mundo. A fin de cuentas, el veganismo
se fundamenta en la lucha contra el «especismo»: creer que el hombre, en tanto
que ser humano, es superior al resto de animales que pueblan el planeta. Y una
persona que piensa de esta manera no puede mantener una relación con alguien
que ve las vacas como potenciales hamburguesas.
Potts, en un trabajo de 2010, asegura incluso que
existe un «espectro» dentro de la vegasexualidad. Así, en un extremo se encuentran
los vegetarianos que pueden sentir mayor atracción sexual hacia quienes no
consumen productos animales. En el otro lado, quienes entienden la sexualidad
como aversión física a quienes se nutren con animales.
En los últimos años, reconoce Potts, el veganismo se
ha puesto de moda y ha conseguido convertirse en una práctica sexy. Es decir,
que tiene un componente de atractivo cultural que hace que cada vez más gente
se sume a la tendencia vegana. Y a más gente que cambia sus hábitos de consumo,
menos población dispuesta a tener sexo con quienes comen productos animales.
Potts, incluso, va más allá y reconoce un cierto
vínculo entre una heterosexualidad masculina occidental dominante relacionada
con el acto de comer carne que se siente atacada ante sexualidades alternativas
como la vegasexualidad. Y todo gracias a un estudio de comentarios
reaccionarios de hombres «comedores de carne» en los periódicos y los medios
que difundieron la noticia tras la primera encuesta.
Por tanto, seas o no vegano, comas o no productos
animales, o te gusten o no quienes coman carne y pescado... Comer más fruta y
verdura beneficiará tu vida sexual. Por poner un ejemplo, el líquido seminal
está compuesto en su mayoría por fructosa, que procede sobre todo de... ¡Bingo!
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