Esta rápida danza popular se consideraba como un tratamiento contra el
«tarantismo», una dolencia causada por la mordedura de estas grandes arañas. En
realidad, todo era una superstición
La aracnofobia afecta al cinco por ciento de la
población. Según un estudio realizado por científicos de la Universidad de
Columbia, en Nueva York, es un comportamiento codificado en nuestro ADN desde
hace cientos de miles de años. Curiosamente, las posibilidades de morir o tener
una dolencia grave por culpa de las cuarenta mil especies de arañas que existen
son muy bajas.
Tarántula fotografiada en México - AFP
Una de las especies más temidas de arañas es la
tarántula (Lycosa tarantula) también conocida como araña lobo, un
arácnido de gran tamaño, velludo y de tonos pardos. El vocablo «tarántula»
procede de la ciudad italiana Tarento, en la región de la Apulia, en donde
debía haber muchas arañas lobo.
Este arácnido espoleaba de forma especial a los
campesinos que realizaban labores de segado o trabajos relacionados con la
cosecha durante los meses estivales. En algunas zonas surgió la leyenda de que
ciertos espíritus, irritados por alguna ofensa, se encarnaban en arácnidos y
por eso picaban, siendo necesario aplacarlos con la ayuda de bailes
folclóricos.
Una danza con poderes mágicos
La «tarantela» es un baile popular del sur italiano,
cuyo origen se remonta a los colonos griegos que llegaron a Sicilia y al sur de
la península Itálica. Es una danza de tempo muy rápido, con un compás 6/8, que
se acelera progresivamente y que se suele acompañar de panderetas, palmas y
castañuelas.
El tarantismo era una enfermedad de la psique, un tipo
especial de locura, supuestamente causado por la picadura de tarántula, y que
podía acabar con la muerte del paciente. Sus síntomas giraban en torno a dos
ejes: atoramiento emocional y ofuscación del estado de conciencia. Todo esto
era pura superstición, ya que en realidad el mordisco de Lycosa tarantula
es inocuo para el ser humano.
Fue precisamente en ese contexto y usando como base
argumental el poder curativo de la danza, cuando a lo largo del medievo surgió
la teoría de que si alguien con una picadura de tarántula bailaba la tarantela
–la danza purificadora–, podría evitar la aparición del tarantismo, ya que con
el sudor la ponzoña del arácnido era eliminada.
Dicho y hecho. La superstición se extendió como la
pólvora y a toda persona picada por una tarántula se la incitaba a danzar con
furia, de forma histérica, instándola a dar saltos violentos hasta que cayera
exhausta.
¿Y, en España…?
En la península Ibérica la picadura de la tarántula
era especialmente frecuente en Andalucía, La Mancha y Extremadura, siendo
bastante habitual que estas zonas el «picado» por tarántula llamase a un músico
para que interpretase una melodía determinada con la vihuela.
Todavía en Guadalupe (Extremadura) hay lugareños que
recuerdan el pareado:
«Si vas al campo, llévate la vihuela
por si te pica la tarantuela»
En 1782 se creó en nuestro país una comisión que a
través del «Expediente de la tarántula», que comprendía un registro de casos
ocurridos entre los años 1787 y 1807. Los autores del documento reconocieron
que el baile era efectivo contra la picadura.
Como ha sucedido en muchas ocasiones a lo largo de la
historia, el folclore y la superstición anidaron allí donde la ciencia no fue
capaz de llegar, de forma que la tarantela podría ser considerada la antesala
de la musicoterapia.
Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de
El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación
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