Mantener el orden en el hogar es una cuestión que a más de una familia le
trae de cabeza. Los hijos parecen no querer darse cuenta de que hay que dejar
las cosas colocadas en su sitio. Vanesa Travieso, organizadora profesional y coach de
organización, advirtió durante la celebración del IV encuentro
Influencers & Maternidad, organizado por RedMadre, que es
importante implicar a los niños en estas tareas desde pequeños.
La tendencia a acumular es común en muchos hogares
Explicó que uno de los problemas de muchas familias es
el apego que se tienen a las cosas materiales. «Yo tengo un empeño especial por
conseguir que mis hijos de 6 y 9 años no tengan ningún tipo de apego a nada
material. Me niego en rotundo a que guarden ciertos juguetes sorpresa de huevos
de chocolate, a tener en casa durante semanas el globo que le han dado en el
cumpleaños de un amigo para ver como se desinfla hasta que se queda como una
pasa, la hoja del árbol que se ha encontrado en el parque... Para que se
desprendan de este tipo de cosas tengo un truco. Les digo: "ordenar te da
un superpoder porque al hacerlo estás tomando decisiones". La toma de
decisiones es una cuestión vital y afecta a todos los aspectos de la vida y,
cuanto antes aprendan a tomar estas decisiones, mejor».
Vanesa Travieso reconoció que la toma de decisiones no
es fácil. «Es increíble como a muchos adultos les cuesta decidir si tirar o no
un pantalón del armario y, sin embargo, saben decidir cuándo cambiarse de casa,
de trabajo, si matriculan al niño en un colegio u otro..., pero no son capaces
de sacar definitivamente del armario un pantalón que no usan y ocupa espacio.
Cuesta mucho. En general se tiene un apego desmesurado a algunas pertenencias».
!Pues quítalo de allí
Lo que no llega a comprender muy bien esta
especialista en orden es que no se tira un pantalón porque «da pena». «¿Cómo es
posible? ¡Los objetos no pueden dar pena! —matizó—. El problema es que al tirar
algo surge un sentimiento de desperdiciar porque muchas veces ese pantalón está
nuevo, ¡aunque lleve tres años allí colgado! En esos momentos lo que hay que
hacer es preguntarse: ¿me sirve?, ¿me lo he puesto?, ¿me los voy a poner...
después de tres años? La respuesta sabemos que es "no". ¡Pues quítalo
de allí!».
Aseguró que es muy común que algunas familias no sepan
mantener un orden en casa sencillamente porque no saben dónde colocar cosas
sencillas como los medicamentos, deshacerse de las latas caducadas del armario
de la despensa, quitar los tupper que no tienen tapa o las tapas que no tienen
tupper —y que se caen todos al suelo al abrir el armario—... «El apego es
miedo. No implica desperdiciar. Hay que entrenarse en decidir sin pensar en
penas. Reflexionemos y seamos realistas porque sabemos que aquel pantalón del armario
no nos lo vamos a poner y es mejor donarlo o regalárselo a alguien que le dé un
uso. Así uno se descarga, se libera y, además, gana en espacio».
Esta especialista explicó también que hay que aprender
a que si vaciamos un cajón está bien así, «pero no; nos obsesionamos con
llenarlo de nuevo con cosas, ¡es como si no se pudieran tener espacios
vacíos!».
Recomendó también tener cuidado «cuando una amiga nos
trae a casa cuatro o cinco bolsas de ropa que le ha quedado pequeña a sus hijos
porque tendemos a cogerla toda. Hay que revisarla, catalogarla y descartar todo
aquello que no nos guste. Nunca guardarla directamente porque los armarios ya
suelen estar llenos y lo que conseguiremos es que se quede allí durante meses».
Lo aconsejable, según sus palabras, es revisar el
armario cada dos meses porque a veces se compran nuevas prendas y no se saca
ninguna del armario. «Hay que hacer revisiones, tanto de nuestra ropa como de
la de los niños que, además, crecen y ya no les vale».
Insistió en que hay que ser prácticos y solo quedarse
en casa con los objetos que al mirarlos se disfruta de ellos, pero no las cosas
que supongan una carga, «como guardar la enciclopedia de la bisabuela que ocupa
un montón en la estantería, o aquel collar horroroso que te trajo tu amiga de
su último viaje. ¿Qué hacer? Pues dárselo a alguien porque sabes que no merece
la pena almacenarlo porque nunca te lo vas a poner. No pasa nada porque sea de
tu mejor amiga. La filosofía que hay que tener es que puedan aprovechar las
cosas otras personas porque nuestras casas no son almacenes», concluyó.
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