Las octavillas del club de alterne de Cartaya (Huelva).
En El Bosque, la vuelta
al cole iba a ser este viernes 15 de septiembre, a las 18.00, con una gran
fiesta de colegialas con faldas cuyo largo roza las ingles y camisas embutidas
—que no abrochadas—, gogós, strippers, espectáculos eróticos y el
sorteo de 300 euros en un “bono” (no especifica para qué). El Bosque no es
ningún colegio o instituto, es un club de alterne en la carretera nacional 431, a su paso por Cartaya
(Huelva), que el pasado martes a última hora de la tarde repartió octavillas
para publicitar el evento.
El encargado, que prefiere no
dar su nombre, no entiende por qué este año ha habido revuelo, llevan
haciéndolo una década: “Por lo menos desde que yo trabajo aquí”. Será que algo
está empezando a encauzarse y, lo que antes pasaba desapercibido para casi
cualquiera, ahora se ha vuelto intolerable para parte de la población. Este
pasado miércoles por la mañana, al salir de una reunión del Ayuntamiento, el
equipo de Gobierno se enteró de la existencia de esos panfletos, y empezaron a
correr fotos y quejas vía WhatsApp por los móviles de Cartaya.
“Inmediatamente enviamos a la Policía Local con un
decreto de Alcaldía para requerir al puticlub que retirara esa publicidad”,
cuenta Manuel Barroso, teniente de alcalde del consistorio, que añade que las
octavillas son denigrantes y bajo ningún concepto deben permitirse. Los
agentes, que se presentaron inmediatamente en el bar de alterne, no pudieron
entregar la petición hasta que el local volvió a abrir a última hora de la
tarde; sin embargo, el encargado asegura que recogieron todo lo repartido poco
después del revuelo: “Ya no queda nada ni aquí, ni en Lepe, ni Isla Cristina,
donde solemos también repartir. En Ayamonte, que es el otro pueblo donde lo
hacemos, ni siquiera hemos llegado a ir. Lo vimos a las 14.00 en las noticias
de Canal Sur y mandé a que recogieran todo”.
Una de las octavillas, completa, del local de Cartaya.
También lo confirman desde el
Ayuntamiento: "La
Policía Local finalmente consiguió hablar con el propietario
del club para apercibirlo sobre su obligación de retirar la publicidad de la
calle. Esta persona, que al parecer ya se había hecho eco de la información,
asegura haber dedicado todo el día de hoy a retirar la publicidad. Además, la
información que tenemos es que no solo ha retirado la publicidad sino que ha
cancelado la celebración del evento".
El encargado pide disculpas
“a quien haya podido molestar”, aunque insiste en que hacen cuatro fiestas al
año, “la de primavera, la de verano, la de Halloween
y la vuelta al cole”, y nunca
había ocurrido nada: “Lo veo excesivo, aunque sí entiendo que pueda incomodar a
alguien, nosotros no incitamos ni obligamos a nada, y todos los años los
carteles se parecen”.
Desde el Ayuntamiento tienen
una visión distinta del asunto. Barroso, el teniente de alcalde, asegura que
tomarán todas las medidas que les permitan sus competencias: “Tenemos al equipo
jurídico trabajando para ver qué se puede hacer y cómo podemos impedir esto
para futuras ocasiones. Trabajamos mucho para luchar contra el machismo en
cualquier aspecto”. Asegura que, en los últimos presupuestos municipales, si
hubo algo en lo que todos coincidieron fue en aumentar la partida para la
batalla contra la violencia de género.
Poco después de conocer la
existencia de los folletos, el consistorio informó al Instituto Andaluz de la Mujer, que es quien ha hecho
la denuncia pública. El organismo, dependiente de la Junta, aunque no tiene
competencia para regular esta actividad, sí puede remitir la propaganda al
Observatorio Andaluz de la
Publicidad no Sexista. Y lo ha hecho de forma contundente,
alegando que esta publicidad podría, incluso, “incitar a la pedofilia”.
En esos trozos de papel la
mujer es convertida en un producto que consumir por 10 euros de entrada con dos
copas. ¿Qué otra cosa podría esperarse de un puticlub?, pensarán algunos.
Obviamente, nada. Pero aquí, más allá del agravio de la octavilla —que no por
extendida y normalizada ha de ser tolerable—, hay otra cuestión: la respuesta.
Y la respuesta ha sido la unánime reacción. El Ayuntamiento de Cartaya
(gobierno y oposición), los vecinos de la localidad, el Instituto Andaluz de la Mujer, el Movimiento
Feminista de Huelva… Reacción. Por fin. Benditas pequeñas picas en Flandes.
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