Antonio y Larissa, protagonistas
de una de las citas de la versión española de 'Desnúdame'. DKISS
EL MUNDO entra en el plató de
'Desnúdame' y descubre cómo se graba este formato internacional de citas que se
estrena en España a comienzos de año
Para serlo, el amor tiene que
estar correspondido; y quien pide, debe estar dispuesto a dar. DKiss
quiere conquistar a la audiencia con una propuesta sin concesión a la intimidad
y, en coherencia, ha accedido a destaparse sin tapujos. EL MUNDO entra en el
set de Desnúdame para ser testigo de cómo se graba un programa de
televisión al desnudo.
En el interior de una nave de
un polígono industrial de Villaviciosa de Odón (Madrid) -acondicionada para
facilitar que surja el amor entre dos desconocidos-, una chica escucha
atentamente las indicaciones que le da la regidora. Las dos sonríen: una,
nerviosa; la otra, con intención de tranquilizarla. "Y nada, que lo pases
muy bien",
remata la encargada del plató su conversación con Larissa.
"La parte más complicada
de este proyecto ha sido el cásting", confiesa Sonia Domínguez,
la directora del programa. "Tienen que quedarse en ropa interior igual que
va a pasar en el programa. A algunos les dio un ataque de pánico y se
fueron", añade en conversación con este diario. De las 200
personas que llamaron para participar en Desnúdame -formato
internacional producido para España por Magnolia y Descovery-,
se seleccionó a 40 que protagonizarán las 20 citas que se han grabado
para la primera tanda que comenzará a emitirse en el canal DKiss a comienzos de
2017 (aún sin fecha para el estreno).
Pilar Cebrián, psicóloga experta en relaciones de pareja y en televisión (Mejor
llama a Pilar) ayudó a emparejar a los candidatos. "No los juntamos
por perfiles físicos o de edad. Hay que ir más allá", comenta. "Si a
dos personas no les da vergüenza desnudarse en televisión, ya tienen un punto
de personalidad en común: es gente valiente, abierta y sin prejuicios",
subraya.
Plató donde se graba
el programa 'Desnúdame'. DKISS
Una cama de 1,35 x 2 metros, vestida de
blanco impoluto, preside el centro de una estancia diáfana, envuelta completamente en negro y en la que una enorme pantalla impone
su presencia. Faltan 20 minutos para que comience la aventura de Larissa -la
segunda del día (habrá dos más por la tarde)- y un miembro del equipo, plancha
en mano, da un retoque a las sábanas recién cambiadas.
Siete cámaras, ocultas en la
oscuridad, y cinco micrófonos (tres fijos y dos operados con pértigas) captan
los movimientos, gestos y palabras de los protagonistas. En una planta
superior, está el control de realización. Allí un equipo de ocho personas
observa, graba y comenta las citas con el aliciente de la primicia. El
encuentro de Larissa con Antonio -el chico elegido para ella por el equipo de
cásting- les encanta.
Entre los comentarios
habituales en todo control de realización ("pincha la cámara tres";
"acerca el plano a su mano") surgen otras reacciones espontáneas:
"¡Ay¡, los calcetines, ¡que se le han olvidado!"; "¡Mira la cara
de él!"; "Vamos, ¡aquí fluye el feeling!"... "A mí
alguna vez me han tenido que decir que me calle porque se colaba el
audio", confiesa la directora del programa.
La mecánica es simple: los
dos desconocidos que buscan pareja entran en la habitación. Tras saludarse se
desnudan el uno al otro, se acuestan en la cama y comienzan a conversar. A lo
largo de la media hora larga que dura el encuentro, el programa proyecta en la
pantalla fotografías (imágenes de sus infancias, por ejemplo), plantea
preguntas (¿Qué es el amor para ti?) y lanza pruebas para facilitar el
acercamiento (meterse los dos en una camiseta). En un momento de su cita
Larissa pregunta: "¿Crees que es posible enamorarse en una hora?" El
control de realización estalla de júbilo: "¡Esa frase va para la promo fijo!". Al final los protagonistas deben
pulsar un botón: Sí o No, en función de si les ha gustado su
pareja.
"Éste programa de citas
es diferente porque empieza al revés. Aquí lo primero es quitarse la ropa y eso
cambia mucho. Es una situación que al principio puede ser incómoda, pero
después no. La
sinceridad está a flor de piel. Una cita vestido da pie a
mentir mucho más", explica Domínguez, para quien la desnudez no es lo más
importante: "Una vez que se han quitado la ropa se te olvida; estás
escuchando cómo dos personas se conocen y te fijas más en los gestos y en cómo
evoluciona la relación que en los cuerpos", añade la directora. "Lo
que nosotros vivimos grabándolo se va a transmitir a la audiencia cuando lo
vean", garantiza.
Madrid
No hay comentarios:
Publicar un comentario