La
evolución de los seres vivos, con el desarrollo del vuelo o de los ojos, no es
resultado de ninguna fuerza mágica que les dirija hacia un diseño inteligente.
Al menos por lo que sabemos a través de las evidencias científicas.
La evolución es resultado de un proceso teóricamente
sencillo, la selección natural, a través del cual dejan más descendientes
aquellos individuos más aptos. Pero, ¿y si la evolución no fuera solo fruto de
la supervivencia del más apto, sino también de la supervivencia del más vago?
Los aficionados a remolonear en la cama durante horas
están de enhorabuena. Un estudio que se acaba de publicar en la revista Proceedings
of the Royal Society B y elaborado por científicos de la Universidad de Kansas
(EE.UU.) ha revelado que la vagancia y la molicie eran una estrategia de éxito
para una multitud de especies de moluscos: gasterópodos y bivalvos incluidos.
Según han revelado los fósiles de 299 especies,
procedentes de un periodo de cinco millones de años desde mediados del Plioceno
a la actualidad y del Atlántico occidental, tener una tasa metabólica elevada
(el gasto energético para vivir) era un motivo seguro para acabar extinguido.
O, como han dicho los científicos, un predictor muy fiable de la probabilidad
de la extinción.
«Nos preguntamos, ¿podríamos predecir la probabilidad
de extinción de las especies basándonos en el gasto energético de un
organismo?», ha dicho en un comunicado Luke Strotz, investigador en la Universidad de Kansas
y director de la investigación. «Descubrimos que (...) aquellos que se
extinguieron tendieron a tener mayores tasas metabólicas que aquellos que
sobrevivieron y aún viven».
O, dicho de otra forma, aquellos que apostaron por
adoptar un perfil bajo y gastar menos energía, disfrutaron de mayores
probabilidades para sobrevivir. En consecuencia, resultaron ser más aptos, por
el motivo de que pudieron dejar más descendientes que los que más gastaron.
La «supervivencia del más vago»
Bruce Lieberman, coatuor del estudio e investigador en
la Universidad
de Oxford lo ha puesto en palabras: «En vez de "supervivencia del más
apto", podemos usar la meaáfora de la "supervivencia del más
vago"».
Más allá de esto, los investigadores han asegurado que
este estudio tiene implicaciones a la hora de elaborar herramientas con las que
predecir qué especies podrían estar a las puertas de extinguirse en el futuro.
Por ejemplo en el contexto del cambio climático y, en especial, en hábitats
pequeños.
Curiosamente, otra de las cosas que han observado es
que las tasas metabólicas de las comunidades en conjunto tienden a permanecer
estables a lo largo del tiempo, por mucho que las especies individuales
aparezcan y desaparezcan dentro de ellas.
«Si analizas las comunidades en conjunto, y las
especies que las constituyen, la tasa metaólica media de las comunidades tiende
a estar estable», ha dicho Luke Strotz. «Esto fue una sorpresa, porque
esperábamos que este parámetro fuera cambiando con el tiempo. En lugar de eso,
el consumo medio de energía permanece estable durante millones de años, al
menos para esos bivalvos y gasterópodos, a pesar de las numerosas extinciones».
Los investigadores han escogido los moluscos del
Atlántico occidental en esta ocasión porque el registro fósil es muy amplio y
porque hay muchas especies. Pero a continuación pretenden extender esta
investigación y tratar de averiguar si la tasa metabólica es un predictor de la
extinción de otras especies de animales.
«Veremos si estos resultados son generalizables a
otros grupos, al menos dentro del reino marino», ha dicho Strotz. «Pero, la
pregunta es. ¿Puede aplicarse esto a vertebrados? ¿Ocurre algo así en tierra?».
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