Seungri en una foto de su cuenta de Instagram.
La estrella musical Seungri está acusado de organizar
una red de prostitución en un club donde se drogaba a chicas para que fuera
violadas
En el último año, la crónica negra relacionada con la
escena del K-Pop, el pop superventas manufacturado en Corea del Sur, parece haber entrado
en una fase desbocada en la que no discurre un solo mes sin que se sepa de un
nuevo escándalo, o de algún hecho luctuoso como la muerte
prematura -normalmente se trata de suicidios, o de accidentes
de tráfico- de algún joven ídolo, como Sulli, Goo Hara, Ahn So Jin o Tally. Sin embargo, el caso más grave y escandaloso se
destapó la pasada primavera: en marzo de 2019, la policía surcoreana detuvo a
Lee Seung-hyun, más conocido como Seungri y componente del grupo Big Bang, por
ser el supuesto cerebro de una oscura red de agresiones sexuales.
Hace pocos días, la justicia surcoreana confirmó
oficialmente la verosimilitud de los hechos y acusó formalmente a Seungri, que
tendrá ahora que defender su inocencia en un juicio en el que está acusado de
graves delitos: organizar una red de prostitución e incitar a la violación de
mujeres, así como actividades ilegales relacionadas con los juegos de azar.
Seungri decidió dejar su posición en el grupo Big Bang
cuando el caso salió a la luz -para preparar su defensa, tal como dijo en un
comunicado oficial difundido a través de sus redes sociales-, y pronto tendrá
que sentarse ante el juez en tanto que urdidor de una trama por la cual fueron
detenidas también unas 350 personas más.
Grupo K-pop
Seungri sería, según el auto dictado, el cerebro de
una red que operaba en un céntrico club nocturno del que es propietario en
parte, situado en el popular distrito de Gangnam, en Seúl, y que se dedicaba a
drogar a chicas -principalmente con una variante de la droga conocida como GHB,
aunque también se ha indicado el uso habitual de MDMA-, las cuales, en el
momento en que caían inconscientes o perdían cualquier sentido de apreciación
de la realidad, eran ofrecidas a clientes que pagaban fuertes sumas de dinero
para abusar sexualmente de ellas. Una trama de prostitución especialmente
retorcida -en la que no había consentimiento y el dinero sólo pasaba del
cliente al suministrador- y con el agravante de que su práctica está
prohibida en Corea del Sur incluso con consentimiento, y activamente
perseguida.
Según los informes policiales, la red estuvo
funcionando durante varios años y en algunos casos hubo grabaciones en vídeo de
las violaciones, que se difundían por redes clandestinas, lógicamente sin la
aprobación de la víctima. Uno de los clientes llegó a decir, tal como está
recogido en la acusación contra Seungri, que "le trajeran los
zombis", en referencia a las chicas inconscientes.
El caso salpicó a un gran número de personas
relacionadas íntimamente con la industria del K-Pop -que supone el tercer gran
bien de exportación cultural de Corea del Sur, tras los teléfonos móviles y los
videojuegos-, y también se tendrán que sentar ante el juez varios directivos
discográficos, productores y artistas que contrataron los servicios de Seungri
para las violaciones a la carta.
Grupo K-pop
Las violaciones se producían en el exterior del local,
dentro de las instalaciones -en salas VIP- o en los lavabos. Se sospecha que
otros locales nocturnos también podrían estar implicados en la trama, que
también ha destapado las actividades de Seungri relacionadas con el juego en su
club -se le ha acusado de hacerlo ilegalmente- y de violar tratados
internacionales relacionados con la circulación de personas, pues algunas de
las chicas violadas no eran surcoreanas.
JAVIER BLÁNQUEZ
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