¿Siempre
son más vulnerables?
Lara Stemple, directora del Proyecto de Derecho de Salud y Derechos Humanos de
la Universidad
de California en Los Ángeles, dio un día con un dato que desafiaba sus convicciones.
Según cifras de la 'National Crime Victimization Survey' (encuesta nacional de
crímenes sexuales estadounidense), nada menos que el 38% de las víctimas de
este tipo de hechos eran hombres. Se propuso iniciar una gran investigación
sobre el asunto.
Lo cuenta Conor Friedersdorf
en 'The Atlantic', quien explica que allí, como aquí, la violación se
entiende sobre todo como el acceso sexual a una mujer a la fuerza y en
contra de su voluntad. La RAE
define hoy "tener acceso carnal con alguien en contra de su
voluntad", pero en casi todas las menciones a la violación, en
manifestaciones, proyectos legales, servicios sociales, etc., se da por hecho
que partimos de un escenario de poder incontestable del hombre y que el agresor
es apabullantemente masculino. En cualquier debate sobre la cuestión no falta
quien cree que, por naturaleza, las mujeres no violan.
Si ser obligado a penetrar a otro (por ejemplo, a punta de arma blanca)
es violación, el violador no tiene por qué ser un hombre
Otra definición reciente de
violación en Estados Unidos es la de "penetración forzosa", da igual
el género, que amplía las posibilidades pero aún deja fuera del
concepto cualquier otro acto sexual violento y obligatorio para
la persona violentada. Otros analistas de datos en EEUU empezaron a hablar
hace pocos años de una nueva categoría de agredidos: hombres a los que se
obliga a penetrar. Estas nuevas categorías son útiles por
ejemplo para monitorizar más certeramente la violencia sexual en las
cárceles.
El problema (para nuestros
prejuicios) es que si ser obligado a penetrar a otro (por ejemplo, a
punta de arma blanca) es violación, el violador no tiene por qué ser un hombre. ¿En
qué proporción es una mujer, si es que ello sucedenbsp;
La compasión no se acaba
La periodista Hanna Rosin
es la autora de 'Cuando los hombres son violados', una revisión de
un estudio de Stemple, llamado 'Los abusos contra hombres en América,
nuevos datos que desafían los viejos prejuicios', publicado en 'American
Journal of Public Health' y que contaba con la colaboración de Ilan Meyer.
Allí decía Rosin: "En algunas formas de acoso, hombres y mujeres tienen experiencias
básicamente iguales".
Stemple, explica
Friedersdorf, tiene un largo historial feminista y
comprende plenamente que los hombres han usado históricamente la violencia
sexual para subyugar a las mujeres y que en la mayoría de los países aún lo
hacen. Tal como ella lo ve, el feminismo ha luchado mucho y muy duro para
luchar contra los mitos de la violación -que si una mujer es violada es, de alguna manera,
culpa suya, que ella lo consentía de alguna forma...-.
"Pero hace falta que abramos ese mismo debate con los hombres".
Entonces, ¿hay que dejar de considerar el machismo o la violación a mujeres una
lacra horrible? No hay duda de que no para Stemple, y es que, en sus
palabras, "la compasión no es un recurso finito". Podemos abrir
nuestro corazón y ser comprensivos con los hombres sin que eso reste ni un
ápice de nuestra consideración hacia las víctimas mujeres.
En el imaginario
colectivo, el reparto de víctima/verdugo siempre es este.
Otro estudio, que
también cuenta con Lara Stemple y Ilan H. Meyer entre sus autores, es el
reciente 'Abuso sexual cometido por mujeres: los datos federales revelan una
prevalencia sorprendente'. Estos datos oficiales confirmaron que era bastante común.
Entre las conclusiones se puede leer: "Los estereotipos
de género interfieren con el complejo proceso de entendimiento de los
crímenes sexuales. Los enfoques feministas más extendidos pueden
ensombrecer la luz de esta realidad".
¿Cómo?
¿Las mujeres acosan y es comúnnbsp;¿Cuáles
son los números detrás de tan chocantes conclusiones? Los investigadores
continúan desgranando datos: si bien es cierto que, durante su vida, es
mucho más probable que una mujer experimente abusos sexuales con penetración
cometidos por un hombre, también hay hombres que son implicados en estos actos
sin su consentimiento. Lo sorprendente es que, en esos casos, la mayoría de
abusadores no son otros hombres. Concretamente en el 68% de las
veces las agresoras fueron mujeres, según
los datos extraídos de 'The National Intimate Partner and Sexual Violence
Survey', una estadística dirigida por los Centros para el Control y Prevención
de Enfermedades.
Si dejamos de centrarnos en
la penetración y nos fijamos en otras formas de acoso, el porcentaje de asaltos
sexuales protagonizados por mujeres es aún mayor. El 79,2% de las víctimas
masculinas refirió que su ataque lo había protagonizado una mujer. Podemos leer esta cifra como una
mancha en la reputación de inocencia de las mujeres, o como el fin de un
tópico injusto contra las relaciones homosexuales. Los hombres siguen
arrastrando el prejuicio según el cual solo ellos son capaces de provocar
ese sufrimiento a otros hombres.
