"Las pantallas se han ido acercando a nosotros
hasta empezar a formar parte de nosotros en el sentido físico. Desde el cine,
la televisión, el ordenador de mesa, el portátil, el 'teléfono inteligente', el
'reloj inteligente', y, ahora, la realidad virtual con dispositivos como
'Oculus'", explica Stephen Balkam, que lleva más de dos décadas estudiando
el impacto de la tecnología en la mente y en la sociedad.
Eso tiene implicaciones intelectuales y físicas. En
palabras de Balkam, que ha estado en España invitado por el Aspen Institute,
"el efecto intelectual es que hemos 'subcontratado' cada vez más funciones
a las máquinas. En solo una década hemos perdido la capacidad de leer un mapa
de carreteras gracias a los móviles con GPS. Pero, también, hay gente joven que
es reticente a hablar por teléfono por el uso de los SMS. Algunos jóvenes
tienen casi una calidad 'mecánica' en cómo responden al teléfono debido a la
influencia de los mensajes de texto".
Y el impacto físico también ha llegado, según este
experto. "El 'reloj inteligente' te da golpecitos en la muñeca para que
tuerzas a la derecha o a la izquierda, cuando estás caminando. A su vez, el
impacto físico se mezcla con el psicológico. ¿Quién no ha sentido alguna vez
vibrar el móvil, ha ido a mirarlo, y ha comprobado que nadie le estaba llamando
y que era sólo en su cabeza?", declara Balkam, que dirige el Instituto
para la Seguridad Familiar Online.
Ahora bien, estas influencias, ¿son positivas,
negativas o neutrales? Según Balkam, pueden ser las tres cosas. Pero hay algo
que aceptamos casi sin pensar y que debemos desterrar de nuestra mente: la
tecnología no es neutral. "Si hay máquinas que tienen inteligencia
artificial, ¿tienen también consciencia? Consciencia implica saber que los
otros existen, pero también saber cuál es tu lugar en el mundo y en relación a
otros, es decir, en la sociedad". Si las máquinas tienen conciencia, es la
conciencia que tienen los que las han creado. Es como los modelos estadísticos:
no mienten, pero todo depende de los presupuestos en los que se basen. Y esos
presupuestos los deciden personas.
Y ¿qué 'conciencia' han transmitido los creadores de
estos dispositivos a sus artilugios? Según Balkam, "una tecnología
masculina y occidental". O sea, basada en el 'lado izquierdo' del cerebro,
que es más analítico y menos intuitivo que el derecho, y seguidora de una
tradición filosófica que "nos habla de la búsqueda de la felicidad como
algo proactivo. La tecnología aparece ahí para ayudarnos a buscar esa felicidad
que está fuera, no dentro. Al final, el niño -o el adulto- con más juguetes -o
más aparatos- gana", concluye Balkam.
Así que la tecnología que tenemos pegada al cuerpo, y
que pronto empezará a introducirse en él, ¿es masculina? En cierto sentido, sí.
Las funciones del lado izquierdo del cerebro son "menos abstractas, más
analíticas, más lineales, muy centradas en el tiempo, en lo que pasa y en lo
que va a pasar, y más cercanas a la tecnología". Eso contrasta, según
Balkam, con el lado derecho, que "es más expansivo, más creativo, menos
ceñido al tiempo, más intuitivo, ve pautas, y no tiende a ser excitado por la
tecnología".
En sentido estricto, no es una cosa de hombres y de
mujeres. "Esta ciudad está llena de mujeres que tienen muy desarrolladas
las funciones izquierdas del cerebro", dice Balkam mientras toma un café
en Washington, la ciudad en la que vive. Desde luego, Sheryl Sandberg -la
directora general de Facebook, encargada de llevar el 'día a día' de la
empresa- , Marissa Meyer -consejera delegada de Yahoo, -y Meg Whitman-
consejera delegada de Hewlett-Packard y, antes, de eBay- no parecen hombres. Es
algo más neuronal que hormonal. Al fin y al cabo, el archifamoso 'Big Data' no
se basa en la intuición, sino en todo lo contrario.
"La tecnología está empezando a entrar en nuestra
conciencia, por ejemplo, con la necesidad de gratificación inmediata creada por
Internet", declara Balkam, a quien eso preocupa porque "la conciencia
es lo que nos permite saber dónde estamos en el mundo y en la sociedad".
Balkam es en cierto sentido un moralista. Ha sido
director ejecutivo del Consejo Asesor de Software Recreativo, la primera
organización de la industria de los videojuegos orientada a crear guías acerca
de qué contenidos no son aceptables para menores y ha asesorado al Congreso de
Estados Unidos para elaborar la Ley de Protección Online de Menores (COPA,
según sus siglas en inglés). Pero sus teorías tienen base en la realidad. No
parece casual que, por ejemplo, el sector tecnológico y de Internet sea el más
caro en la Bolsa de EEUU, por encima del energético, que tradicionalmente ha
tenido la posición de primacía. "Es lógico, porque la tecnología ha
transformado nuestros gustos en necesidades. Internet es un mundo de estímulos
y, por tanto, atrapa".
PABLO PARDO
Corresponsal Washington
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