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La respuesta parece obvia: cuando tienes ganas. Sin
embargo, si hablamos del erotismo compartido, el asunto no resulta tan sencillo
ya que hay que coordinar voluntades. Generalmente, intentar entender las
relaciones humanas desde la racionalidad es una tarea frustrante, sin embargo
la ciencia a veces nos aporta consejos útiles sobre lo que es puramente
biológico.
Por ejemplo, los estudios realizados sobre
comportamientos sexuales aportan dos datos contradictorios. Por un lado, la
noche sigue siendo el marco habitual del romanticismo más lúbrico; por otro,
parece demostrado que el descanso ayuda a despertar el deseo, dedicándole más
tiempo y, por tanto, mejorando la calidad.
Dicho de otra forma, esperar al final del día para
disfrutar del sexo puede hacer que la relación sea poco satisfactoria o, peor
aún, forzada. Así lo confirma la encuesta del estudio sociológico Ulises: un
tercio de las españolas y un 22,8% de los españoles reconocen haber hecho el
amor sin ganas. Esta situación es más frecuente en parejas estables de más de
55 años.
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No es extraño que en esas circunstancias se vaya
perdiendo el interés por la intimidad. Ceder a los deseos del otro, por
complacencia o para evitar un conflicto, solo puede agravar el problema. A
pesar de ello, la encuesta mencionada sostiene que el 18,3% de las mujeres y el
12,9% de los hombres terminan por decir que sí a pesar de que la alternativa del
sueño les parezca más atractiva.
¿Cambio de horarios?
Por tanto, parece aconsejable que, al menos de vez en
cuando, nos planteemos cambiar los horarios. Para ello debemos conocer cómo
funciona la biología masculina y femenina. En los hombres, la testosterona
(hormona sexual) aumenta entre un 25% y un 50% en las primeras horas de la
mañana, es decir, su deseo es más intenso en ese momento. En las mujeres es
justo al contrario: las hormonas femeninas nunca madrugan.
Otro estudio incorpora un elemento nuevo al análisis:
investigadores médicos y psicólogos de las universidades de Michigan y Kent
State de Ohio (EEUU) han demostrado que dormir adecuadamente ayuda a mejorar el
deseo sexual, sobre todo en el caso de las mujeres. Aportan un dato: solo una
hora más de sueño incrementa en un 14% las probabilidades de que busquen un
contacto físico.
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Resumamos los elementos de la ecuación: el cansancio
que se acumula durante el día mata la libido; las mañanas no son el mejor
momento para ellas, pero el descanso favorece su deseo. La conclusión más
lógica es la que defienden sexólogos y psicólogos como la doctora Sara C.
Mednick: hacer el amor después de la siesta "por el beneficioso efecto que
tiene el descanso en la libido. Esa pausa genera nuevas energías que pueden
equilibrarse a través del sexo". Un argumento de peso para pedir la
racionalización de horarios y la jornada continúa.
HUGO DE LUCAS
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