© Fox
El desnudo masculino no existía en el
cine. Un 7 de agosto, el director checoslovaco Gustav Machatý sacudió el
verano de 1934 con la cinta Éxtasis y su estrella, Hedwig Kiesler
(futura Hedy Lamarr tras mudarse a Hollywood) cuando los dos fueron
responsables del primer desnudo integral femenino en la historia del cine.
Claro, el director marcaba la narrativa desde una óptica masculina y el desnudo tocaba a la actriz.
Pero mirado con justicia, en muchos casos no solo era colocar una mujer en pantalla para complacer a los
"machos" del auditorio, sino complementar un guion que lo requería. Todo eso
se complicaba más cuando había que desnudar a un varón. Eso requirió muchos
años más.
Primero fue
mostrarnos de espaldas. Aparentemente las nalgas no son tan ofensivas para el
“pudorímetro” de los espectadores ni tan agresivas para el machismo. Luego, en
los 80’s, los directores y distribuidores se atrevieron esporádicamente como
con Richard Gere en American Gigoló y con Kevin Bacon en Wild
Things. Ya en los 90, Ewan McGregor entre los actores y películas como Boogie
Nights comenzaron una
tendencia liberadora de los desnudos frontales masculinos, que seguiría con las
producciones a partir del 2000.
Javier Barden
A veinte años de este
milenio, la desnudez se va haciendo finalmente más equitativa en tiempos del
#MeToo y, de alguna manera, eso se debe a que tanto la óptica narrativa como el
público receptor femenino son finalmente más tenidos en cuenta. Por ejemplo, en
Savages, de Oliver Stone, los actores Taylor Kitsch y Aaron Johnson
aparecen desnudos en las escenas de sexo, mientras que la protagonista no. En Shame,
de 2011, Michael Fassbender se gana el título de objeto sexual
(dentro de un contexto oscuro) y en Bronson, Tom Hardy no se viste ni para
armar una bronca en la cárcel.
Cris Evans
Claro, persiste una
diferencia notable: En casi todas las películas con desnudos femeninos, la
connotación es erótica. Cuando un actor se desnuda en la pantalla, lo justifica
una acción psicológica poderosa o la violencia extrema. Esa sigue siendo una
manera de “objetificar” el cuerpo de la mujer y no el del varón. Pero hay
excepciones que también llegaron en la primera veintena de los 2000, entre las
más importantes está The Crying Game… y la historia del desnudo
masculino no va a quedarse ahí.
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