· Si lo de hacer un trío con
tu pareja te pone, no estás solo: al 22,5% de los españoles también
· ¿Qué hay que tener en
cuenta antes de llevarlo a la práctica? Una sexóloga nos lo cuenta
Los tríos son la fantasía sexual preferida de los
españoles: al 22,5% le encantaría realizar un trío con su pareja y alguien del
mismo sexo que esta, según una encuesta del Club Opinamos.
El paso del tiempo y la rutina pueden hacer mella en una relación estable, así
que es normal que busquemos revulsivos que nos den vidilla en la cama y nos
hagan recordar la excitación que sentíamos en los primeros meses (o años,
en el mejor de los casos) de relación. Si la idea de incluir a un tercero ronda
nuestras cabezas, ¿por qué sigue siendo tabú para muchas parejas? ¿Qué se debe
tener en cuenta antes de ponerlo en práctica?
Es lo que le hemos preguntado a la psicóloga y sexóloga Marian Ponte,
quien antes de empezar nos recuerda que “en la sexualidad, el órgano mejor
dotado no son precisamente los órganos sexuales, sino nuestro más estimado
cerebro”. Vamos, que no dejemos que ABSOLUTAMENTE todo el riego sanguíneo
fluya hacia nuestros genitales y le pongamos algo de cabeza al
asunto. Al menos, de momento.
Lo que sí
Nos situamos en la casilla de salida. Igual que
cuando nos sentamos a jugar a un juego de mesa nos leemos previamente el
reglamento del mismo (o deberíamos, para no acabar siempre con el consabido “es
que en mi casa jugamos así”), con los tríos pasa lo mismo. Lo más sano es que
antes de ponernos manos a la obra establezcamos unas reglas del juego: qué es
lo que está permitido y qué no, hasta dónde se puede llegar, qué hacer en
caso de que uno de los dos se sienta incómodo, etc. “En ocasiones – reza Ponte-
vienen problemas por no haber pactado unas condiciones y es cuando vienen las
sorpresas: ella ha disfrutado más y él no se lo esperaba, a ella no le ha
gustado ver que estaba con otra o lo que sea. Hay que establecer unas normas
para no transgredir lo que a uno le puede herir”. Y en esto, como en todo:
CO-MU-NI-CA-CIÓN.
¿Tres son multitud?
Hay que hablar, poner de manifiesto nuestras
voluntades, definir unos límites y atar todos los cabos que sean posibles.
Entre ellos, el del tercer partner in crime. ¿Se lo decimos a una
persona de nuestro círculo o es mejor hacerlo con alguien ajeno a la pareja?
Todo depende de nosotros. “Hay quienes tienen muy claro que buscan solo
sexo, por lo que prefieren seleccionar a alguien que no haya formado parte de
sus vidas para que no haya líos después”, defiende Ponte. Otros, en cambio,
reniegan de este frío “aquí te pillo, aquí te mato” y optan por concertar
varias citas antes con la persona con la que se vaya a realizar el intercambio
“para ver si existe sintonía” y que el momento de entrar en materia no sea tan
brusco. “Aunque esté pactado, si no estamos acostumbrados a introducir
elementos externos en nuestra relación esta puede ser una forma de ver si
realmente nos sentimos cómodos con lo que vamos a hacer. Así evitaremos
sorpresas de última hora o descartaremos cuestiones emocionales que puedan afectarnos
de un modo que no esperábamos”, relata la sexóloga.
Es muy común que las personas que reconocen tener fantasías digan que si
las llevaran a la práctica perderían su fuerza. Pasar a la acción podría
implicar pasarlo mal o sentirnos heridos, mientras que la imaginación no tiene
límites”
Marian Ponte, psicóloga y sexóloga
Aquí también entran en juego, por supuesto, nuestra
madurez sexual y la confianza que tengamos con nuestra pareja: mientras el
intercambio no sea de sentimientos, ambos expliciten sus motivos y se hagan
cargo de la parte proporcional que les corresponde, no tiene por qué verse
afectado el vínculo de pareja. “Saber que el compromiso de la pareja está por
encima de todo facilita no entrar en dinámicas non gratas. El vehículo es la confianza
porque sin ella no hay disfrute, sino tensión, desconfianza, rencor, peores
relaciones sexuales y bajada de deseo”, advierte Ponte.
