La autoexploración genital a
partir de los 4 años es una fase necesaria, y no tiene las connotaciones
sexuales que adquiere en la edad adulta
Silvia C. Carpallo
Aunque algún adulto
se escandalice o se extrañe, es habitual que los niños se toquen sus genitales
y que, además, obtengan placer de ello. Pero estos tocamientos infantiles no
pueden compararse con la masturbación. Según el médico y sexólogo
Santiago Frago, "antes de ciertas edades la masturbación y la auto
estimulación infantil están exentas de los significados que adquieren cuando
uno es más mayor. En el caso de los niños y niñas pequeños obedece a juegos de
descubrimiento y curiosidad corporal, que sencillamente les reportan
placer".
Pese a que obviamente
resulta difícil realizar un estudio científico de este tipo en menores, sí que
existe evidencia al respecto. Según una publicación de la revista de la American
Academy of Pediatrics, entre el 90 y el 94% de los hombres y entre el 50 y
60 % de las mujeres recuerdan estos tocamientos durante la infancia. Este
comportamiento, lejos de ser extraño, es parte del desarrollo de los niños, y
no nos debería sonar extraño a los adultos, quienes muchas veces no saben a qué
profesional deben consultar.
El portavoz de la de
la Sociedad Española de Medicina del Adolescente (SEMA) Félix Notario explica que
"en la consulta del pediatra se aborda el desarrollo sexual del niño y del
adolescente", sin embargo, suele realizarse más bien desde "un punto
de vista más físico, hormonal, psicológico y social". Notario afirma que
"no es común que los padres consulten sobre hábitos sexuales saludables y
mucho menos nuestros adolescentes delante de sus padres".
Algo que parecería
bastante saludable, tal y como señala Bonnie Rough, autora del libro Beyond
Birds and Bees, en el que investiga lo que enseñamos a nuestros hijos sobre
el cuerpo, el sexo, las relaciones y la igualdad. La experta sugiere que si se
habla más abiertamente de este tema se evitará enviar el mensaje de que la
masturbación es algo vergonzoso. Y también se incidiría en la importancia de
que esta práctica se lleve a cabo en el ámbito privado y desde la intimidad.
Caricias sin connotación erótica
Quizás la clave es
que los adultos entiendan que los comportamientos de los niños no pueden verse
desde el mismo prisma que usan los adultos, sino que corresponde a otras
realidades. La psicóloga responsable del Instituto Sexológico
Murciano en Alicante, María
Esclapez, insiste en la idea de que "durante la primera infancia la
conducta sexual se caracteriza por su finalidad autoexploratoria y lúdica,
orientada hacia el propio sujeto".
Sin embargo, no hay
que olvidar que estos tocamientos también forman parte del desarrollo
saludable. "La práctica de la masturbación, siempre que sea una práctica
deseada y privada, no comporta, en principio, ningún riesgo emocional ni para
la salud", expone Frago. Por ello, hay que entender que
"hablar de 'personas sexualmente sanas' pasa por quererse a sí mismo para
poder así querer a los demás".
Por su parte, la
sexóloga Judith Viudes expone que, en la mayoría de los
casos, las consultas llegan cuando los niños no distinguen entre el ámbito
público y el privado. Así, se encuentra con comentarios del tipo "la niña
se restriega en la silla y le da igual hacerlo ahí delante de la clase", o
"me apuro muchísimo cuando veo que el niño empieza a tocarse por dentro
del pantalón en medio de la clase". En estos casos, "es importante no
reñirle ni castigarle, no está haciendo nada malo, pero sí que hay que corregir
su conducta y explicarle que eso puede hacerlo de forma privada cuando esté
solo y en casa y no en cualquier lugar o situación". Lo ideal es
"redirigir la conducta a la actividad que esté haciendo en clase o buscar
otras actividades alternativas si está en cualquier otro lugar".
La exploración comienza antes de
los 4 años
Otra pregunta que
cabe hacerse es cuándo empiezan este tipo de comportamientos, si varían según
las edades y cuándo podría realmente pasar a tener una connotación más sexual.
Según un documento de The National Child
Traumatic Stress Network, cabe distinguir dos etapas: la de niños menores
de cuatro años con curiosidad por la exploración y la de niños de hasta 7 años
que pueden explorar también los genitales de otros niños. Es por ello que María
Esclapez diferencia los juegos a solas del conocido "juego de
médicos", que tampoco tienen nada que ver con los juegos sexuales de los
adultos. No será hasta la llegada de la pubertad, cada vez más temprana, cuando
exista este componente sexual y se pueda hablar de masturbación propiamente
dicha.
Como idea clave, la
también sexóloga Zoraida Granados apunta que la sexualidad nos
acompaña toda la vida, desde que nacemos hasta que morimos. "Desde que el
niño es capaz de agarrar objetos (en torno a los 5 o 6 meses), es normal que
inspeccione y toque, ya sea de forma accidental o no, sus genitales”.
Otro apunte es que
parece existir una diferencia por géneros, ya que como señala Félix Notario,
estos juegos son más habituales en las niñas que en los niños. "En edades
tempranas, en torno a entre los 2 y los 5 años, sin tener ninguna connotación
sexual, la niña frota sus genitales con superficies más o menos duras,
produciéndole una sensación especial de excitación". Si bien este fenómeno
es habitual y los padres no suelen consultarlo por entenderlo dentro del desarrollo
normal, sí que preguntan cuándo en esta misma edad, y sobre todo en edades
posteriores, se trata de una actitud persistente. Es entonces cuando los
pediatras aconsejan "que se distraiga en ese momento a la niña en
cuestión, para no llegar a estadios de sobreexcitación y a nivel físico de
irritación de la zona".
El tabú es más importante en las
niñas
Aunque estos
tocamientos iniciales son más frecuentes en niños, al crecer se cambian las
tornas, puesto que la masturbación en la pubertad "se trata de una práctica
erótica generalizada en el universo juvenil", que pasa a tener "un
predominio en el sexo masculino", según la experta en educación sexual Soraya Calvo.
El porqué de esta
diferencia en el crecimiento sexual tiene múltiples explicaciones, aunque la
experta incide en los "estereotipos en torno a la sexualidad femenina, una penalización de la expresión
evidente y abierta del deseo de la mujer y cierto desconocimiento social
general en torno a la genitalidad de la mujer". Estas connotaciones
negativas sobre la masturbación, desde pequeños, acaban por tener consecuencias
cuando se llega a adultos, tales como "la incapacidad para gestionar las
situaciones personales que puedan derivarse de la masturbación; autogestión
nula del propio placer y dependencia de los otros y las otras; ideas negativas
sobre los propios genitales y en consecuencia baja autoestima". Todo ello
debido a que "seguimos anclados en una idea moralista de la sexualidad que
no incorpora visiones científicas".
De esta forma, Calvo
concluye que "la masturbación es una práctica más. Ni es necesaria, ni
obligatoria, ni buena o mala en términos absolutos. A pesar de ello no podemos
obviar que favorece un mayor conocimiento del propio cuerpo y de sus
reacciones; así como cierto componente de autonomía respecto al propio placer y
disfrute". Y eso es algo que quizás deberíamos aprender desde niños, de
una forma natural, para disfrutar más de una sexualidad sana de mayores.
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