1. Misionero
Los seres humanos son los
únicos que practican esta postura en la que el hombre penetra teniendo a la mujer
debajo. Es una manera más cercana de empezar el acto por la complicidad de la unión cara a cara.
Quizá lo peor de esta postura sea su nombre (fueron los misioneros quienes se
la enseñaron a los nativos de Samoa con finalidad meramente reproductiva).
En
ella los hombres tienen el control y les facilita llegar al orgasmo, aunque a
veces puede darles la sensación de que son los que hacen todo el trabajo. ¿Es
la postura más recomendada para lograr el embarazo? De acuerdo con Amy Levine,
educadora sexual con master en Sexualidad humana por la Universidad de Nueva
York, "poner una almohada debajo de la espalda de la mujer ayuda a elevar
la pelvis, lo que facilita que los espermas se muevan a través del cuello
uterino y que viajen hasta el óvulo para fecundarlo”. Sin embargo el doctor
Fernando Salas, médico andrólogo de Mensolution, asegura que "todo lo que
existe es pura especulación y creencias populares sin fundamento científico ni
estadístico. Ningún estudio ha demostrado realmente que determinada postura facilite
la fecundación. Cualquiera es buena". Vicente Palau, terapeuta e
instructor de Kung Fu sexual en Body Language, atribuye a lo de la almohada una
función meramente sexual, porque así "podemos elevar la pelvis y cambiar
el ángulo de penetración lo que permite la estimulación del punto G de la mujer
y, al hombre, controlar el ritmo y la intensidad". Rosario Castaño,
psicóloga clínica y sexóloga del Instituto Palacios de Madrid dice que esta
postura está bien "al principio de la relación porque ayuda a crear más
intimidad; sin embargo, después de un parto, aunque no tiene por qué
rechazarse, no es la preferida: la penetración se suele sentir con menos
intensidad". Por otra parte, "a partir de los 45 a 50 años, la calidad de la
erección disminuye y la capacidad de lubricación también, así que se siente
menos en esta postura".
2. Perrito
"Él
se siente más poderoso y libre con respecto a la pareja", nos dice
Rosario: "Es una postura que suele gustarle mucho porque le acerca más a
la parte salvaje y animal de la sexualidad. Lo mismo le pasa a ella, en cuanto
a sentirse más cerca de sus instintos, aunque no todas las mujeres la
toleran".
A ellos les suele gustar la vista de la espalda, el sonido, la
visión del acto en el que ellos llevan las riendas, el acceso a los senos de
ella si se inclinan hacia delante, controlar el ritmo y el ángulo... Para la
mujer también suele ser placentera debido a que permite una excelente
estimulación de las paredes frontales de la vagina. "Al tener el dominio
de los glúteos de ella, esta postura se convierte en la favorita de los
hombres, brindando una sensación visual exquisita", expone Fernando Salas.
"La mujer se siente deseada con pasión y objeto de deseo intenso. La
penetración suele ser profunda, y aunque el clítoris no se toque, el punto G
puede ser masajeado con fuerza", concluye. Para Vicente Lumea, esta
postura "aumenta el placer de ambos si ella se arquea bajando la espalda y
levantando el trasero, ya que permite una penetración mas dirigida al punto
G. Podemos experimentar nuevas sensaciones si el hombre gira sus caderas al
penetrar de modo que estimula distintas zonas de la vagina, multiplicando el
placer. Si la mujer baja los hombros puede liberar una o las dos manos para
estimular el clítoris al mismo tiempo", asegura. Quizás no sea la elección
más común para una noche romántica pero parece ser la postura más indicada para
evitar los dolores de espalda del hombre, según la conclusión a la que llegó un
equipo de científicos de la
Universidad de Waterloo (EE UU).
3. Frente a frente
"Él
siente la presión de la vagina y las piernas lo que produce mucha más
excitación. A ella le suele gustar si tiene muy buena musculatura vaginal y la sabe ejercitar, y si tiene
confianza en sí misma y en la pareja", dice la sexóloga y psicóloga
Rosario Castaño.
