Antonia Grau, en su casa en Callosa de Segura
(Alicante). PEPE OLIVARES
Los problemas médicos de Antonia Grau, de 55 años,
vecina de Callosa de
Segura (Alicante) comenzaron a principios de 2017, cuando se
descubrió una extraña hinchazón en el vientre. Una ecografía reveló que tenía
un tumor "del tamaño de una mandarina" en la cápsula suprarrenal
derecha que generaba más cortisona de lo normal y por tanto fatiga,
hipertensión y obesidad en la parte superior del cuerpo. Grau fue operada el 27
de octubre en el hospital de la Vega Baja, en Orihuela. Y al salir del quirófano empezó su calvario.
Los médicos le
dijeron que la operación había salido bien, aparte de un pequeño percance
—"la rotura de una venita, nos dijeron"— que obligó a alargar la
operación siete horas y media. Además de la vena cava, uno de los principales
vasos del abdomen, se había roto la malla que le habían colocado en la
intervención y, como consecuencia, sufrió una "eventración gigante",
según consta en su informe de alta actual, tras ingresar este abril por una
afección cardiaca. Esto es, Grau tiene fuera del vientre, aunque dentro de la
piel, el 75% de los órganos abdominales, en concreto el intestino delgado y el
grueso, lo que se plasma en una gran protuberancia en el costado derecho que le
impide llevar una vida normal.
"Imagínate a alguien a quien se le ha cortado la
vida. No puedo hacer ningún esfuerzo, ni ejercicio. Paso las 24 horas del día
con diferentes fajas. No puedo trabajar. No tengo vida social. No puedo viajar.
Nada", afirma por teléfono desde una cama del citado hospital. Grau tiene
dificultades para comer y, durante meses, vomitaba a diario. La eventración le
ha causado, además, problemas de tensión y de espalda, y le ha hundido el
ánimo.
El día en la que estaba acordada la entrevista para
este artículo, Grau fue ingresada tras experimentar un dolor en el pecho y en
el brazo.
La mujer critica los eufemismos y las largas que,
mantiene, recibió del cirujano que la operó. "Primero me dijo que para
volver a intervenirme tenía que esperar seis meses desde la operación, después
me dijo un año... Y cuando gracias a unos amigos, otros médicos vieron mi
expediente y me dijeron que no había razón para esperar y pedí el traslado de
centro, tardó dos meses en enviar los papeles al hospital La Fe de Valencia", afirma.
Después de recabar la versión del hospital y este, la
del cirujano, una portavoz de la consejería valenciana de Sanidad Universal
señala: "Si se ha producido demora, no ha sido por negligencia o mal
funcionamiento de los servicios sanitarios, sino por un interés en ofrecer el
mejor tratamiento y evitar los riesgos".
La familia contactó con un cirujano experto en
eventraciones graves. "Dijo que podía operarme. Pero que la intervención
era demasiado grave. Tenía que hacerlo en la pública, en La Fe donde también trabaja".
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