Un 28% de incidentes de asalto sexual contra hombres y un 34,7% de las
agresiones violentas hacia ellos fueron perpetradas por mujeres
Es posible que ahora vengan a
la mente de muchos todas esas situaciones confusas, ambiguas, en que las
culpas podrían parecer repartidas. Igual que algunos insinúan que una
falda corta o una invitación a casa es, de alguna forma, un atenuante para
violar a una mujer, a otros les puede dar la sensación de que esos hombres que denuncian
exageran. Quizá ellos dieron señales confusas, quizá se podían
defender y no lo hicieron, quizá querían pero se arrepintieron cuando ya había
comenzado la relación sexual...
Pero las agresiones no
siempre son leves. La siguiente fuente que consultaron también tiene bastante
credibilidad; se trata de la
Encuesta de Crímenes Sexuales Nacional estadounidense,
'National Crime Victimization Survey', que se encarga en concreto de los
crímenes sexuales violentos. Analizando los datos de esta encuesta de los años 2010 a 2013, los autores
encontraron que un 28% de incidentes de asalto sexual contra hombres se
achacaron a agresoras en solitario. Un 4,1% de las veces, las mujeres agredidas
lo habían sido por otras mujeres. Y quizá el dato más sorprendente: hasta un 34,7% de las agresiones
violentas contra hombres fueron perpretadas por mujeres. Si el
procedimiento ha sido objetivo y se han hecho bien las cuentas, nos queda mucho
camino por recorrer para adaptarnos a esta realidad.
Hay un prejuicio extendido que es obviamente falso: que los hombres
están siempre preparados para aprovechar cualquier oportunidad sexual
Una imagen mental prácticamente
inevitable al pensar en esto es la de las violaciones a hombres en prisión, un
tema que en la ficción hemos visto a menudo en tono de comedia. La famosa
pastilla de jabón en las duchas es una de las pocas imágenes que nos ofrecen
los servicios de compra de fotos por Internet al introducir "hombre
violado". Pues bien, aquí los hallazgos de las investigaciones
estadísticas son aún más impresionantes en relación al tópico. Según datos del
'Boureu of Justice Statistics under the Prison Rape Elimination', un organismo
que trata de eliminar la violación en las cárceles americanas, "los abusos sexuales
cometidos por mujeres, tanto por las trabajadoras de prisiones como por las
presas, son
mucho mayores que los cometidos por hombres". Otro titular
es que, siendo una presa, "es mucho más probable sufrir
abusos sexuales de otra mujer que del personal masculino".
Si optamos por no confiar de
entrada en los testimonios de las víctimas, quizá demos más crédito a las
declaraciones de los propios abusadores. En un estudio de 2012 con datos
del 'U.S. Census Bureau', que analizaba los asaltos sexuales, se contó con una
muestra de 43.000 adultos, hombres y mujeres, a los que se preguntó si alguna
vez habían abusado sexualmente de alguien, obligándolo a tener relaciones contra su
voluntad. El 56,4% de los que contestaron que sí eran hombres. El 43,6 restante, cerca de
la mitad de la muestra, eran mujeres.
El periodista de 'The
Atlantic' referencia varios estudios que podrían explicarlo. Por un lado, las
víctimas de abusos sexuales en la infancia, niños y
niñas, tienden a ocultar los asaltos cometidos por mujeres.
Lo perturbador que les resulta informar de un abuso por parte de una mujer
puede hacer que digan que quien lo ha hecho ha sido un hombre, aunque no sea
verdad. Otro motivo es la hombría herida, relacionada con los estereotipos de
género. Hay un prejuicio extendido que es obviamente falso: que los hombres están siempre
preparados para aprovechar cualquier oportunidad sexual. Si una
mujer acosa a un hombre, él puede interpretarlo después de una forma que
encaje con esa idea preconcebida y negarse lo sucedido, viéndolo como un rito de
paso del que debe enorgullecerse. Además, según van dejando atrás la
infancia y entrando en la adolescencia, es común que se les culpe por
los encuentros con mujeres adultas, desconfiando de cualquier versión que
contradiga la tradicional.
Las víctimas lesbianas,
invisibles
Según este nuevo estudio, las
mujeres pueden ser "manipuladoras, dominantes, e incluso violentas"
en lo sexual y estar implicadas en "un amplio espectro de actos de abuso
sexual". Los autores creen que estos casos están "minimizados por los
profesionales de salud mental, asistencia social, salud pública y leyes"
y que ello es totalmente compatible con una visión feminista que busque la
igualdad y el fin del dolor de las víctimas femeninas. De hecho,
denuncian, "el heterosexismo puede hacer que las víctimas lesbianas
sean invisibles". La meta, una lucha contra las agresiones que no deje a
nadie fuera y que no trate de forma diferente a los distintos sexos.
En España es hoy bastante
difícil acceder a estos números. Incluso en las estadísticas oficiales sobre
hombres agredidos sexualmente o asesinados que se publican, es
complicado averiguar cuántas de las perpetradoras son mujeres.
¿Es necesario cambiar el enfoque? Solo un detenido análisis de los datos podrá
confirmarlo.
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