La libertad de manos de ellos, les permite acariciar cualquier
zona de ellas. Aunque no siempre alcanzan el orgasmo en esta posición, a los
hombres les gusta la seguridad que ellas demuestran, totalmente expuestas a su
vista, con movimientos fuertes... Pero parece ser que esta postura tiene un
serio riesgo: la fractura de pene. Un equipo de científicos de la Escuela Médica de la Universidad Estatal
de Campinas (Brasil) examinó los casos de 44 hombres que presentaron, en un
período de 13 años, fractura en el pene. Publicado en la revista Advances in
Urology, concluyeron que la postura en la que la mujer está encima del
hombre, es la más peligrosa, la
responsable de la mitad de todas las fracturas de pene objeto del estudio. El
motivo parece ser que al estar la mujer encima del hombre, este es incapaz de
saber si se está tratando de una penetración equivocada puesto que el daño que
provoca en la mujer es casi imperceptible. Fernando Salas opina que esta
postura es más emocional que sexual. "Aunque la penetración es profunda,
él disfruta menos y ella, al ser rostro a rostro, consigue esa armonía del
encuentro, el clítoris se ve estimulado de manera permanente con lo que logra
placer intenso". Pero Vicente Lumea sí cree que se experimente placer
sexual: "Tenemos contacto visual directo y manos libres para jugar y
estimularnos, la mujer tiene 'ventaja'
y puede controlar el ritmo y la profundidad de la penetración. Si ella está en
forma puede elevarse y, en cuclillas, subir y bajar en vertical sobre el pene
lo que aumentará mucho el placer de él y se obtendrá una penetración profunda.
El número de repeticiones depende de ella, si se cansa puede alternar con la
postura inicial, apoyada sobre él".
4. De espaldas
Combina
la vista del perrito con la profundidad y la emoción de la mujer cabalgando.
El hombre está acostado boca arriba y ella sentada encima dándole la espalda,
por lo que él tiene una visión directa de sus glúteos, "magnífica vista y
excitación al límite, manos libres para acariciar los glúteos y contemplar el
movimiento de su pareja y su pene entrando y saliendo del orificio del placer.
Ella, penetrada en profundidad, consigue máxima lubricación y el deseo intenso
de cabalgar a su hombre hasta quedar sin aliento", describe Fernando
Salas. Cuando hay un poco de inseguridad por cuestión de peso u otros factores,
las posiciones donde ellas se encuentran arriba son las mejores para olvidarse
de ello. Debby Herbenick, directora asociada del Centro para la promoción de la
salud de la Universidad
de Indiana, explica que con estas posiciones se fomenta la confianza y ayuda físicamente a las mujeres a tener el
control. Pero no siempre son las más placenteras, como comenta Rosario Castaño:
"A él le suele gustar porque se queda más libre de prejuicios y más
conectado consigo mismo pero pierde conexión emocional con la pareja. Ella
puede sentir con mucha intensidad o
mucho dolor dependiendo de la longitud del pene y de la elasticidad de
las paredes de la vagina".
5. La cuchara
Esta
postura, suave y dulce, "se define tradicionalmente como muestra de cariño
e intimidad. Es muy recomendable para comenzar el día, cuando todavía estamos
medio dormidos, para ir despertando placenteramente. Los cuerpos están pegados,
la espalda de ella con el pecho de él.
Podemos alejar la parte superior del
cuerpo manteniendo la penetración para cambiar el ángulo y hacerla más rítmica
y potente. Si ella está embarazada hace el sexo muy cómodo", asegura Vicente. Tiene fácil acceso al clítoris
y "está muy indicada en caso de vaginismo —contracción involuntaria de los
músculos del suelo pélvico—, para intentar la penetración por primera vez, y de
dispareunia —dolor durante las relaciones— por falta de lubricación, problemas
de caderas o dificultades para relajar toda la zona pélvica. Requiere confianza y conexión
con la pareja", puntualiza Rosario Castaño. Pero no es apta para todos los
públicos. "Es necesario tener un miembro algo grande para penetrar en
profundidad, y la mujer deberá tener glúteos y muslos delgados, de lo
contrario, la excitación máxima será insuficiente", asegura Fernando
Salas. Y en contra de lo que pudiera parecer, la postura de la cuchara ha
resultado no ser la más adecuada para practicar sexo, según el estudio de la Universidad de
Waterloo mencionado previamente. En el experimento, con 10 parejas practicando
las cinco posturas más comunes, se hacía un seguimiento, mediante sistemas de
captura de movimientos infrarrojos y electromagnéticos, de la columna del
hombre durante la relación sexual con objeto de averiguar cuáles son las
mejores posturas para practicar sexo sin que la espalda sufra en tan pasional
momento (la segunda parte del infore estará dedicada a las mujeres). "Hay
posturas que producen más dolor", explica Rosario Castaño. "Si no hay
suficiente relajación o excitación por parte de la mujer, el misionero o ella
encima de él pueden producir molestias. Depende de cada persona, y en esto
influye cómo está posicionado el útero, la longitud del canal vaginal o el
tamaño y grosor del pene… El problema se puede producir porque el pene topa con
la base del útero creando movimientos que producen sensaciones
desagradables".
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