Si hay una cosa que tenemos en común los seres
humanos, son los sueños. Aunque no los recordemos todos soñamos. Cuando
dormimos, nuestro sueño atraviesa una serie de fases, de más a menos profundas.
La fase del sueño en la que aparecen fantasías en forma de historias es la
llamada fase REM. Todas las fases tienen una función fisiológica importante:
reparar el organismo y consolidar funciones cognitivas, como la memoria.
Por tanto, soñar es algo inevitable, sea cual sea el
contenido: pesadillas, sueños eróticos, tener la capacidad de volar, perder los
dientes o ser un superhéroe, por ejemplo. Tal y como señala Ana Belén Carmona
Rubio, psicóloga y sexóloga en Lasexologia.com y profesora del máster en Sexología de la Universidad Camilo José Cela, en
Madrid, “tener sueños eróticos es algo natural: la sexualidad forma
parte de nuestra vida, por tanto es lógico que algunos de nuestros sueños
tengan este contenido”.
Si indagamos un poco más en por qué tenemos sueños
eróticos podemos comprobar que no hay una respuesta única dada la complejidad
de los sueños. Silvia Carpallo, sexóloga, periodista y autora del libro El orgasmo
de mi vida, se remonta a Freud. “Decía que en los sueños eróticos cumplimos
un deseo frustrado o interpretaciones más simples, que vienen a decirnos que la
sexualidad es una parte importante de nuestro día a día y por eso también
aparece en nuestros sueños”, explica. Otra teoría que añade Carpallo es que a
veces los sueños eróticos aparecen en una época de menor frecuencia sexual,
“como una forma de buscar ese desahogo, ya que incluso pueden tenerse orgasmos
en sueños, tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres”.
Al igual que el resto de sueños, los eróticos no se
pueden controlar y cada persona los vive de forma diferente, en general con
normalidad e incluso con placer y satisfacción. Sin embargo, Carmona especifica
que en algunos casos se viven con malestar por diferentes motivos como verlos
como algo sucio, inadecuado o como una infidelidad. “A veces hemos recibido
consultas de personas angustiadas por tener sueños de contenido erótico, o
mujeres angustiadas por saber que sus parejas tienen sueños eróticos cuando
duermen, buscando ayuda para poder controlarlos o inhibirlos. Algo imposible,
claro. En estos casos, el trabajo que podemos realizar los profesionales de la
sexología es desentrañar los motivos por los que las personas viven con
angustia soñar o pensar, para desmontarlo, pues la mayoría de ocasiones hay
malentendidos, poca información o información errónea que hace que se vivan
como algo amenazante”, aclara la experta.
En la literatura encontramos mucha información sobre
la interpretación de los sueños y un punto en el que coinciden la mayoría de
los autores es que no hay que tomar los sueños al pie de la letra. “Por
ejemplo, si soñamos con una expareja, puede ser porque la echamos de menos,
pero también porque lo que echemos de menos sea la frescura o la impulsividad
del sexo con esa pareja de la juventud, que no siempre es igual que el que se
tiene con una pareja estable años después. Igualmente, aparecen en nuestros
sueños personas inesperadas, como personas de nuestra familia, que no implican
una atracción sexual, sino a lo mejor un conflicto no resuelto. No hay una
interpretación estándar aplicable a todo el mundo, sino que depende de la
persona que sueña, de sus circunstancias, de lo que le haya pasado ese día, de
su relación o su visión de esa persona, y de su auto concepto de sí mismas”,
añade Carpallo.
Para afrontar una posible culpabilidad, las expertas
recuerdan que los sueños no se rigen por las reglas de la realidad y no podemos
interpretar el subconsciente como la parte consciente.
“Los sueños o fantasías no necesariamente muestran
deseos que una persona quiere llevar a la práctica. A veces se trata de
contenidos que sólo son estimulantes porque son imaginados, pero no se busca
nada más. En otras ocasiones puede que lo que se sueñe o fantasee coincida con
deseos, pero tenemos la capacidad de regular nuestro comportamiento y tomar
decisiones: no todo lo que se desea se lleva a la práctica, pues algunas veces
puede no ser lo más conveniente”, apostilla Carmona.
¿Es bueno tener sueños eróticos?
Respecto a si es saludable tenerlos, ambas coinciden
en que es tan saludable como cualquier otro sueño. Y Carpallo añade que quizás
lo es más en aquellas ocasiones en
las que ayuda a liberar esa tensión sexual que quizás
pueda estar acumulada. “También hay que tener en cuenta que a veces el sexo
aparece no con una connotación evidentemente sexual, sino como la muestra de la
cercanía a esa persona o incluso como una forma de resolver conflictos, caso en
el cual, puede ser beneficioso para nuestro bienestar”.
¿Mujeres y hombres? ¿Quiénes suelen tener más sueños
eróticos? Según el estudio Sleep 2007 de Antonio Zadra, profesor adjunto
del departamento de Psicología de la Universidad de Montreal, parece que no hay
diferencia por género en cuanto a la cantidad de sueños eróticos, y que esa
diferencia está sobre todo en las temáticas. Las mujeres sueñan más con famosos
(actores, cantantes...) y pasados amantes; mientras que en los hombres es más
común soñar con sexo con varias personas o en grupo. No obstante, Carmona
matiza que también existen estudios que apuntan a que son más frecuentes en
hombres. “Mi opinión es que esta conclusión puede estar sesgada por el hecho de
que casi todas las investigaciones realizadas al respecto se centran en
muestras masculinas, por tanto se conoce mucho menos el funcionamiento de los
sueños eróticos en las mujeres”.
¿Es posible alcanzar el orgasmo con un sueño erótico?
La respuesta es afirmativa: en ocasiones los sueños
eróticos pueden ir acompañados de excitación y orgasmo tanto en hombres como en
mujeres.
“El mejor ejemplo es la llamada polución nocturna de
los hombres, es decir la eyaculación involuntaria durante la noche,
generalmente relacionada con un sueño erótico, que es más frecuente en adolescentes,
pero también puede aparecer en hombres más adultos, como decíamos, en una época
de menor frecuencia sexual”, explica Carpallo. “En el caso de las mujeres
también es posible, pero no todas lo recuerdan y no deja marcas tan visibles.
Sin embargo, lo que confirma esta idea es que se puede llegar al orgasmo sin
una estimulación física, por lo que el verdadero órgano sexual no son los
genitales, sino el cerebro y se le puede sacar mucho más partido”.
¿Y qué ocurre cuando nos despertamos? Carpallo
concluye describiendo que en esas situaciones podemos mostrarnos ansiosos,
nerviosos, más tranquilos, o incluso excitados. De hecho, en ocasiones, si
nuestro sistema nervioso, al detectar ese estímulo, ha enviado un mayor riego
sanguíneo a nuestros genitales, puede haber una erección del pene o del clítoris.
Mar Sevilla Martínez
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