El sexo y las drogas pueden llegar a salvarte la vida, pero no solucionarán
tus problemas.
“Fui a México para comprar barbitúricos para tener una
muerte humana y pacífica”, es como comienza el relato de un usuario conocido
como “plzsendhalp” (algo así como “pfayuda”). “Decidí que si iba a morir de
cualquier forma, bien podría follarme a una prostituta antes de que todo
acabase. Después de eso, un taxista me ofreció comprar cocaína. Una cosa llevó
a la otra, y me vi a una habitación encima de un burdel equipada con una cama
con forma de corazón, una barra de stripper y un baño caliente”.
Mi depresión está en recuperación gracias al trabajo
duro y mi dedicación
Así que el hombre decidió retrasar un poco su muerte:
“Pasé una semana entera esnifando cocaína de tetas, tomando medicinas para el
dolor, bebiendo tequila, comiendo puñados de Viagra para luchar el bajón de la
cocaína, y montando tres tríos con dos mujeres”. Tras su viaje por los placeres
del otro lado de la frontera, se dio cuenta de que “la vida no era tan mala,
después de todo”. Salvar su vida le había costado 2.000 dólares.
No lo intenten en casa
La entrada del usuario de Reddit ha circulado tanto
que este ha decidido editarla hasta en cinco ocasiones para matizarla. En un
primer momento, para aclarar que el sexo y las drogas consiguieron que no
acabara con su vida, pero no curaron sus problemas mentales. “Mi depresión está
en recuperación gracias al trabajo duro y mi dedicación”, ha explicado. La
recomendación que hace a aquellos que compartan su condición no es abrazarse al
vicio ni a ninguna señorita, sino buscar el centro más cercano del NAMI
(Alianza Nacional contra la Enfermedad Mental): “Proporcionan terapia de grupo
gratis y pueden ponerte en contacto con todos los programas para tratar la
depresión”.
En una segunda aclaración, el usuario explicaba que
este episodio había ocurrido hacía seis años y que había supuesto un claro
punto y aparte en su vida, ya que nunca se había interesado por ese tipo de
aficiones, con las que no creía que encajase. “Fueron como una resucitación
cardiopulmonar para un hombre al que se le ha parado el corazón”, explica.
“Peligroso, arriesgado, y con pocas probabilidades de que funcione, pero si
puedes mantener al tipo el suficientemente tiempo para que llegue el
desfibrilador, incluso si eso implica romper algunas costillas, merece la
pena”. Aclara también que la solución a la depresión no es rodearse por “una
montaña de cocaína y una manada de chicas”. Sin embargo, “si estás apuntando
con una pistola a tu cabeza mientras lees esto, por favor, hazlo. Consigue
cocaína, algunas mujeres, ¡haz lo que sea necesario! No. Lo. Hagas.”
Cuando cuento la historia a mi familia, a mis novias o
a mis compañeros del grupo de terapia, dejo fuera la coca y las drogas
No fueron las prostitutas, el alcohol o los
estimulantes lo que devolvieron al autor a su hogar, sino como reconoce, un
correo electrónico enviado por su hermana, que finalmente le convenció a dejar
su desvarío alucinógeno y volver a casa. Debido a ello, plzsendhalp reconoce
que los detalles varían según a quién relate la historia: “Cuando cuento la
historia a mi familia, a mis novias o a mis compañeros del grupo de terapia,
dejo fuera la coca y las drogas”, reconoce. “Cuando estoy en el bar
intercambiando historias, dejo fuera las lágrimas y el correo electrónico
sentimental”.
¿Un último deseo para los que sientan que ya no pueden
más? “Buena suerte y nunca te rindas”. A pesar de lo frívolo que pueda parecer,
pocos mensajes más vitalistas y esperanzadores que este se pueden encontrar en
la red.
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