Lo que no
Las presiones añadidas son uno de los principales
fantasmas de los tríos. Tener la garantía de que se trata de un intercambio
igualitario es condición sine qua non para que el folleteo acabe en
éxito. “Si no hay una previa reflexión o comunicación con la persona con la que
estableces un compromiso nuestro sistema de valores puede verse afectado”, dice
la sexóloga. Cuando no analizamos nuestro mundo emocional y creemos que con lo
racional es suficiente podemos llevarnos un buen chasco al dar rienda suelta a
nuestros deseos: aquello aparentemente liberador puede teñirse de otros matices
y acabar con un resultado nefasto para nosotros, para nuestra pareja y, en
definitiva, para nuestra relación.
O lo que es lo mismo: si el beneficio de este pacto es
unilateral y vamos a hacer el trío por satisfacer a la otra parte, o si no
hemos tenido el espacio y el tiempo suficiente para saber si esto es lo que
queremos o no, lo más probable es que la relación se tambalee. “Cuando un
componente de la pareja teme perder al otro si no accede o cree que su pareja
podría irse con otras personas, puede someterse a realizar prácticas que
contradigan su sistema de valores sin que lo desee, haciendo cosas que no le
gusta y sin hablar de aquello que le afecta”, comenta Ponte. “Si se hace por
complacencia, por miedo u otros sin contemplar el propio código moral el
resultado puede manifestarse en forma de culpa. El diálogo y los pactos son un
elemento importante para prevenir situaciones que puedan dañar, alterar o
afectar el vínculo emocional propio o de la relación de pareja”, continúa.
Este tipo de encuentros, por tanto, no pueden sostenerse
bajo ningún concepto sobre la unilateralidad, la presión o la complacencia de
uno de los miembros de la pareja.
Como decíamos
anteriormente, la confianza es la base, pero no solo en nuestra pareja: para no
acabar como el rosario de la aurora no solo debemos estrechar lazos de
confianza con ella, sino también con nosotros mismos en forma de seguridad. Por
ejemplo, si somos inseguros, en el momento de hacer el trío el hombre puede
experimentar celos del rendimiento sexual del otro chico (si el tercero en
cuestión en un hombre) o establecer comparaciones con los tamaños de sus
miembros, y las mujeres pueden compararse con la otra, minando su autoestima si
piensan que a nivel físico la otra es más atractiva. La capacidad de complacer
en menor medida a la pareja o el miedo a que valore más al otro son
también muestras de inseguridad que pueden tornarse en celos como
consecuencia de la amenaza percibida ante la falta de exclusividad.
Por eso, antes del encuentro sexual “es importante
repasar qué puede hacer desaparecer los celos, en qué momentos se activan, si
tienen que ver más con cómo la pareja se nos muestra o es fruto de una
inseguridad personal”, recomienda Ponte.
Qué lío, ¿por qué es tan complicado decidirme si en mi
cabeza suena tan bien?
Decíamos al principio que lo de los tríos es
un sueño en la mente de un considerable 22’5 % de los encuestados. Sin
embargo, a la hora de decidirnos a llevarlo a la práctica… la cosa no está tan
clara. “Es muy común que las personas que reconocen tener fantasías digan que
si las llevaran a la práctica perderían su fuerza”, afirma Ponte. “Es un
estímulo que les sirve para excitarse, pero consideran que la fantasía y la
realidad son cosas diferentes. Una persona puede fantasear con ver
a su pareja disfrutar con otra, pero es muy distinto encajar que la otra
persona te diga ‘me ha gustado, quiero repetirlo de nuevo’. Según se elabore,
puede ser un golpe a la autoestima o, por el contrario, más conocimiento
mutuo”, asegura la sexóloga. “Para algunas personas pasar a la acción podría
implicar pasarlo mal o sentirnos heridos, mientras que en la imaginación
este acto no tiene límites”, termina.
En definitiva, tener claras las reglas del juego y
leerlas antes de la partida es fundamental de cara a un encuentro sexual
afortunado, y una vez establecidas las normas, que el primero mueva ficha…
evitando siempre, por supuesto, hacer trampas.
Por Cecilia Marín
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