POR SEXOS
Aunque es cierto que existen diferencias en relación a
la frecuencia en que hombres y mujeres fantaseamos, esto se debe a cuestiones
culturales y educacionales. En el caso de los hombres, suelen hacerlo de manera
habitual debido a que, para ellos, tener una sexualidad activa ha sido y es, no
solo algo permitido, sino reforzado. Mostrar un alto deseo es considerado
normal, en su caso, y símbolo de hombría.
Sin embargo, en el caso de ellas, no se ha entrenado
tanto esta habilidad mental erótica, pues el castigo social asociado al estigma
de ser una mujer deseante, y no solo deseada (que sería su rol permitido y
reforzado) ha conseguido que muchas puedan temer activarse 'demasiado', por
miedo a ser juzgadas por ello. Esto, que quizá suene a historias de otra época,
es habitual encontrarlo en consulta, incluso en mujeres jóvenes y aparentemente
liberadas sexualmente.
En ellos, aunque tengan claras sus fantasías, éstas
presentan escenas más distorsionadas, debido a una información y conocimiento
sexual inadecuado o inexistente, que puede dificultar las relaciones sexuales
reales con su pareja u otras personas.
Por estos motivos y otros, como su potencial para
activar nuestro deseo, el trabajo de las fantasías eróticas o sexuales es tan
necesario tanto en consulta, con personas que ya presentan alguna disfunción o
dificultad sexual, como en cualquier persona que desee experimentar una
sexualidad sana y satisfactoria.
LA MODA MANDA
En cuanto a temáticas, también existirían diferencias
aunque cada vez se van igualando, como ocurriría con la clásica masculina del
trío o la de la sumisión que, aunque sea una clásica femenina (por la misma
razón cultural y educacional que comentábamos, pues es una forma de vivir la
sexualidad desde un rol, aparentemente menos activo) cada vez aparece más en el
imaginario masculino.
Las modas y la erótica imperante en cada época,
también afectan. Por ejemplo, la idea de practicar 'sexting' o jugar
eróticamente online, es evidente que se ha podido incluir en nuestro imaginario
en la actualidad ya que disponemos de esas nuevas tecnologías. Y gracias a
estas, también nos llegan estímulos y nuevas prácticas que, hace años, jamás
hubiéramos imaginado.
En cualquier caso, las fantasías son gratis y llevan
el sello de cada persona, lo que las hace únicas, sorprendentes y aún más
deseadas por sus creadores y acompañantes.
DESEO
Trabajar nuestras fantasías eróticas supone un acto
activo en beneficio de nuestra salud sexual. Querer activar el deseo y no poder
conseguirlo, no solo puede generar frustración en la persona sino en su pareja,
si la tuviera.
Solemos tener una idea del deseo poco realista,
considerando que este aparece solo y desaparece cuando ya no ha de estar. En
este sentido, muchas parejas consideran finalizar su relación, por ejemplo,
cuando se dan cuenta que la chispa sexual se extinguió entre ellos.
Sin embargo, el deseo no funciona así. Para que
aparezca hemos de construirlo y alimentarlo de manera activa y consciente.
Siendo responsabilidad de cada persona trabajarse su propio deseo. No podemos
responsabilizar a nuestra pareja de que haya desaparecido, salvo que haya
ocurrido algo especialmente impactante que nos lo deje por los suelos. En
cualquier caso, nuestro deseo depende de nosotros en primera instancia, y somos
los que hemos de elegir los estímulos activadores.
CÓMO FUNCIONAN
La herramienta fundamental y más importante para
activar nuestra erótica es el cerebro. Responsable además de cualquier otra
área o práctica sexual física, mental, sensorial y emocional. Es ahí donde
podemos activar o desactivar la conocida como 'clave erótica'. Y para
conseguirlo, nuestros sentidos, pensamientos y fantasías son necesarios.
Por suerte, o desgracia en ocasiones, el cerebro se
cree todo lo que imaginamos. Por ejemplo, cierra los ojos y piensa en
pepinillos en vinagre, imagina que chupas una raja de limón o que saboreas una
onza de chocolate. ¿Salivas? ¿Sientes el vinagre, el ácido o el dulce? Quizá
hasta te apetezca comer eso que degustaste en tu mente.
Pues lo mismo ocurre con nuestras fantasías eróticas.
Aunque no estemos realizándolas, nuestro cerebro se activa como si así fuera y
desencadena nuestro deseo. Parece sencillo, ¿verdad? Pues muchas personas
necesitan recursos para facilitar que su cerebro comience a fantasear,
utilizando literatura, películas, cómics o cualquier otro formato erótico o
sexual. En consulta, estos y otros recursos, como juegos en pareja e
individuales, nos ayudan a despertar ese deseo, tan necesario para que la
respuesta sexual humana al completo se active y nos satisfaga.
MITOS
Aún siendo fuentes de placer, hay personas que temen
fantasear. Dejando a un lado los traumas personales o cuestiones religiosas
que, por supuesto, pueden distorsionar la finalidad de las mismas, generando
culpas o temores en lugar de placer, existen otras creencias limitantes a la
hora de fantasear.
Son íntimas. No tienes porqué contárselo a nadie, ni
siquiera a tu pareja. Solo si lo deseas y consideras que tenéis la confianza necesaria
para poder hacerlo, comparte tus fantasías sexuales. Si crees que no existe esa
confianza aún, trata de trabajarla para poder hacerlo más adelante y transmite
tu fantasía como un acto de intimidad compartida, sin exigencias por ser
cumplida y como herramienta para conoceros más.
No suponen infidelidad. La fantasía es libre y todas
las personas tenemos derecho a imaginar lo que nos gustaría hacer o que nos
hicieran y excitarnos con ello.
No siempre se desean llevar a la práctica. Bien porque
se disfrutan más en el imaginario o por temor a que, la decepción acabe con
ella. A menudo las fantasías son irrealizables, circunstancia que le confiere
un morbo especial.
A veces pueden generar malestar en la pareja pues, al
ser tan personal, quizá no se entienda o comparta. En cualquier caso, cada
miembro de la pareja tiene derecho a proponer su práctica, si lo desea, siempre
tratándolo con calma, sin presiones y sin ser juzgado por ello.
No se pasará a la acción si no existe consenso por
todas las partes. Olvídate del "lo hago por ti". Eso, además de no
funcionar, os acabará separando.
NO SON UN PROBLEMA
Fantasear no es negativo. Podría convertirse en
problemático si son la única manera que tiene la persona de excitarse o le
genera obsesión o compulsión, tanto mental como física. En estos casos habría
que tratar ese trastorno en la persona, por el malestar que le genera a nivel
personal y relacional. Pero la causante no sería la fantasía, al igual que
tener apetito o la comida es saludable pero puede generar
esos mismos comportamientos en algunas personas
ANA SIERRA @anasierraes
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