Objeto está ubicado en sitio arqueológico El Silencio, en Palmar Sur, mide
2,66 metros de diámetro y pesa 24 toneladas; décadas de exposición a condiciones
climáticas y acciones humanas la deterioraron
Ana Miramontes, especialista del Instituto Nacional de Antropologías e
Historia de México (INAH) trabaja en la reintegración de trozos de la esfera de
El Silencio. Fotografía: Museo Nacional
Arqueólogos, antropólogos, historiadores y
especialistas en conservación trabajan desde abril pasado en restaurar la
esfera precolombina más grande del país. Este emblema de nuestro patrimonio
precolombino se encuentra en el sitio arqueológico El Silencio, en Palmar Sur y
sus características impresionan a simple vista: mide 2,66 metros de diámetro y
pesa más de 24 toneladas.
Este jueves se presentaron las primeras imágenes y
resultados de este trabajo. Dichas labores se hacían necesarias, dado que la
esfera pasó décadas expuesta lluvia, sol, polvo y viento, unido a la acción
humana, pues incendios provocados y vandalismo la han ido degradando.
Esta restauración se hace con el apoyo de
profesionales del Museo Nacional de Costa Rica, el Laboratorio Nacional de Nanotecnología
(Lanotec-Cenat), Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales
(Lanamme de la Universidad de Costa Rica), la empresa SG, Instituto Nacional de
Antropologías e Historia de México (INAH), el Instituto Nacional de
Investigaciones Nucleares de México (ININ) y el Instituto de Investigaciones
Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIE-UNAM).
“Con base en un muestreo sistemático y rigurosamente
documentado, se realizaron análisis por difracción de rayos X, microscopia óptica
y microscopia electrónica de alta resolución. Estos estudios han revelado
nuevos resultados sobre la composición y la selección de la roca con la que se
elaboró la esfera de El Silencio. Además, han permitido elaborar explicaciones
sobre varios fenómenos de alteración”, señaló Manuel Espinosa Pesqueira,
investigador del ININ.
Los estudios científicos también han apoyado la
selección de materiales adecuados para las intervenciones, lo cual es parte de
un proyecto interdisciplinario e integrado.
Alonso Silva, del Museo Nacional, trabaja en la restauración de la esfera
en El Silencio. Fotografía: Museo Nacional
Desde hace casi un mes, el equipo de especialistas
está dedicado a las más recientes labores de campo (pues el trabajo en la zona
cumple tres años este 2019): la limpieza en seco y en húmedo de la roca.
Otra parte trascendental de estas labores es la
recuperación y la reintegración de fragmentos de roca desprendidos de la esfera
que fueron resguardados por el Museo Nacional en los últimos años.
Además, se están haciendo esfuerzos para asegurar la
preservación de la esfera y que el deterioro se reduzca o incluso, se detenga.
“Hemos aplicado ribetes y resanes de protección
elaborados con morteros a base de cal y arena. Con estos trabajos estamos seguros
que la esfera va a cambiar de aspecto de forma definitiva, pero no va a quedar
como nueva; nuestra intención es preservar los valores, la integridad y la
autenticidad que la hacen relevante y significativa como un legado
precolombino, que muestre las marcas del tiempo y los cientos de años que tiene
de antigüedad”, explicó Isabel Medina-González, de la Escuela Nacional de
Conservación, Restauración y Museografía del Instituto Nacional de
Antropologías e Historia de México (ENCRyM-INAH), quien coordina la misión.
Cada una de las intervenciones realizadas utilizan
materiales compatibles, respetan los valores y sistemas constructivos empleados
por las poblaciones precolombinas del sureste de Costa Rica, así como sus
huellas del tiempo, además, las zonas tratadas se diferencian de los sectores
originales. De esta manera se mantiene la integridad y la autenticidad de
sitio.
Trabajo previo
No obstante, para llegar a este punto, hubo muchísimo
trabajo previo y un análisis interdisciplinario que se mantiene hasta la fecha.
Dentro de estas labores están, por ejemplo, un diagnóstico del lugar donde se
encuentra la esfera.
“Se llevó a cabo un registro continuo de cambios de
temperatura y humedad ambiental, así como los estudios in situ de
temperatura y humedad de superficie de la esfera, documentación fotográfica de
las alteraciones, registros de texturas y grados de dureza, presencia de sales
y absorción de agua” explicó Javier Fallas, del Museo Nacional.
Según Medina-González, es gracias al diagnóstico
detallado de los bienes arqueológicos, de los estudios sobre el ambiente y su
impacto sobre la esfera, así como las investigaciones científicas
interdisciplinarias con diversas instituciones involucradas, que se ha logrado
una toma de decisiones informada, justificada y razonada sobre la intervención
de la misma, en el empedrado y el entorno inmediato.
A inicios del 2019 se contó con el apoyo de
Lanotec-Cenat y la empresa SG, que realizaron un levantamiento 3D de la esfera
por medio de un escáner láser y fotogrametría (una técnica que consiste en
tomar una serie de fotografías en diferentes ángulos estratégicos para abarcar
la mayor cantidad de información). Todo esto permitirá obtener modelos
digitales tridimensional del monumento con fines de documentación, monitoreo y
difusión.
Esta imagen muestra los detalles de la reintegración de trozos de la esfera
que, con el pasar del tiempo, se habían caído. Fotografía: Museo Nacional
Funcionarios del Museo Nacional trabajan también en la restauración del
sitio arqueológico que resguarda la esfera gigante de El Silencio. Fotografía:
Museo Nacional
No solo la esfera de El Silencio recibe tratamiento
especial. En este sitio arqueológico hay un empedrado conformado por cantos
rodados (piedras de río) y piedras calizas que presenta una extensión
aproximada de 12 metros de largo y un ancho entre 1 y 2 metros. Este empedrado
está orientado de noreste a sureste y también forma parte de los trabajos de
restauración.
Los especialistas re excavaron dos sectores con el fin
de realizar su diagnóstico y su monitoreo. Como resultado, se empezó la
consolidación del empedrado. El equipo interventor aplicó morteros con base en
cal, arena y arcilla y reintegraron los cantos rodados desplazados.
El Lanotec-Cenat también realizó trabajos en esta
parte, lo que permitió una mejor comprensión de las características de dichas
formaciones.
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