Los desarrolladores de esta máquina del placer vieron 1.159 vídeos porno
para poder ajustar el algoritmo que emula el sexo oral
Detalle del funcionamiento de esta máquina sexual - Autoblow
Inteligencia Artificial por aquí; Inteligencia
Artificial por allá. La industria de la tecnología ha abrazado a los sistemas
cognitivos como su futuro. Todo debe ser inteligente, pero con automatismos.
Mientras se sueña con coches autónomos y voladores o robots que nos hagan una
vida más cómoda, hay quien pone en práctica algunos avances para el aspecto más
terrenal del ser humano, el sexo.
AUTOBLOW
Existen varias propuestas de robots sexuales. Su
atracción, sin embargo, pasa por superar ciertos valores y éticas, pero en esa
carrera por lograr el juguete sexual perfecto todavía tiene un largo recorrido.
A las máquinas del placer que se han inventado y que, en algunos modelos emulan
casi a la perfección el tacto humano, hay que sumar un desafío mayor: su
comportamiento.
Con ese objetivo se ha desarrollado Autoblow 2, una máquina sexual diseñada para realizar felaciones similares a la
realidad. Se trata de una segunda versión del algoritmo diseñado hace cuatro
años. Una iniciativa que ha contado con un grupo de investigadores y
científicos, quienes tuvieron que visionar unos 1.145 videos de contenido para
adultos (un total de 109 horas) para lograr una simulación del comportamiento
humano durante el sexo oral. En lugar de hacer movimientos repetitivos, es
capaz de ofrecer hasta dieciséis distintos.
AUTOBLOW
El proyecto, que cuenta con una funda de goma y un
sistema mecánico alojado en un recipiente, ha recibido una inversión de 50.000 dólares (43.500 euros) para su desarrollo
comercial. El resultado es un dispositivo cilíndrico que se puede utilizar con
una sola mano. A diferencia de otros robots sexuales, esta máquina cuenta con
un algoritmo informático que «cambia continuamente la técnica» para complacer al
usuario «de formas nuevas y emocionantes», apuntan los investigadores.
Los científicos emplearon una curiosa interfaz en la
que utilizaron una representación de la cabeza del hombre al que bautizaron
como «sliderman» o «hombre deslizante», que contaba con un elemento visual en
forma de pene alargado cuyas marcas de calor servían para ajustar el algoritmo.
Aunque suene descacharrante, la industria del sexo es muy innovadora en el
sentido que ha experimentado con los avances tecnológicos de cada época para sus
producciones y espectáculos como la realidad virtual y, ahora, la robótica. Es
más, un estudio de YouGov
estima que el 9% de los hombres tendrían sexo con un robot. ¿Serán así
las relaciones
del futuro?
J.M.SÁNCHEZ
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