Fotograma de la película 'Chemsex' (William Fairman, Max
Gogarty, 2015).
El término chemsex
surge de la expresión chemical sex, sexo químico. Pero para que un
ayuntamiento como el de Barcelona haya incorporado su práctica como un problema
de salud pública no cabe duda de que el chemsex traspasa determinados
límites tanto en el uso de las drogas como en el del sexo. Durante mucho tiempo
se ha usado este término para referirse al uso de cualquier sustancia en un
contexto sexual de cualquier grupo de población. Pero hoy y según todas las
asociaciones especializadas en el tema, el chemsex es el uso combinado
de metanfetaminas o crystal meth, GHB o éxtasis líquido y mefedrona
(acompañados de otros estimulantes como el poppers y la viagra) por parte de
hombres que tienen sexo con otros hombres. Estas sesiones se prolongan durante
varias horas e incluso días, y aunque los servicios de salud pública lanzan
campañas contra el uso de cualquier droga, están poniendo ahora un foco
especial en las chemsex ya que suponen un reto por las peculiaridades
de esas sustancias. Las chemsex están generando un nuevo tipo de
adicto, además de un repunte de las infecciones de VIH y otras enfermedades de
transmisión sexual, algo muy preocupante.
El
alcohol y las drogas se han usado para el sexo históricamente en todos los
colectivos. El problema de sustancias como la mefedrona, el GHB y el crystal
meth (también llamado tina) es que generan una especial desinhibición de
cara al sexo, y permiten su uso durante muchas horas con un “subidón”
constante. Esto es particularmente peligroso, ya que los efectos de una de las
drogas se contrarrestan con la otra y esto hace que estas sesiones duren hasta
varios días con el consiguiente daño físico y mental. Dentro del chemsex
está la modalidad llamada slam, en la que las drogas se inyectan para
conseguir efectos más fuertes y rápidos. Además del enorme riesgo de compartir
jeringuillas, con esta práctica aumentan enormemente las posibilidades de
sufrir una sobredosis, en ocasiones mortales. En algunos foros sobre el tema se
puede leer que en países como Estados Unidos o Reino Unido (cuna del chemsex)
lo último es llevar a uno de los participantes al límite, es decir, jugar a
rozar la sobredosis (en el argot se denomina “doblar”) o incluso alcanzarla
Premeditadamente a sabiendas
de que se puede terminar muerto.
Más allá de los problemas
derivados de la adicción a estas drogas, el aumento de infecciones de VIH y
otras enfermedades como la hepatitis C es la principal preocupación de las
autoridades sanitarias respecto al chemsex. Las posibilidades de caer
en prácticas de riesgo estando borracho o bajo los efectos de una droga son
siempre mayores, pero se multiplican en el caso de una de estas sesiones. El
GHB o la metanfetamina afectan directamente a la consciencia, y chicos que
normalmente usaban condón en sus relaciones aseguran que al tomarlas es muy
fácil olvidarse de tomar precauciones. En el caso del éxtasis líquido, los
médicos apuntan a que favorece el sexo anal ejercido con fuerza ya que es un
anestésico, lo que favorece aún más los riesgos de infección por la rotura de
capilares sanguíneos. El resto de papeletas para terminar contrayendo una
enfermedad lo aporta la naturaleza orgiástica de estas sesiones. En las chemsex
lo normal es tener sexo con muchos hombres. En muchos casos se llega a perder
la cuenta.
El reto ahora es abordar la
problemática del chemsex por un lado como problema sanitario.
Asociaciones del colectivo gay, y desde ahora también poderes públicos como el
ayuntamiento de Barcelona, tienen campañas de concienciación respecto al uso de
estas nuevas drogas. Respecto al repunte de contagios por VIH, estas
asociaciones apuestan porque se distribuya de forma gratuita el llamado PreP,
un combinado de medicamentos antirretrovirales que impide la transmisión del
virus del SIDA. Pero advierten de que el chemsex
tiene sus raíces en las presiones sociales específicas del mundo gay. Un
colectivo generalmente más liberal en cuanto al sexo, y por tanto más
vulnerable a los excesos y sus consecuencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario