Una iniciativa que llega a las urnas este domingo pide subvencionar a los
granjeros para frenar la práctica de descornar al ganado
Dos vacas en el tradicional 'Combate de las Reinas',
en una imagen de archivo de la fiesta en la localidad suiza de
Bussy-Chardonney. Jean-Christophe Bott AP
La vaca suiza con cuernos, la típica que pasta en los
prados de las postales o ilustra los envoltorios de las tabletas de chocolate,
en realidad va camino de convertirse en una rareza. Símbolo nacional y
atractivo turístico, tres de cada cuatro vacas en el país alpino no tienen
cornamenta porque han sido desmochadas o son de razas alteradas genéticamente
para que nazcan sin ella. Una circunstancia que se ha propuesto cambiar Armin
Capaul, un granjero de Perrefitte, en un pequeño valle del cantón de Jura
(noroeste). Quiere que las vacas —y las cabras— vuelvan a lucir cuernos y ha
conseguido que el asunto llegue a las urnas. Los suizos votarán este domingo si
aceptan o no que se paguen subvenciones a los ganaderos que mantienen vacas con
cuernos.
La cruzada de Capaul comenzó en 2010, cuando sugirió
por carta a los funcionarios de la Oficina Federal de Agricultura que
incluyeran la preservación de la cornamenta en su programa de mantenimiento del
bienestar del ganado. "Se rieron en mi cara", recuerda. La mayoría
del ganado pasa por el veterinario para una amputación que impide que crezcan
los cuernos, una práctica para evitar accidentes y que permite establos más
pequeños. Capaul intentó sin éxito convencer a los partidos de frenar el
desmoche de las vacas y al final decidió lanzar una iniciativa popular y reunir
las al menos 100.000 firmas que exige el sistema suizo de democracia directa
para llevar la propuesta a las urnas.
"Los
cuernos son parte de la vaca, la Creación así lo ha decidido", defiende el
granjero Armin Capaul
Logrado el objetivo (119.626 ciudadanos apoyaron una
consulta nacional), los votantes decidirán este domingo si apoyan ayudas a los
ganaderos por cada vaca que, como las de Capaul, siga paseando su cornamenta.
El impulsor de la iniciativa —oficialmente titulada “por la dignidad de los
animales de granja”— cuenta que suele sentarse en el establo y hablarle a sus
vacas. Y que ellas de alguna manera contestan. "Me preguntaron si
podía hacer algo (...), si podía ayudarles a mantener sus cuernos y luego pensé
que tenían razón, de una manera u otra, alguien tenía que hacer algo”.
Argumenta Capaul, de 66 años, que “los cuernos son
parte de la vaca, la Creación así lo ha decidido, es parte de su cráneo. No
tenemos derecho a cambiar la apariencia física de estos animales”. Según datos
de 2017 de la Administración, en Suiza hay unas 690.000 vacas y 420.000 cabras
y ovejas.
El Gobierno federal rechaza la propuesta.
El consejero (equivalente a ministro) de Economía y
Agricultura, Johann Schneider-Ammann, argumenta que ya hay una opción de ayudas
para la producción respetuosa con el bienestar animal y rechaza un incentivo
específico para las vacas con cuernos. La Administración helvética estima que
el coste de la propuesta oscilaría entre 10 y 30 millones de francos suizos
(entre 8,8 y 26,5 millones de euros) en un presupuesto de Agricultura de unos
3.000 millones.
Además,
obligaría a invertir en reformas de los establos para dar más espacio a los
animales y evitar que se lesionen, o a mantenerlos atados. “En ese sentido, la
iniciativa sería un autogol para el bienestar de los animales”, ha considerado
Schneider-Ammann. "Mantener animales sin cuernos es una decisión
empresarial que depende únicamente de los agricultores", sostiene,
mientras, la Unión de Agricultores de Suiza.
Lo que hay que hacer es "adaptar los establos a
las vacas", y no al contrario, replica Capaul, con el objetivo de
garantizar su seguridad y la de sus cuidadores. “Tenemos que respetarlas como
son. Cuando las observas siempre levantan la cabeza y se muestran orgullosas.
Sin los cuernos, están tristes”, insiste este granjero, que destaca que la
cornamenta ayuda a los bovinos a comunicarse entre sí y regula su temperatura
corporal. Capaul pide que por cada una que no pase por el veterinario los
propietarios cobren al año 190 francos suizos.
A favor o en contra, la iniciativa ha generado debate.
También entre los compañeros de Capaul. “Nuestro actual sistema de establos
tiene ventajas, las vacas se llevan bien unas con otras. Si tienen cuernos, el
peligro de lesiones tanto de animales como de los granjeros aumenta”, afirma
Stegan Gilgen, con una cabaña de 48 vacas lecheras. “Cada granjero debe decidir
por sí mismo. Tenemos otros problemas en el sector agrícola”.
"Mantener
animales sin cuernos es una decisión empresarial que depende únicamente de los
agricultores", sostiene la Unión de Agricultores de Suiza
Los partidarios de respetar lo que la naturaleza dio
afirman que los animales pueden sufrir dolores crónicos tras el desmoche o
descorne —los veterinarios sedan a las vacas o terneros, y queman y cauterizan
la zona de la que salen los cuernos—, mientras que la Administración afirma que
eso no está demostrado científicamente. Los detractores de la propuesta
comparan la operación a las castraciones de gatos o perros.
“Usando un hierro muy caliente durante siete segundos,
quemo la piel y los vasos sanguíneos que irrigan la zona donde brota el cuerno
para que no crezca”, explica a la agencia Reuters el veterinario Jean-Marie
Surer, mientras realiza la operación a tres terneros en el cantón de Vaud. “Es
indoloro, no mueven ni una oreja”, añade.
Según las últimas encuestas, publicadas a mediados de
noviembre, los suizos están indecisos, pero ven la idea con simpatía. Un sondeo
realizado para el grupo de medios Tamedia arroja un 45% de apoyo a la
iniciativa frente a un 52% que votaría en contra, mientras que otro del
Instituto Gfs de Berna estima un 49% a favor del sí y un 46% de noes.
Sea como sea, “en Suiza nunca se ha hablado tanto de vacas”, presume Capaul.
No hay comentarios:
Publicar un comentario